Jueves 01.05.2025 | Whatsapp: (221) 5710138
28 de julio de 2023 | Cultura

Repaso por la carrera musical

“La música te obliga a darle un espacio a lo espiritual”

Mientras Los Cafres se preparan para tocar en La Trastienda antes de salir de gira por el exterior, su cantante Guillermo Bonetto repasa una historia que ya lleva más de 35 años en la ruta del reggae y las canciones.

facebook sharing button Compartir
twitter sharing button Twittear
whatsapp sharing button Compartir
telegram sharing button Compartir
print sharing button Impresión
gmail sharing button Correo electrónico

por:
Juan Provéndola

A cuatro cuadras de Puente Saavedra, del lado de Vicente López, la calle es un frenesí multitudinario de gente que va, viene y no se detiene. Salvo en el bunker de Los Cafres, al fondo de un salón de fiestas, donde un camino zigzagueante penetra en un amplio jardín verde antes de conducir a la sala de ensayos. En ese ámbito surrealista, Guillermo Bonetto comanda las acciones del grupo desde una notebook en la que tiene anotados todos los trucos que la banda guarda para shows en vivo como el de esta noche en La Trastienda.

"Me gusta hacerme cargo de muchas cosas... de las que después no me hago cargo. No me la banco, básicamente. Ese es el gran problema de mi vida. ¡Es que la vida te quema! Y la muerte, ni hablar", declama el cantante mientras acomoda en su bolsillo unos sobres con té de jengibre que acaban de regalarle, junto con un paquetito que parece una Biblia. "Es una libreta", aclara. "Siempre tengo una encima. Escribo prosa y poesía, aunque esta última palabra me cuesta asumirla, porque les tengo mucho respeto a los poetas. Escribo poemas a mi nivel, que no son otra cosa que canciones. Alguna vez pensé en publicarlos, pero el que debería hacerlo es Claudio (Illobre, tecladista, letrista y cofundador de Los Cafres). El lo hace mucho mejor que yo. Es un auténtico poeta y creo que inventó una forma de escribir. Cuando uno quiere decir algo sentido y no encuentra las palabras tiene que buscar otra manera de expresarlo. Yo soy muy eufórico para escribir y me lanzo cuando algo me pone muy feliz, me apasiona o me duele. Los dolores son buenos motores para escribir, porque en la escritura uno realiza una descarga."

RP.- Te encanta escribir, aunque en una época confesaste que te molestaba escucharte cantar...

Sí, pero ya no, salvo que lo haga muy mal. Ahora me conozco y puedo disfrutarme, aunque antes lo padecía. Además, ¡cantaba mucho peor! Hay cosas que las sacaría de circulación, lástima que es imposible. Ojo, me molestaba escucharme, pero me encantaba cantar. Aprendí a vivir con eso, porque los errores son parte del aprendizaje y blablabla...

RP.- ¿Seguís dibujando y pintando, además?

El dibujo fue mi primer contacto con el arte y más de grande me largué a pintar. También trabajé haciendo retratos. Y en Canadá hice remeras que vendía en la calle. Viví dos años en Toronto, entre 1989 y 1991. Al principio quería ir a Australia, porque me dijeron que en una época te recibían súper bien. Lástima que cuando quise ir yo, por poco te sacaban cagando de la embajada. Así que cambié el rumbo, porque en Canadá podías quedarte si no matabas a nadie ni te mandabas cagadas. Hice de todo: lavé platos, trabajé en telemarketer y después empecé a dibujar. Sobrevivía, básicamente. Al poco tiempo cayó Claudio Illobre y empezamos a componer bocha de cosas para Los Cafres, grabando en un portaestudios. Pero el dibujo fue un refugio para mí. Eran mis alas.

RP.- Hablando de alas, volar y trascender: ¿Te pega el lado espiritual del reggae o con el tiempo va prescindiendo de esos dogmas para quedarse sólo con la música?

Uno de los motivos por los que me gusta el reggae es por la filosofía que tiene implícita su música. No así sus dogmas, a los cuales detesto, en general. Todos los dogmas tienen algo de cierto, pero me provoca rechazo que me impongan como obligación algo que en realidad debería ser una bendición. Si los Diez Mandamientos fueran en realidad Diez Consejos, serían increíbles, porque es como si tu viejo o un amigo te estuviera bajando una data para que vos la uses a tu manera.

Pero que te impongan cosas tales como que nacés con el pecado original y toda esa mierda, me parece una aberración total para la humanidad. Por suerte, ahora tenemos un Papa "moderno" que está aggiornando al catolicismo acerca del concepto de amor real, que no tiene que ver con el del poder de la Iglesia. ¡Pobre Jesús! Quiso hacer las cosas bien y después vinieron todos estos ladrones a vivir a costillas de él. El se la jugó, lo crucificaron y todavía le duelen los clavos. Aunque no hablemos mucho sobre esto en la intimidad de la banda, todos tenemos una mirada bastante parecida. Somos personas mundanas que vivimos en este sistema, que tiene muchas falencias, está enfermo y es incompleto.

Hay gente muy sorete que desea y provoca el mal de muchos otros, sólo para poder seguir nadando en riquezas que nunca podrán gastar ni disfrutar. La música te obliga a darle un espacio importante a lo espiritual, porque tiene una lógica matemática en su composición y en su ejecución, pero lo que hace que despierte pasiones y sentimientos es algo que nadie puede explicar. Esa es la parte sagrada. Aunque, más que adorar a un dios en especial, adoramos la vida.

Un inesperado éxito masivo les llegó a Los Cafres en 2004 con el disco ¿Quién da más?, a caballo de la canción "Si el amor se cae". Desde entonces, siguieron con su estilo, aunque siempre con un hit bajo el brazo: "Bastará" (Barrilete, 2007) o "Casi que me pierdo" (El paso gigante, 2011) son dos ejemplos indiscutibles. Otra pauta del crecimiento abrupto del grupo la dan sus dos primeros trabajos en vivo, uno a cada lado de la línea del éxito. El primero, en 2003, lo hicieron en Hangar, una extinta sala de Liniers. Tres años después, ya populares, trasladaron la experiencia al mítico Luna Park, con cuatro veces más capacidad que el anterior recinto. "Hoy, tal vez nos convenga más tocar en el Opera, que es más chico, que en el Luna. Pero las etapas son muy fluctuantes. De golpe metés un hit y te empieza a seguir un montón de gente que no sabés de dónde salió", apunta la voz cantante de Los Cafres.

RP.- ¿Cómo fue eso de alcanzar la masividad de grandes?

Nosotros nos mudamos a un lugar donde no había nada y de golpe el tren pasó por la puerta de nuestras casas. ¡Llegó a Cafretown! Empezaron a reconocernos cosas que veníamos haciendo desde hacía mucho y que nosotros ya dábamos por imperceptibles. Después de sacar en 2004 ¿Quién da más?, el disco que nos llevó a la popularidad, hicimos un Luna Park y dos Obras en el mismo año. Debutamos en Obras recién a los diecisiete años de carrera. ¡Menos mal que nos tocó hacerlo vivos y jóvenes! Ya habíamos apagado la luz, estábamos cerrando... y de golpe entró un cliente y nos pusimos a trabajar. Fue muy así todo ese proceso.

RP.- ¿Y cómo afectó en tu vida personal el hecho de salir del ghetto y convertirte en una especie de celebridad a la que toda la gente le reclama fotos y autógrafos?

Hay que aprender a lidiar con esas cosas que son incómodas. Es molesto que cierta gente se olvide de tus derechos, porque hay personas que quieren una foto a toda costa pero a lo mejor ni siquiera conocen tu música. Y capaz que estoy comiendo... ¿No te das cuenta de que se me están enfriando los ravioles mientras vos me asediás con la camarita? ¿No te importo una mierda como persona? Es una muestra del mundo miserable en el que vivimos. Como los videos en vivo de Amy Winehouse, donde la mina está borracha, muriéndose, casi que pidiendo ayuda, pero a la gente sólo le interesaba que cante para ella. ¿Cómo puede ser que nadie haya reaccionado? La masividad genera también una sensación de soledad y de abandono. Tengo respeto por la gente y me recopo, me gusta investigar la vida y conocer personas. Mantengo la curiosidad del niño que llevo adentro, lo cual también me refresca y me ayuda a escribir. Y si la gente es amable, me derrito. Pero no doy nada que no tenga. Como los que te piden que los hagas pasar a un show y te tildan de careta porque no los podés ayudar. ¿Quién mierda te creés que sos para acusarme de semejante cosa? Si me faltan el respeto, se los hago saber. Soy bien cabrón en ese sentido.

RP.- ¿Coincidís con la teoría que indica que la base social del reggae argentino sale de las clases más acomodadas?

Es cierto, aunque sólo en el comienzo. Estoy hablando de la época en la que Bob Marley aún estaba vivo. Gente que tenía acceso a viajes y andaba por Europa, Estados Unidos, Jamaica o incluso Brasil, donde hubo una cultura reggae muy fuerte. Ellos traían discos de tipos que hacían reggae con traje y pelo corto, ése es el nivel de rareza y fanatismo que se manejaba. También se coló mucho por el palo de surf, porque esa gente viajaba por el mundo y tiene su poder adquisitivo. Por eso Los Pericos pegaron mucho en ese público cuando empezaron. Lo que no creo es que haya sido el público que hizo crecer al reggae. Esa fue la gente del Gran Buenos Aires, que es la que se ve identificada con el mensaje, la que siente que les estamos hablando a ellos en temas como "A pesar". La gente más sencilla y pura es la que entiende el reggae. Y no hablo de chetos o de pobres, aunque los de bajos recursos suelen están más cerca de las cosas naturales y ciertas.

Lo notás mucho en el interior, en el campo, en la villa o en un barrio común y corriente, donde hay personas que están más en contacto con ciertas actitudes de hospitalidad. Los que fuimos criados en departamentos somos más fríos. En un edificio uno ve al vecino con mirada acusatoria, tildándolo de posible sospechoso. "Ah, ése debe ser el que grita" o "el de allá es el que tiene el perro que rompe las bolas todas las noches". (www.REALPOLITIK.com.ar)


¿Qué te parece esta nota?

COMENTÁ / VER COMENTARIOS

¡Escuchá Radio Realpolitik FM en vivo!