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El panorama político y económico nacional quedó sujeto a los comicios del domingo, con la definitiva instalación del outsider Javier Milei en la escena política.
Sin embargo, Andrés Malamud sostiene que el resultado de cara a octubre sigue abierto, y que dependerá de tres factores: el desempeño de la economía, los casos de inseguridad y los errores autoinfligidos.
Tras el cimbronazo que significó el resultado en las elecciones PASO, los analistas políticos intentan explicar el fenómeno Javier Milei que promete dolarizar la economía y bajar la inflación; además, buscan desentrañar el desencanto de la ciudadanía con la política tradicional, expresado en el kirchnerismo y el macrismo.
Al respecto, el investigador principal en el Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa e integrante de la consultora en economía y negocios ABECEB, Andrés Malamud, elaboró diez puntos en clave de lectura sobre la victoria de La Libertad Avanza.
1) Lo que ocurrió el 13 de agosto en Argentina no fue una elección sino una selección. Ningún cargo del gobierno nacional fue cubierto. Lo que hicieron los electores fue definir las listas de candidatos y filtrar partidos menores: de 22 fórmulas a presidente y vice, sólo quedaron cinco. Las encabezan Javier Milei, Patricia Bullrich, Sergio Massa, Juan Schiaretti y Myriam Bregman.
2) Los resultados fueron inesperados y, sin embargo, muy próximos: entre el primero y el tercero hubo menos de 3 por ciento de diferencia. El outsider Milei alcanzó el 30 por ciento, la oposición tradicional de Juntos por el Cambio el 28 por ciento (seleccionando a Bullrich) y la oficialista Unión por la Patria el 27 por ciento (seleccionando a Massa). El resultado de las elecciones de verdad, que tendrán lugar en octubre, está abierto.
3) Si este resultado se repite en octubre, dará lugar a un triángulo de gobernabilidad imposible: mientras el outsider Milei ocuparía la presidencia, un macrista (Jorge Macri, primo de Mauricio) gobernaría la ciudad de Buenos Aires y un kirchnerista (Axel Kicillof, hijo político de Cristina) haría lo propio en la provincia de Buenos Aires. Las dos Buenos Aires albergan al 45 por ciento de los argentinos y rodean al gobierno nacional. La coalición de Macri gobernó los tres territorios entre 2015 y 2019, y aún así enfrentó resistencia social y terminó en fracaso; la dispersión tripartita del control augura aún menos gobernabilidad.
4) La principal división surgida de las PASO no es, sin embargo, partidaria sino territorial: el voto constituyó una paliza para el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Durante dos años, el trío pandémico (presidente Alberto Fernández, jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta y gobernador bonaerense Axel Kicillof) encerró a los argentinos y decidió discrecionalmente quién tenía libertad ambulatoria y juerguística. El voto libertario fue ahora un repudio expreso contra la política del obelisco. Mientras Milei salió tercero en CABA (con el 17 por ciento) y en provincia (con el 22 por ciento), en el interior arrasó: venció en 16 de las 24 provincias, rondando en algunas el 40 por ciento.
5) Hasta ahora, Argentina integraba la sudamérica partidariamente estable del Mercosur, junto con Brasil, Uruguay y Paraguay. Estas PASO sugieren que podría ir camino a la sudamérica andina, donde sistemas partidarios como los de Perú, Ecuador, Chile e incluso Colombia colapsaron. Los casos andinos muestran que la democracia no sólo enfrenta la amenaza de la concentración, como en Venezuela y Nicaragua, sino la de su disolución. Los politólogos Alberto Vergara y Rodrigo Barrenechea explican el caso peruano, donde ningún presidente completa su mandato desde 2016, como una combinación de tres factores: fragmentación partidaria, amateurismo de los líderes y divorcio entre la sociedad y la dirigencia política. En Argentina, la irrupción de Milei alimenta la fragmentación, encarna el amateurismo (su ingreso a la política data de dos años atrás) pero apunta a resolver el divorcio.
6) El voto a Milei no fue sólo bronca o desencanto: se percibió alegría y esperanza en muchos de sus votantes. Su discurso postelectoral fue el más substancioso de todos los candidatos: contuvo un diagnóstico de los problemas argentinos y propuestas para resolverlos, sumando una arenga motivadora salpimentada con humor y guiños a sus apoyantes. Que las perspectivas de aplicación del programa sean débiles no contradice su carácter propositivo, y no apenas destructivo.
7) ¿Qué esperar entonces de la campaña que viene? De Milei, que mantenga rumbo y discurso colocando la economía (dolarización) al tope de la agenda; de Bullrich, que busque apoyarse en referentes económicos sólidos, como Carlos Melconian, para compensar su evidente ignorancia del área; y de Massa, que intente administrar con cuentagotas la devaluación inevitable mientras sale a motivar al electorado abstencionista, constituido en buena parte por electores desencantados del peronismo.
8) ¿Y qué esperar de las elecciones de octubre? Todo depende de tres factores: el desempeño de la economía, los casos de inseguridad y los errores autoinfligidos. Si la economía no se derrumba y el crimen no se dispara, el que se equivoca menos gana.
9) ¿Qué esperar del próximo gobierno? En el caso de que gane Massa, será porque logró estabilizar la economía y contará entonces con el apoyo interno del kirchnerismo bonaerense y externo del FMI. En caso de que gane Bullrich, deberá enfrentar la resistencia callejera del peronismo bonaerense contra el ajuste, pero contará con una base de apoyo en las gobernaciones provinciales propias (entre 8 y 10, lo cual constituiría un récord desde 1983). Y si gana Milei, todos los escenarios apuntan a un desenlace peruano: al no gozar de “escudo legislativo” (no logrará un tercio de las bancas en ninguna de las cámaras aunque arrase en las urnas), enfrentará dos opciones: la de Alberto Fujimori, que cerró el congreso en 1992, y la de Pedro Castillo, que fue destituido mediante juicio político en 2023. En América Latina, ningún presidente democrático que carezca de escudo legislativo ha terminado su mandato.
10) La figura de Milei suele ser comparada con la de Bolsonaro, pero los contrastes son mayores que las similitudes: Bolsonaro tenía el apoyo de los militares, de los grandes actores económicos y, subsidiariamente, del Congreso; Milei no tendrá ninguno de los tres, salvo que acepte diluir su mensaje de renovación pactando con Juntos por el Cambio. Y si no es Bolsonaro será Collor de Mello: un presidente liberal y reformista que, en minoría, está condenado no al autoritarismo sino al fracaso.
Como se dijo al principio, ésta no fue una elección sino una selección. El partido está en juego y el resultado sigue abierto. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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