
Opinión
La ministra de Capital Humano enfrenta una crisis pese al apoyo de Milei. Su gestión ha sido criticada por decisiones cuestionables y un historial de inseguridades. Investigaciones revelaron corrupción en su ministerio, con mal manejo de recursos y fondos destinados a comedores. Ahora, aislada y bajo presión, su permanencia en el cargo es incierta.
A pesar de la defensa del gobierno nacional, que pareciera haberse aglutinado detrás de la figura de la ministra de Capital Humano, y del apoyo del presidente Javier Milei, todo pareciera indicar que Sandra Pettovello se encuentra en el camino de salida. Una historia de inseguridades personales y mentiras enmarca la carrera de quien hoy está en boca de todos.
“¿Quieren saber por qué la operan a la ministra Pettovello con tanta furia? Aquí la respuesta. Está sacando a la luz lo peor de la corrupción política: robarle el alimento a los segmentos vulnerables del país. Están desesperados y dispuestos a lo que sea con tal de frenarla”, publicó Javier Milei en su cuenta de X, renovando una vez más su apoyo a la titular de Capital Humano.
Sin embargo, tanto el pasado como el presente de Pettovello parecieran estar jugándole una mala pasada. Una historia controvertida manchada de inseguridades personales, el afán de simular ser más de lo que se es, las mentiras y, ahora, un “súper” ministerio atravesado por sospechas de corrupción.
A pesar de haber terminado la carrera de licenciatura en periodismo, a Sandra Pettovello le gustaba presentarse como psicóloga. Asidua visitante de pequeños y desconocidos programas de radios barriales y blogs amateurs, aseguraba ser una psicóloga especializada en poliamor y conflictos de pareja. Sólo cuando se enteró que simular una profesión que no se tiene es un delito, decidió corregir el error y presentarse, simplemente, como Sandra.
A diferencia de sus colegas Alejandro Sturzenegger y Luis Caputo, el primero con doctorados en el Instituto de Tecnología de Massachusetts y el segundo con una amplia trayectoria que va desde el Morgan Chase al Deutsche Bank, pasando por Edenor y el Banco Mundial, la preparación de Pettovello ha sido algo escueta. Luego de terminar su licenciatura en periodismo en la Universidad de Belgrano, abrió un sitio web con consejos para parejas haciéndose pasar por psicóloga y participó de un curso sobre duelos, luego del cual recibió un diploma de “counselor” hecho con computadora en una galería del barrio de Once.
Sus inicios como ministra de Capital Humano fueron tragicómicos. Sorprendida por el resultado de las elecciones presidenciales, admitió en una entrevista televisiva con el canal América que, al momento de aceptar de palabra el cargo de ministra, nunca pensó que Javier Milei llegaría a ser elegido y que, además, nunca imaginó que su ministerio fuera tan grande. Horas después de asumir, eliminó el envío de las cajas navideñas porque, según confirmaría luego la ministra Patricia Bullrich, “le dieron vergüenza su aspecto”. Miles de familias fueron a reclamar al ministerio, exigiendo alimentos para paliar el hambre. Pettovello salió a la puerta y, ante el micrófono de un periodista, exclamó: “Vengan de a uno”. En consecuencia, los manifestantes se organizaron para ser recibidos de a uno. Cuando llegaron a la oficina de la ministra, no había nadie.
Los meses siguientes no fueron necesariamente mejores. La performance de Pettovello demostró que, a pesar de su habilidad en aconsejar a parejas con problemas de infidelidad, su rol como ministra dejaba mucho que desear. En el mes de diciembre, un temporal azotó a la ciudad de Bahía Blanca dejando un saldo de trece muertos. Algo similar ocurrió, horas después, en la provincia de Corrientes. Desconcertado ante los pedidos de alimentos, el ahora jefe de Gabinete, Guillermo Francos, afirmó que el gobierno nacional no brindaba ayuda porque “no había ningún elemento en los depósitos de Desarrollo Social”. Tuvieron que pasar más de tres meses para que un periodista solicite un informe de acceso a la información pública y demuestre, en el mes de abril, que los galpones tenían cientos de toneladas de alimentos a punto de vencerse.
"Cuando ocurrió el temporal de Bahía Blanca, Pablo de la Torre mandó recursos para ayudar y cuando Pettovello se enteró, lo llamó cagándolo a pedos haciendo que los devuelvan", contó una alta fuente del gobierno a REALPOLITIK.
Lo cierto es que cuando el juez Sebastián Casanello ordenó un allanamiento en los depósitos, no sólo descubrieron las toneladas de alimentos, sino que además notaron que entre la información presentada por Pettovello y lo que realmente encontraron, había un faltante de 140 mil kilos de alimentos.
Ofendida, la ministra aseguró que la corrupción respecto a los galpones y los comedores no era suya, sino del gobierno anterior. Para paliar esa situación, confirmó a la fundación CONIN como la encargada de repartir la leche en polvo almacenada. El titular de dicha organización no es otro que Abel Albino, el mismo científico que aseguró que el virus del SIDA atravesaba la porcelana.
En medio de un estado de total desconcierto, la ministra y asesora del amor decidió recurrir a la Organización de Estados Iberoamericanos para le Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), a quien le encargó la compra de alimentos y la contratación de personal como garante de transparencia y eficiencia. Sólo unos pocos días después, la transparencia quedó a un lado cuando se supo que las personas que fueron contratadas tenían que dejar parte de sueldo para armar una “caja política”. La OEI se apuró a distanciarse de Pettovello, asegurando que “sólo se limitan a ejecutar las decisiones y procedimientos establecidos” por el gobierno de Javier Milei.
Como era previsible, en la compra de alimentos por parte de la OEI también se detectaron sobreprecios de todo tipo: el aceite de girasol marca Cocinero es solo un ejemplo de ello.
La investigación que siguió a la denuncia demostró que, además del armado de la funesta “caja política”, el entramado incluía una estructura ilegal de contratación, el pago de sobreprecios en productos alimenticios y hasta la compra de dólares blue con el dinero que se suponía que iba a parar a los comedores. Pettovello, una vez más, aseguró no estar al tanto de esto, pero la documentación llevaba su firma.
Desde entonces, la ministra de Capital Humano asegura sentirse insegura y, con esa excusa, comenzó a caminar rodeada de custodios personales. Una suerte de fuerza de choque para evitar que algún periodista le acerque un micrófono y la exponga, una vez más, a nuevos furcios. Días después, denunciaron a uno de sus custodios por secuestrar a un funcionario de Pablo de la Torre a punta de pistola.
Desconcertada, con ataques de pánico y prácticamente encerrada en su casa, con un cúmulo de malas decisiones a cuestas, la pregunta que rodea a la ministra Sandra Pettovello pareciera dejar de circular en torno a cuándo comenzarán las decisiones correctas, y cada día se acerca más a la interrogante sobre cuánto tiempo más podrá sostenerse en un cargo que, se nota, le queda muy grande.
Como diría su colega Manuel Adorni: Fin. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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