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La Iberósfera es un término con dos significados principales. Por un lado, agrupa a la comunidad de habla hispana y portuguesa; por otro, abarca los lazos culturales y políticos que unen a estos países. Este concepto fomenta un estado de cooperación entre ellos, integrando a naciones como Argentina y Brasil.
Desde una perspectiva más política, el instituto Danube ó Danubio define la Iberósfera como una posición que aboga por el respeto a lo local, cultural y político frente a potencias externas que, con frecuencia, ejercen influencia sin necesariamente buscar la cooperación. Estas potencias, como algunas euroasiáticas, el Reino Unido e incluso Estados Unidos, han sido percibidas como amenazas potenciales para la soberanía y la identidad nacional de los países que conforman este grupo.
En resumen, la Iberósfera no solo abarca naciones unidas por una lengua común, sino que también engloba un legado histórico y cultural compartido, una identidad que trasciende fronteras y que es esencial para entender quiénes somos como sociedad.
Comprendiendo la relevancia de la Iberósfera en el escenario internacional, podemos reflexionar sobre su potencial para influir en asuntos globales y su capacidad para contrarrestar cualquier intento expansionista o irrespetuoso. Nos invita a reconsiderar eventos históricos como la disputa por las Malvinas o el conflicto territorial en Guyana Esequiba, ambos marcados por la intervención de potencias extranjeras.
Por otro lado, la Iberósfera también abre la puerta a imaginar relaciones basadas en el respeto mutuo y el intercambio cultural y político. En este contexto, Hungría se destaca como un país que ha venido fortaleciendo sus vínculos con la Iberósfera, no solo a través del comercio, sino también mediante un genuino interés en aprender de las naciones que la integran, participando activamente en iniciativas culturales y mostrando al mundo su propia historia y modo de vida.
Un ejemplo notable es la apertura de una oficina en Madrid del Centro Húngaro de Derechos Fundamentales, una institución dedicada a promover y estudiar valores comunes como la familia, la soberanía y los principios judeocristianos. En relación con esto, Jorge González - Gallarza, coordinador para la Iberósfera de dicho centro de estudios, afirmó: “Compartimos raíces culturales y religiosas muy fuertes... Es extremadamente importante forjar alianzas con Iberoamérica, porque son nuestros hermanos en esta lucha”.
Este es solo un primer paso hacia una mayor coordinación y apertura hacia otros países de la Iberósfera. En Argentina, Hungría ha mantenido una agenda activa, participando en eventos como el Foro de Jóvenes Políticos en Buenos Aires, en julio pasado, y el Congreso Mundial de Ciencias Políticas de la IPSA. Además, Hungría ha promovido programas como Stipendium Hungaricum, que ofrece becas a estudiantes argentinos y sudamericanos para fomentar el intercambio académico.
Pero más allá del ámbito cultural, ¿qué puede ofrecer Hungría a la Iberósfera en términos económicos?
Actualmente Hungría es uno de los países de más rápido crecimiento en la Unión Europea, con un índice interanual del 1,3 por ciento. A pesar de los desafíos, incluidas las sanciones impuestas por Bruselas que llegaron a congelar 22.000 millones de euros de fondos de la UE, Hungría ha logrado desbloquear paulatinamente estos recursos. En diciembre, se liberaron aproximadamente 10.000 millones de euros destinados a proyectos de desarrollo, y en enero de este año, se entregaron 445 millones de euros adicionales.
Además, Hungría ha desarrollado clusters industriales clave que impulsan su economía:
En conclusión, Hungría está incrementando su participación en la Iberósfera, no solo como un socio económico, sino también como un interlocutor cultural y político que respeta las tradiciones y valores de sus aliados. Este acercamiento respetuoso ofrece una oportunidad única para que ambos lados aprendan y se beneficien de sus respectivas ventajas comparativas. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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