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Tras una negociación que duró cerca de un año, un empresario prometió la compra parcial del predio bajo insólitas condiciones. Lo que en un principio se festejó como un triunfo, ahora se transformó en un desastre de proporciones bíblicas y crecen las dudas.
Tras varios meses de negociados, finalmente la estrategia salió mal. La cúpula de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) de La Plata dejó el histórico camping, conocido como “La quinta de Macabi”, en una incógnita que envuelve al destino del lugar en un velo de misterio.
La fatídica historia comenzó hace más de un año, cuando la asamblea de la AMIA de La Plata votó la aprobación a la venta parcial o total del predio situado en 467 y 138, una estratégica ubicación de City Bell. Ávidos por el negocio que se avizoraba, los dirigentes iniciaron una suerte de concurso en el que participaron algunos de los principales empresarios inmobiliarios de la ciudad.
A pesar de que, durante las reuniones preliminares, que se dieron en una reconocida empresa de Gonnet, los directivos de la AMIA informaron que el interés de la asociación estaría puesto en la calidad arquitectónica y de diseño del proyecto, pronto las ambiciones llevaron al proceso de elección a ser atravesado predominantemente por el factor económico. “Se olvidaron de la arquitectura, el proyecto y el urbanismo. A los pocos días sólo querían ver quién ponía más plata”, aseguró un reconocido empresario del casco urbano de La Plata que participó del proceso.
Finalmente, los directivos tuvieron que optar por uno de los tres proyectos presentados y, tal y como había previsto el empresario citado, se volcaron por el que prometía un mayor pago. El concurso quedó en manos de un reconocido desarrollador inmobiliario llamado Daniel Ibáñez, quien al momento se encontraba en aprietos tras tener inconvenientes en la finalización de al menos dos edificios en el centro de la ciudad.
La promesa del empresario triunfador era ciertamente tentadora. A pesar de que el precio del predio de “La Quinta de Macabi” oscilaba entre 1.000.000 y 1.500.000 de dólares, la oferta habría alcanzado los 3.000.000, incluyendo la construcción de un edificio de departamentos.
Fue entonces cuando comenzaron los problemas. En primer lugar, el proyecto presentado no tenía en cuenta las vicisitudes planteadas por la ordenanza de Barrios Cerrados, y proponía algunos lotes que no se correspondían con lo que indica el reglamento instruido por la municipalidad de La Plata. Luego, una feroz tormenta que azotó a la región alertó a las autoridades de la provincia de Buenos Aires, quienes activaron las alarmas en la Autoridad del Agua (ADA), que constató que, en efecto, el arroyo que atraviesa una importante porción de “La Quinta de Macabi” se inundaba profusamente. En consecuencia, advirtieron que las restricciones para construir cerca del arroyo serían de, al menos, 50 metros, lo que dejaba prácticamente sin uso una parte importante del predio.
Enfrentado con la realidad de un proyecto irrealizable y la promesa de un pago al menos dos veces superior al valor real de la propiedad, Daniel Ibáñez -ganador del fatídico concurso- habría comenzado a recorrer los pasillos de otras empresas, incluyendo una reconocida consultora platense, tratando de vender el proyecto. “Nos vino a decir que quería dejar el proyecto a las generaciones más jóvenes, que él estaba cansado, y que por eso lo quería vender. Lo cierto es que prometió algo con lo que no puede cumplir y ahora no sabe cómo salir del lío sin perder una fortuna”, aseguraron los consultores.
Mientras el empresario se pasea por la ciudad en busca de un auxilio de último momento, los socios de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) de La Plata comienzan a preguntarse qué pasó con el famoso concurso, que llevó todo un año de negociaciones y que, aparentemente, quedó en la nada. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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