
Interior
A pesar de la prohibición vigente desde 1996, el municipio decidió retomar esta práctica en el cierre de cada jornada, desatando críticas por la falta de empatía y la violación de normativas locales.
El regreso de los fuegos artificiales a la Fiesta Nacional de la Nieve en Bariloche, celebrado como un rescate de "tradiciones" por la actual gestión municipal, ha generado un fuerte descontento entre parte de la comunidad. A pesar de la prohibición vigente desde 1996, el municipio decidió retomar esta práctica en el cierre de cada jornada, desatando críticas por la falta de empatía y la violación de normativas locales.
Valeria Suárez, integrante del grupo de padres de chicos con Trastorno Generalizado del Desarrollo (TGD) en Bariloche, denunció públicamente el impacto negativo que tuvo la pirotecnia en sus hijos. Uno de ellos, de 16 años, que padece autismo, y otro de 10 años con trastorno mental leve, sufrieron las consecuencias del inesperado estruendo, que se prolongó por aproximadamente cinco minutos. Suárez expresó su indignación por la falta de aviso previo y la violación de la ordenanza que regula el uso de fuegos artificiales, afirmando que "de haber sabido, me hubiera retirado antes para proteger a mis hijos".
La ordenanza 676-CM-96 establece una prohibición casi total del uso de pirotecnia, permitiéndola solo en casos excepcionales y con autorización expresa del Ejecutivo municipal, que en este caso no existió. Durante la gestión anterior, del exintendente Gustavo Gennuso, se había eliminado el uso de pirotecnia en eventos públicos, pero su sucesor, Walter Cortés, decidió retomarla, junto con otras actividades tradicionales de la fiesta.
A pesar de las denuncias de Suárez y otros ciudadanos, el subsecretario de Inspección General del municipio, Fabián Llacer, afirmó no haber recibido ninguna queja formal y cuestionó la vigencia de la prohibición. Por su parte, el secretario de Turismo, Sergio Herrero, defendió la utilización de fuegos artificiales "de bajo impacto sonoro", asegurando que cumplieron con las normativas de decibeles permitidos.
Sin embargo, Suárez refutó estas afirmaciones y criticó la falta de sensibilidad por parte del municipio, que realiza campañas anuales de prevención contra la pirotecnia para las fiestas de fin de año, pero no aplicó los mismos principios en este evento.
La situación ha puesto en evidencia una preocupante falta de empatía y respeto por parte de las autoridades hacia las personas con trastornos del espectro autista y otras condiciones de salud que las hacen vulnerables a ruidos fuertes. La reintroducción de la pirotecnia, en violación de una prohibición de casi 30 años, marca un retroceso en las políticas de inclusión y protección del bienestar comunitario, dejando una mancha en lo que debería haber sido una celebración para todos. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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