
Cultura
Argentina, que no caía de visitante desde el partido con Arabia en Qatar, padeció numerosos infortunios en Barranquilla, donde el local aprovechó el clima y además se benefició con un polémico arbitraje que le dio la victoria.
La Selección Argentina cayó ante Colombia por la octava fecha de las eliminatorias sudamericanas para el Mundial 2026 y fue noticia por una novedad: es la primera vez en el año que pierde. La estadística se agiganta aún más con un dato astronómico: fue apenas la tercera derrota en sus últimos 64 partidos. Las anteriores datan de noviembre pasado, ante Uruguay, en La Bombonera, y del Mundial de Qatar, frente a Arabia Saudita.
La Scaloneta quizás sintió el cansancio del partido ante Chile del jueves pasado, que si bien terminó con una victoria holgada (3-0), demandó esfuerzos en casi todo su tramo. Además, las celebraciones por la despedida de Ángel Di María y la obtención de la Copa América propiciaron su gasto.
A pesar de incluir novedades en la última convocatoria (desde Valentín Barco, Giuliano Simeone, Matías Soulé y el Taty Castellanos, sumándose a la repetición de Alejandro Garnacho y Valentín Carboni), el DT se recostó casi exclusivamente en sus jugadores habituales. Sobre todo en Colombia, donde solo apeló a su elenco troncal tanto para armar el once inicial como para propiciar los posteriores cambios durante el partido.
El retiro de Di María y la ocasional ausencia de Lionel Messi (quien volvería a la Selección en la próxima convocatoria) llevaron a Scaloni a probar a Lautaro Martínez y Julián Álvarez en saga ofensiva y con Nico González como tercer hombre de ataque. Un experimento que funcionó ante Chile (donde Lautaro y Julián participaron de los dos primeros goles) y parecía caminar en Colombia, especialmente con el repentismo de González para pescar una pelota ajena y conseguir el circunstancial empate.
Sin embargo Barranquilla fue demasiado adversa para Argentina, obligada a jugar a las 3 de la tarde bajo temperaturas superiores a los 40 grados, hora y clima infrecuentes. Y a pesar de que logró sacar pecho en algunas ocasiones, Colombia volvió a tomar ventaja a los 15 del complemento, cuando una falta de Nicolás Otamendi revisada en el VAR dio penal para el gol de James Rodríguez.
De ahí en más fue todo cuesta arriba para Argentina, sacudida por esa discutida decisión arbitral que minó en su ánimo y desordenó el dispositivo. Scaloni movió la banca entre jugadores canónicos de su ciclo: Paredes y Lo Celso por MacAllister y De Paul, antes Montiel y Acuña por Nahuel y Lisandro, y recién sobre el final Paulo Dybala por Enzo. En todo ese entrevero, Lautaro tuvo dos acciones que terminaron sin peligro. Pero Colombia jugó al golpe por golpe y, así, incluso pudo haber terminado 3-1.
El partido terminó estresado y con reclamos airados de la Scaloneta (desde sus jugadores al cuerpo técnico) a los árbitros. Por el penal y por el tiempo desperdiciado en interrupciones generadas por el local. Cosas del fútbol, en definitiva.
Argentina pierde y es novedad solamente por ese detalle. En los hechos, la derrota no complica en lo más mínimo el tránsito de la Selección en la eliminatoria al próximo Mundial, de la que permanece líder entre diez peleando por siete clasificaciones. Por supuesto que nadie subestima el tramo Conmebol hasta EE.UU. 20 '26, más aún con Brasil penduleando con la cornisa de la eliminación, pero es buenamente imposible imaginar a Argentina siquiera en situación de riesgo.
De todos modos, por más excepcional que sea, una derrota siempre habilita nuevas lecturas, ajustes por hacer, quizás alguna nueva experiencia por meditar. La Selección vuelve a jugar en octubre, nueva manga de las eliminatorias, el jueves 10 ante Venezuela, de visitante, y el mares 15 de local frente a Bolivia, la única selección que ganó los dos partidos de septiembre: 4-0 en El Alto a Venezuela y el sorpresivo 2-1 a Chile en Santiago.
Se supo en estos días también que la Finalísima no se jugará el año próximo, sino recién en 2026, acaso en marzo. Argentina tendrá, hasta ese entonces, un año y medio de eliminatorias más o menos resueltas y algunos amistosos que surjan. Nada que pueda comprometer los títulos de los que es campeón vigente. Quizás Scaloni se tome ese tiempo para empezar a macerar aquellos jugadores que ha decidido de momento cobijar bajo el manto convivencial de las convocatorias pero sin darle tantos minutos de acción. Y reponerle a la Selección esa sorpresa que, ya sin Di María y con Messi disminuido, busca nuevos intérpretes.
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