
Foro de Paz
Al aliarse con los sectores políticos que antes criticaba, Javier Milei está sacrificando su promesa de cambio y corre el riesgo de perder credibilidad y apoyo popular.
“Hoy 87 héroes le pusieron un freno a los degenerados fiscales que intentaron destruir el superávit fiscal que los argentinos con tanto esfuerzo logramos conseguir”, tuiteó Javier Milei. El presidente, que hace menos de lo que uno pensaría llamaba al Congreso un “nido de ratas” y tildaba a sus miembros de “mierda”, ahora los viste de “héroes”, según convenga.
La misma clase política que él criticaba ferozmente por ser parte del sistema corrupto, es ahora exaltada por su apoyo a su veto sobre la reforma previsional. Esta transformación radical de “ratas” a “héroes” pone de manifiesto una contradicción flagrante en su discurso, revelando cómo, en su afán de consolidar poder, Milei está dispuesto a cambiar su "relato" para ajustar sus aliados a conveniencia.
¿Dónde entra Pirro en esta historia?
Pirro fue el rey que, según la leyenda, tras recibir felicitaciones por una victoria y observar las grandes pérdidas humanas y materiales en la batalla, dijo: “Otra victoria como ésta y tendré que volver a casa solo”. De allí deriva la expresión “victoria pírrica”, que alude a una victoria que se consigue con más daño para el vencedor que para los vencidos. El gobierno de Javier Milei, tras sus triunfos en el Congreso, parece seguir ese mismo destino: mientras celebra conquistas legislativas temporales, su discurso de ruptura con la "casta" se desmorona al aliarse con los mismos sectores que criticaba.
No son tan graves los golpes a los jubilados como el golpe de realidad que recibe el ciudadano común, testigo del alineamiento entre "los de ahora y los de antes". Al ver cómo Milei se une a las mismas dinámicas que criticaba, ese ciudadano se pregunta si el presidente es verdaderamente diferente o si, en su afán de ganar batallas políticas, está perdiendo lo más importante: su promesa de ser la alternativa al sistema que juró combatir.
En este contexto, el concepto de "victoria pírrica" cobra mayor relevancia. Cada triunfo legislativo o estratégico que él celebre puede acercarlo más a la percepción de que, lejos de estar destruyendo la "casta", se está mimetizando con ella. Y es aquí donde surge el peligro mayor: si la gente percibe que Milei no es más que otra cara de la misma moneda, su narrativa anti-sistema perderá fuerza y su liderazgo, que depende de una promesa disruptiva, podría quedar debilitado.
No se trata del veto que Milei ha hecho a la reforma jubilatoria o del que Cristina Fernández de Kirchner hizo en su momento, sino de la revelación de una verdad incómoda: que los de ahora y los de antes son lo mismo, la corrupción hecha política. En lugar de ofrecer una ruptura genuina con la clase política que prometió destruir, Milei parece haber absorbido las mismas dinámicas que criticaba. Su disposición a calificar a los congresistas como “héroes” cuando apoyan sus políticas, mientras anteriormente los demonizaba, sugiere que, en última instancia, la lucha contra la corrupción y el sistema político tradicional podría ser más superficial de lo que parecía.
Esta contradicción no solo cuestiona la autenticidad de su cambio prometido, sino que también revela una continuidad inquietante en las prácticas políticas que él mismo condenaba, desdibujando las líneas entre la vieja y la nueva política. El costo de estas victorias es alto, porque expone la fragilidad de su promesa de cambio, dejando a la ciudadanía con la amarga sensación de que Milei, como Pirro, puede estar ganando batallas a expensas de su propio futuro político.
En conclusión, la victoria de Milei en el Congreso puede ser, como en el caso de Pirro, un triunfo que, en lugar de fortalecer su posición, lo desgaste de manera irreversible a los ojos de aquellos que confiaban en él para un verdadero cambio. Si continúa por este camino, arriesga perder su base de apoyo y, lo que en el presente parece una victoria, podría transformarse en una derrota estratégica en el largo plazo.
(*) Javier Emiliano Barragán es abogado y licenciado en ciencia política y relaciones internacionales.
¿Qué te parece esta nota?
MÁS NOTICIAS