Opinión
A dos bandas
A pesar de todo, Cristina no saca los ojos de las presidenciales 2027
Cristina Fernández busca recuperar protagonismo político enfrentando a Axel Kicillof y alineándose estratégicamente con el gobierno nacional, con el objetivo de blindarse judicialmente y posicionarse para un eventual regreso presidencial en 2027, en un contexto de crisis interna en el kirchnerismo y especulación económica.
La ofensiva de Cristina Fernández de Kirchner y de La Cámpora iniciada hace tres meses atrás generó inicialmente sorpresa y dudas dentro del kirchnerismo provincial, que no entendía cómo "la jefa" adoptaba una decisión que favorecía a Javier Milei, al poner en jaque a quien, por entonces, era su principal antagonista a nivel nacional.
La explicación más sencilla -y no por esto menos correcta- sostiene que la expresidenta decidió tratar de recuperar lo posible de su disminuido capital político para tratar de blindarse ante el avance del proceso judicial en el Caso Vialidad. No era la primera vez en la que Cristina privilegiaba su interés personal respecto del colectivo que lideraba, pero tal vez nunca había resultado tan explícito.
La decisión de Cristina la ponía en la misma trinchera del gobierno nacional en su puja contra Axel Kicillof, por lo que motivó muchísimos cuestionamientos internos. Pero la ex presidenta no se limitó a disparar contra el gobernador bonaerense: también propuso llevar a cabo una reforma laboral sustantiva, desafió a Milei a desregular la importación de medicamentos y, finalmente, ordenó a los senadores que le responden a avalar la candidatura de Ariel Lijo a la Corte Suprema. Tan drástico cambio de posicionamiento y de convicciones no tuvo mayor eco en la tribu que le reconoce un liderazgo infalible, pero fueron todas decisiones orientadas a convencer al establisment que nada peligroso podría esperar de ella. Más bien, tendió puentes para tratar de evitar terminar en la cárcel
El gobierno celebró la decisión de Cristina, ya que le resultaba mucho más redituable confrontar con una Cristina recargada, con la pesada mochila con la que carga y que genera sistemático repudio en buena parte de los argentinos, que con un Kicillof blindado y pese a la precariedad económica a la que lo sometió Milei. Por la inversa, el reconocimiento de Cristina como antagonista por parte del gobierno nacional en lugar de Kicillof significaba un aporte fundamental para convertirse en la cara visible de la oposición. Tan es así que el gobierno viene haciendo lo imposible para evitar la aprobación del proyecto de ley de Ficha Limpia, que la dejaría fuera de la competencia electoral.
Aunque no consiguió eco con el “operativo clamor”, se quedó con la presidencia del Partido Justicialista. Cristina fue consolidando su posición incluso con la confirmación de Cámara de la condena por la Causa Vialidad, que si bien en teoría la pone más cerca de la cárcel nadie parece estar interesado en que ese destino se concrete en lo inmediato. El gobierno la precisa como antagonista para consolidar su situación electoral en la provincia: Kicillof no asusta tanto como Cristina al anti-peronismo.
Pese a todo, el kicillofismo no cesó en su intento de dar disputa interna a Cristina y a La Cámpora, y es difícil evaluar cuán maltrecho pueda haber quedado. La gran pregunta consiste en saber a quién beneficia la ruptura interna del kirchnerismo provincial. En primer lugar, a Javier Milei y sus pretensiones electorales para las elecciones de medio término. En segundo, a la propia Cristina que experimenta un cierto revival de su liderazgo, aunque sepa que la división en al menos tres fracciones de lo que supo ser UxP –massismo, cristinismo y axelismo- pueda significar la garantía de una derrota electoral en 2025, aunque cabe especular con que la triplicación de la oferta electoral podría aportar más escaños legislativos que si se presentaran en unidad.
Pero hay otro dato a tener en cuenta. Según las especulaciones de reconocidos economistas, la actual paridad entre el peso y el dólar debería estallar en algún momento antes de las elecciones de medio término. Primero porque el 1 a 1 sin reservas sólo es una fantasía a medida de los especuladores, que necesariamente deberá colapsar ante la creciente destrucción de la economía real. La bicicleta financiera se consolida cuando los pesos se convierten en dólares baratos, provocando un estallido que hace saltar la paridad y los indicadores de inflación a la estratósfera.
¿Cuándo decidirán los especuladores hacerse de las divisas norteamericanas desprendiéndose de los pesos que hoy utilizan para hacer carry trade? Los expertos arriesgan que en febrero o marzo, cuando el turismo en el exterior diluya aún más las divisas del Banco Central; o en el período preelectoral, de acuerdo al comportamiento habitual de refugiarse en el dólar antes de las elecciones.
Cristina ve en este combo una gran oportunidad para imponerse claramente en las elecciones frente a sus competidores internos, y aspirar votos por fuera en caso de que los pronósticos sobre la fuga al dólar y colapso de la inflación se concreten. Es la carta a la que se juega para concretar su objetivo de retornar a la presidencia en 2027. Algo que, hasta no hace mucho, parecía una utopía. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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