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7 de marzo de 2025 | Historia

Década del 30

Las políticas económicas, de Agustín P. Justo a Ramón Castillo

El presidente Agustín P. Justo encargó inicialmente el manejo de la economía al radical antipersonalista Alberto Hueyo, quien recurrió a las políticas tradicionales de prescindencia estatal y al endeudamiento como alternativa para los problemas fiscales.

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por:
Alberto Lettieri

Asimismo, durante su gestión se selló el Pacto Roca-Runciman (1933), que profundizó la dependencia y la matriz agroexportadora de la Argentina. En 1935, el ministro de Hacienda Hueyo fue reemplazado por Federico Pinedo, lo que implicó en la práctica cederle el manejo de la economía al Partido Socialista Independiente.

El líder del PSI, Antonio di Tommaso, se desempeñó a su vez como ministro de Agricultura. Poco tiempo antes, en su condición de senador por el PSI, Pinedo había criticado el Pacto Roca-Runciman, por considerar que no era un acuerdo, sino una “obligación unilateral argentina”. Sin embargo, estas críticas fueron archivadas al momento de su designación ministerial. El secretario de Pinedo fue Raúl Prebisch, quien ya había desempeñado función similar en la gestión de Enrique Uriburu. Prebish concurrió a la Conferencia Económica y Monetaria Mundial que se realizó en Londres en 1933, donde tomó contacto con Keynes y sus ideas económicas.

También se había interesado por la reforma tributaria australiana que se instaló en la Argentina a partir de 1932 y que significó la aplicación del impuesto a las Ganancias, cuyas características lo asemejaban al que había creado en Roma, 2.500 años antes, el rey de origen esclavo Servio Tulio. Si bien las medidas acordadas en el Pacto Roca-Runciman se amalgamaron con la “democracia orgánica, estructurada y técnica”, Justo no cesaba de proclamar en sus intervenciones que los coletazos de la crisis del 29 exigirían implementar iniciativas anticíclicas más agresivas.

La gestión Pinedo-Prebisch fue consecuente en el impulso de una serie de medidas que implicaban la participación directa del Estado en materia económica, siguiendo los lineamientos de John Maynard Keynes, partidario de una economía dirigida en la que el Estado tendría un rol activo en la regulación de la oferta y la demanda. Con ello se quebraba el principio economicista de la libertad absoluta del mercado, pero a fin de lograr paliar la crisis y tender al pleno empleo.

Durante la presidencia de Justo la red caminera creció de manera significativa. En 1932 se creó la Dirección Nacional de Vialidad, siendo su primer director Justiniano Allende Posse, hombre de confianza del presidente. También se planteó la creación de las Juntas Reguladoras, que acordaban entre el estado y los privados los precios de productos de primera necesidad, a fin de evitar la indiscriminada suma de precios. Así existió la Junta Reguladora de la Carne, de Granos, del Vino, etc.

Durante la década de 1930, se llevó adelante el más importante proceso de regulación de la economía argentina con la creación de cuarenta y seis entes, veintiuno de ellos autónomos, más algunos provinciales. Entre ellos hay que mencionar al Banco Central de la República Argentina (BCRA), la Junta Nacional de Carnes, la Junta Nacional de Granos, la Junta Nacional del Algodón, la Comisión Nacional de Fomento Industrial, la Junta Nacional para Combatir la Desocupación, la Dirección Nacional de Vialidad y el Instituto Nacional de la Yerba Mate.

Ese fue el gran avance del estado en materia reguladora aunque sin alterar los esquemas que favorecían a los grandes grupos. También se encaró una gran cantidad de obras públicas, compuestas por edificios para dependencias estatales nacionales, provinciales y municipales, e incluso cementerios. En la ciudad de Buenos Aires se erigió el Obelisco y se abrieron las diagonales Roque Sáenz Peña y Julio A. Roca –Norte y Sur, respectivamente–, se iniciaron las obras de la avenida 9 de Julio, se ensanchó la avenida Corrientes y se pavimentó la avenida General Paz.

Todas estas obras fueron propuestas por el entonces intendente porteño Mariano de Vedia y Mitre. La firma del Pacto Roca-Runciman tuvo profundas implicancias para la economía argentina. Si bien, en un primer momento, los resultados fueron funestos, ya que el pacto significó el cierre de áreas completas de producción y la desarticulación de prestaciones en el sector servicios –como en el caso del autotransporte urbano de pasajeros, en la ciudad de Buenos Aires–, finalmente terminó por favorecer involuntariamente el desarrollo de un proceso de cambios en la economía argentina.

Por más que la oligarquía considerase que su destino estaba ligado de manera indisoluble a su metrópoli británica, en la práctica la declinación inglesa era indisimulable, por lo que tenía dificultades para abastecer la demanda argentina. La Comisión de Control de Cambios, creada a los fines de fijar la paridad de la moneda y autorizar las importaciones, estableció un sistema de cambios que encarecía la compra de productos procedentes de otros destinos, pero simultáneamente creaba condiciones favorables para la radicación de empresas en el país. Debido a esto, muchas empresas norteamericanas se establecieron por entonces, como las textiles Anderson Clayton, Ducilo y Sudamtex, etc.

El turbio manejo de las exportaciones de carne motivó a De la Torre a conformar una Comisión de Investigaciones, que demostró la connivencia entre los funcionarios gubernamentales y los empresarios británicos para evadir impuestos. De la Torre propuso entonces renegociar el Pacto Roca-Runciman y exigió la intervención estatal para restringir las desmedidas ganancias de los frigoríficos británicos. Esos reclamos fueron acallados el 23 de julio de 1935 por el asesinato del senador Enzo Bordabehere, compañero de bancada de De la Torre, en el recinto del Senado de la Nación.

Durante la etapa posterior al Pacto Roca-Runciman se siguió avanzando en el esquema regulador y se concretó el proyecto de creación del BCRA. Ernst Niemeyer, director del Banco Central de Inglaterra, presentó una propuesta en 1933, que sufrió algunas correcciones por parte de Prebisch. Estos cambios favorecieron un saneamiento del sistema financiero que atravesaba graves dificultades, para su posterior transformación. A ese fin se creó el Instituto Movilizador de Inversiones Bancarias, que impulsó un avalúo del oro de las reservas. Asimismo se incorporaron a las funciones del BCRA la inspección de la banca comercial, la aplicación de medidas monetarias anticíclicas, el manejo de las tasas de redescuento y el control de cambios.

También se modificó la designación de las autoridades, que quedó en manos del 153 La Historia Argentina. Nacional y Popular Poder Ejecutivo Nacional, con acuerdo del Senado. El directorio se completaba, por tercios iguales, con representantes de la banca pública, la privada nacional y la privada extranjera. El BCRA comenzó su gestión en junio de 1935, gerenciado por el propio Prebisch hasta 1940. Sus indicadores monetarios mostraron un pico de reservas en 1936, con 1.528 millones de pesos, una circulación monetaria de 1.224 millones en 1940 y de depósitos con 708 millones, en 1935.

Pinedo dejó su cargo de ministro de Economía a fines de 1935, para retomarlo en 1940. En esta nueva gestión presentó su Plan de Reactivación Económica. Se trató de un plan industrialista, el primero en ser explicitado como tal, aunque se había avanzado bastante en la materia durante el gobierno de Alvear y durante el ministerio anterior del propio Pinedo. A partir de 1933 se produjo una enorme recuperación de la capacidad instalada que había quedado ociosa, a consecuencia de la disminución de la actividad económica que había producido la crisis de 1929.

El plan de 1940 propició una reforma financiera destinada a favorecer la industria manufacturera, la construcción de viviendas para los sectores menos favorecidos y la demanda interna. De esa manera se trataba de paliar algunos problemas generados por la Segunda Guerra Mundial. Pinedo debió renunciar cuando su propuesta, aprobada por el Senado, fue rechazada en la Cámara de Diputados por el bloque de la UCR. El plan contaba con el apoyo de la Unión Industrial Argentina y el rechazo de la Sociedad Rural Argentina, que no solo impugnaba la industrialización sino el fortalecimiento de lazos con los Estados Unidos que el plan significaba. (www.REALPOLITIK.com.ar) 


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