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El veterano de la guerra de Malvinas y conductor del histórico programa Destino Malvinas, Claudio Domínguez, dialogó con RADIO REALPOLITIK FM (www.realpolitik.fm) sobre su experiencia en el conflicto bélico del Atlántico Sur, la traumática vuelta a casa y la construcción de un espacio radial con veintiún años de trayectoria.
“Destino Malvinas comenzó casi de casualidad. Un psicólogo me insistió con que tenía que hablar, que tenía que sacarme la mochila. Yo venía participando como columnista en otro programa que se levantó, y pedí un espacio en la radio. Después de discutir bastante, el director me llama un jueves y me dice que el sábado arrancaba el programa. Lo armé en un día y medio y salí al aire sin red”, recordó.
El ciclo radial, que lleva más de dos décadas al aire, fue mutando hasta convertirse en un producto consolidado y multipremiado. “Soy muy autoexigente. Aunque me digan que está perfecto, siempre le encuentro un defecto. No me la creo, sé que siempre hay algo para mejorar. Incluso después de veintiún años, arrancar cada programa me cuesta muchísimo”, confesó.
En una anécdota que sorprendió a los oyentes, Domínguez reveló: “Mi operador de radio es sordo. Nadie me lo creía, hasta que lo comprobé. Aun así, trabajamos juntos hace diecisiete años. Nos entendemos de memoria”.
Consultado sobre su experiencia en la guerra, recordó con crudeza la dureza de la posguerra: “Es dificilísima. Te llevás una carga y no sabés cómo sacarla. Yo fui parte del primer curso de informáticos de la Armada y estaba estudiando cuando me mandaron a embarcar. Fui asignado al destructor, donde terminé siendo encargado de comunicaciones en combate. Mi equipo era lo mejor. Todo lo que había que hacer, lo hicimos. Nunca les reproché nada”.
También relató cómo el azar marcó su destino durante el conflicto: “Había un solo lugar en un buque y entre dos que teníamos la misma situación familiar, lo definieron con una moneda. El otro embarcó y a mí me mandaron al destructor. Después, cuando me quisieron embarcar en el crucero General Belgrano, me negué. Le tenía miedo a los cruceros y portaaviones. Mi profesor de natación embarcó en mi lugar. No pudo salir. Quedó en Malvinas”.
Finalmente, reflexionó sobre el significado del 2 de abril: “Para nosotros es un día que representa mucho dolor, pero también orgullo. Porque dimos todo. Y porque no dejamos de recordar y reivindicar la causa Malvinas, que es eterna”. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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