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Quién hubiera dicho que Javier Milei, Luis Caputo y Sergio Massa, estarían unidos por una misma bandera. En política, los abrazos inesperados suelen ser más jugosos que los anuncios de tipo de cambio. Y esta vez no fue la excepción.
Este viernes, mientras explicaba con tono firme el fin del cepo cambiario y los pormenores del nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el ministro de Economía, Luis Caputo, se tomó un respiro de los tecnicismos y lanzó un elogio inusual: “Una persona que tuvo un rol fundamental es Leonardo Madcur, nuestro representante en el Fondo… Para los que no saben, era el número dos de Massa. La verdad, para mí es muy grato poder decir cómo, cuando dos personas se juntan para trabajar en un objetivo común, no importan los colores políticos”.
Sí, lo dijo Caputo. El mismo que hasta hace poco compartía fila con quienes llamaban “kirchnerismo” a todo lo que se moviera en el ministerio de Economía de Argentina entre 2019 y 2023, agradeció con énfasis al exjefe de asesores de Sergio Massa, hoy flamante representante argentino ante el FMI.
La escena tuvo algo de reunión de consorcio en la que, tras años de discusiones por el ascensor, el presidente del edificio termina aplaudiendo al vecino del cuarto B por arreglar el tanque de agua. “Leo hizo un trabajo fenomenal”, insistió Caputo, sin una pizca de ironía.
La relación entre ambos no es nueva. Madcur y Caputo se conocen desde hace años y compartieron pasillos corporativos incluso antes de que alguno soñara con sentarse frente a Kristalina Georgieva. El ahora hombre clave ante el Fondo también trabajó con Javier Milei en el holding del lobista armenio Eduardo Eurnekián entre 2007 y 2008. Experiencia técnica no le falta: fue subsecretario de Financiamiento con Roberto Lavagna y conoce el monstruo del FMI por dentro.
Pero el reconocimiento público no deja de llamar la atención, especialmente viniendo de un gobierno que hizo de la ruptura con el pasado una bandera, aunque ahora el pragmatismo le gane por goleada al purismo. ¿Quién diría que, tras ajustar al estado, recortar jubilaciones y dinamitar el gasto público, el “heredero de Massa” sería el encargado de negociar la letra chica con el Fondo?
El gesto de Caputo puede leerse de muchas formas: como una señal de madurez política, un guiño al mundo financiero que no tiene paciencia para internas, o un simple sincericidio que se coló entre tanto Power Point económico.
De paso, el ministro dejó una suerte de moraleja: en el mundo de los acuerdos con el FMI, no hay lugar para rencores ni camisetas partidarias. Solo quedan tecnócratas con buen inglés, nervios de acero y la habilidad de explicar que todo mejora… “a partir del lunes”. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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