
Provincia
Rosas consolidó su poder como gobernador con la suma del poder público en 1829, promoviendo el orden y la tradición frente al caos unitario, mientras se enfrentaban dos proyectos de país: la Liga del Interior liderada por Paz y el federalismo encabezado por Rosas, López y Quiroga, que terminó imponiéndose tras la caída del primero.
El 6 de diciembre de 1829, la Sala de Representantes designó a Juan Manuel de Rosas como gobernador con la suma del poder público y le asignó el título de Restaurador de las Leyes. Rosas tenía una opinión muy favorable sobre la monarquía, tanto en su capacidad para garantizar el orden social como para construir una legitimidad incuestionable. Consideraba, al igual que José de San Martín, que el gran problema del Río de la Plata era la indisciplina de las clases acomodadas y su voluntad irracional de imponer sus intereses a cualquier costo. Crítico de la política facciosa, Rosas fue delineando un estilo político, el unicato, que consideraba que la paz y el orden solo podrían alcanzarse a través de la consolidación de un régimen político sólido, expulsando a la oposición que no aceptara subordinarse al orden legal.
Rosas observó un estricto cumplimiento de la ley y garantizó un ejercicio transparente de la justicia, asegurando los derechos de las clases subalternas. También implementó un estricto equilibrio en las finanzas y combatió la ancestral corrupción administrativa. Admirador del orden colonial, consideraba que las reformas rivadavianas habían impuesto un marco normativo exótico, que poco tenía que ver con la realidad del Río de la Plata. Frente a la actitud cosmopolita y la vocación de dependencia del unitarismo, Rosas sostenía la importancia de respetar las características históricas y las tradiciones como fundamento del orden social. Rosas estableció acuerdos con la mayoría de los pueblos originarios de la pampa y se rodeó de grupos étnicos discriminados por la sociedad blanca, como negros, mulatos y pardos, tratando de resolver sus demandas. Durante su primera gestión se reformaron los Códigos de Comercio y de Disciplina Militar, se fundaron pueblos en la campaña, se reglamentó la autoridad de los jueces de paz y se firmaron acuerdos de paz con varios jefes indígenas, posibilitando una cierta pacificación de las áreas fronterizas.
Rosas estaba convencido de que la pacificación y organización internas de las provincias eran requisitos previos a la sanción de una constitución. A diferencia de los unitarios, consideraba que la construcción debía realizarse en sentido ascendente, organizando cada uno de los engranajes antes de acometer la institucionalización definitiva de la república.
A mediados de 1828, se reunió una Convención Nacional en la provincia de Santa Fe. La iniciativa, bajo el liderazgo de Estanislao López, solo contó con la participación de cinco provincias: las tres del Litoral, Buenos Aires y Córdoba. Los conflictos entre los gobernadores Manuel Dorrego y Bautista Bustos –Córdoba–, que insistían en dar a la futura organización una impronta acorde con los intereses de sus provincias, dificultó las negociaciones. La Convención aprobó las negociaciones de paz con el Brasil y la independencia de la Banda Oriental. Sin embargo, el fusilamiento de Dorrego, el desplazamiento del gobernador Bustos por el unitario José María Paz (22 de abril de 1829) y la victoria de Rosas y López sobre Lavalle en Puente de Márquez (26 de abril de 1829) modificaron decididamente el tablero político. Paz se dispuso a consolidar su autoridad en el interior, aislando la influencia de Buenos Aires. Con ese fin creó la Liga del Interior, integrada por las provincias de Córdoba, Tucumán, Salta, La Rioja, Santiago del Estero, Catamarca, Mendoza, San Juan y San Luis, y asumió el cargo de director supremo militar. La guerra nuevamente se adueñó de la escena y la Convención de Santa Fe se disolvió a fines de 1829. La victoria de Paz sobre Facundo Quiroga en Laguna Larga (25 de febrero de1830) le permitió consolidar su hegemonía en el interior.
Sin embargo, Facundo no se dio por vencido y se trasladó a Buenos Aires. Con el respaldo de Rosas recompuso sus fuerzas y retomó su ofensiva sobre Córdoba. Mientras tanto, Rosas empezaba a desplegar su política nacional, y el 4 de enero de 1831 las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Corrientes firmaban el Pacto Federal. Con Quiroga instalado en Cuyo y el federalismo del Litoral reunido y dispuesto a recuperar su primacía a nivel nacional, Paz solamente podía apelar a la guerra preventiva, antes de que el adversario se volviera incontenible. Pero la fortuna no le acompañó, ya que fue capturado por una partida de reconocimiento de las fuerzas del santafesino López, lo que hizo naufragar su proyecto. Paz permaneció en prisión hasta 1839.
Las consecuencias fueron inmediatas. Los hermanos Reynafé, José Vicente, Francisco Isidoro, José Antonio y Guillermo, se hicieron con el control de Córdoba y, para sostenerse, adhirieron al Pacto Federal, al que se sumarían en breve lapso la mayoría de las provincias. De este modo, el país quedo repartido bajo tres liderazgos: el de Quiroga, que incluía la zona de Cuyo y el NOA; el de López, en el Litoral y Córdoba; y el de Rosas, en Buenos Aires. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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