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El Congreso libertario en Buenos Aires fue suspendido por la muerte del Papa Francisco, pero en realidad evitó exponer el colapso de un armado político ficticio, sin estructura legal ni militancia real, sostenido por mentiras, corrupción y un liderazgo a la deriva.
El 22 de abril estaba llamado a ser el gran día del desembarco de La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires. Con Javier Milei a la cabeza y la cúpula ministerial envalentonada por encuestas favorables, el oficialismo nacional pretendía consolidar su estructura electoral en el bastión más complejo del mapa político argentino. Pero el evento, previsto en La Plata, fue suspendido por la muerte del Papa Francisco. Y aunque el duelo decretado dio una coartada sacra para frenar el desastre, la verdad detrás del telón es mucho más profana y corrosiva: el armado libertario bonaerense es una cáscara vacía sostenida por mentiras, favores y un aparato político en implosión.
Lo que se salvó no fue un evento; fue una humillación.
Desde el corazón del dispositivo libertario, dirigentes consultados por REALPOLITIK revelan una historia que conjuga improvisación, traición y una monumental estafa política. Sebastián Pareja, el “armador estrella” de Karina Milei en la provincia, prometió lo que no tenía: un partido político. Con la expulsión de Carlos Kikuchi –quien se llevó consigo la estructura legal original–, el nuevo equipo debía construir desde cero una herramienta electoral. Era una exigencia básica, sine qua non. Nunca ocurrió.
En su lugar, se montó un simulacro. La primera idea apareció para comienzos de julio del año pasado. A la vieja usanza, Pareja ordenó movilizar militantes de toda la provincia hasta Morón para una jornada de afiliación. Se esperaba una muestra de fuerza contundente: multitudes firmando su compromiso con el nuevo partido. La realidad fue una puesta en escena digna de un sketch de Diego Capusotto. “Fuimos nosotros con nuestra gente, pero no se afilió a nadie. Era para la foto”, confiesa un coordinador bonaerense desencantado. “Nos metieron a todos en un estacionamiento sin baños ni agua. Nos usaron y nos fletaron”.
Tres días después, el gobierno comunicó que el partido estaba “listo”. Pero durante las últimas horas la Junta Electoral bonaerense lo desmintió: las 12 mil fichas exigidas no estaban certificadas, el proceso legal ni siquiera había comenzado, y la estructura de LLA en provincia de Buenos Aires seguía siendo un espejismo.
Los nombres detrás del derrumbe son conocidos: Sebastián Pareja y Juan Esteban “Juanes” Osaba, el apoderado formal del espacio. Ambos comparten denuncias por corrupción, recaudación ilegal, nepotismo y el desprecio sistemático hacia los referentes históricos del espacio libertario en territorio bonaerense.
“El armado militante está destruido. Se cortó todo vínculo con las bases. A la gente la reemplazaron por punteros nuevos, muchos de ellos con cargos arreglados bajo la mesa”, denuncian desde las entrañas del aparato bonaerense. Lo que empezó con una contundente muestra de fuerza terminó siendo un bochorno con olor a fiambre recalentado. La no estrategia desencadenó la llegada de numerosos dirigentes con prontuario político, ideológico y judicial.
La gran incógnita en lo que queda de las bases militantes de LLA en provincia de Buenos Aires es por qué Karina Milei sigue sosteniendo a Sebastián Pareja. “El Jefe”, como se la conoce en los pasillos libertarios, construyó su esquema político sobre la base de la fidelidad personal, no de la eficiencia electoral. Pero en Buenos Aires, ese modelo cruje. La situación es tan grave que, a pesar del enorme despliegue comunicacional, el espacio no tiene todavía un vehículo jurídico para competir en las elecciones provinciales del 7 de septiembre.
“Pareja le mintió a Karina. Le dijo que ya tenía todo listo. Ahora están desesperados”, confiesa una fuente libertaria que conoce el entramado desde sus orígenes. Mientras tanto, los días pasan, la interna se calienta, y los referentes se multiplican... en su alejamiento.
En este contexto, la muerte del Papa Francisco fue más que una tragedia: fue un salvavidas. El presidente Milei decretó siete días de duelo nacional y suspendió su aparición en La Plata. El funeral del pontífice argentino en Roma postergó lo que podría haber sido el mayor papelón político de su corta carrera como jefe de estado.
El Congreso se frenó, sí. Pero no por respeto. Fue por pánico.
La justificación oficial -un duelo institucional ante la pérdida de una figura histórica- sirvió para maquillar el colapso del armado bonaerense. Porque el escenario que esperaba a Milei no era el de un acto triunfal, sino un salón semivacío, sin estructura legal habilitada, y rodeado de acusaciones por corrupción y desorganización.
Acto seguido, una nueva orden bajó desde presidencia: todo el gobierno nacional debe involucrarse en la convocatoria provincial para arreglar el desaguisado de Pareja.
A la deriva
La Libertad Avanza no tiene intendentes ni concejales de peso en los 135 municipios de la provincia. Su representación legislativa es marginal. Las encuestas muestran preocupaciones crecientes sobre inseguridad, salud y empleo, pero el espacio oficialista no logra traducir esos datos favorables en poder territorial real.
La idea de comenzar la campaña con el lema “La provincia se pone de pie” se convirtió en una ironía involuntaria. Porque hoy la estructura libertaria bonaerense está de rodillas.
Ni siquiera la interna del kirchnerismo -que tensiona la relación entre Axel Kicillof, Cristina Fernández de Kirchner e intendentes del conurbano- puede ser aprovechada por un oficialismo nacional que no tiene con qué jugar. La única fuerza que mantiene La Libertad Avanza en el territorio más complejo del país es una fe ciega en milagros. Y esta vez, el milagro tuvo sotana. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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