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Hace tan solo unas horas se registró una foto de un encuentro que puede ir marcando la cancha en cuanto a la reconfiguración del escenario político bonaerense, específicamente el de la Unión Cívica Radical (UCR), de cara a un dinámico cronograma electoral.
Se trató de una reunión, por demás sugestiva, entre el gobernador Axel Kicillof y el exdiputado nacional y principal referente de la Corriente de Opinión Nacional (CON), Federico Storani, en una confitería céntrica platense a menos de doscientos metros de la gobernación.
Desde ambos entornos deslizan que este encuentro fue ocasional y que tal establecimiento gastronómico suele ser sede de habituales incursiones para una pausa en su gestión, en el caso de Kicillof, y como una suerte de ordenamiento de papeles académicos para el líder radical, después de dar clases en la facultad de Derecho de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
Esa casualidad hizo que ambos se cruzaran, se reconocieran y se pusieran a dialogar sobre actualidad política durante unos pocos minutos y, obviamente, estuvieron presentes temas tales de agenda como la muerte del Papa Francisco o las polémicas declaraciones de la titular del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, según trascendió.
Lo importante no es tanto ese temario, aunque sí, la predisposición de ambos a charlar en un contexto electoral que, en otros años, los tendría alejados a varios kilómetros de distancia. Y más allá de las complicaciones que puede tener Kicillof -en su duelo sin pausa con la agrupación La Cámpora de Máximo Kirchner- es inquietante conocer si esta foto puede surtir efecto puertas adentro de un Unión Cívica Radical (UCR) bonaerense que, por el momento, quedó de hecho acéfalo y a la deriva.
En una situación de profunda incertidumbre, las elecciones de octubre para el comité provincia no sólo no arrojan un ganador, sino que se judicializó al extremo el conflicto entre ambos sectores que compitieron por ese trofeo. En el sector de la oposición partidaria se encuentran las líneas de Evolución, que comanda el diputado Pablo Domenichini; la Vergencia, de Juan Manuel Casella; el manismo, de Facundo Manes; y, obviamente, la CON, de Federico Storani. Este último no tuvo problemas en dialogar con Kicillof aunque quieran meterlo en un complicado entramado donde pueden acusarlo de ser funcional a la interna del kirchnerismo, en donde el gobernador se juega una pulseada importante nada más que contra su mentora y expresidenta, Cristina Fernández de Kirchner.
En un clima en el que el radicalismo no tiene conducción formal ni visible, aparecen los referentes históricos con su capital simbólico y con su trayectoria. Asimismo, Storani, desde los inicios del gobierno de Javier Milei se manifestó, sin titubeos, como un tenaz opositor y se colocó en algunas de las baldosas de esa vereda que también ocupa el mandatario provincial.
La decisión de Kicillof de elegir a Storani como un interlocutor le está dando, en principio, un importante sentido de utilidad para la construcción de, al menos, un espacio común de miradas y análisis, aunque se esté muy distante de algún armado electoral. Por lo pronto, Storani fortalece su protagonismo no sólo en el radicalismo opositor, sino en la política provincial, constituyéndose en un nexo clave para futuras acciones políticas, tales como la puesta en agenda de temas importantes.
A la vez parece fortalecer la idea de que hacerle oposición a Milei, no es una cuestión de hacer kirchnerismo explícito, dado que, a lo largo de los últimos años, el exdiputado nacional se mantuvo muy distante de ese movimiento. De hecho, la foto en cuestión no fue con Cristina ni con Máximo y esto también parece marcar un mensaje importante hacia el escenario político donde todo es incierto, con las barajas en la mesa, esperando el armado de una propuesta clara, tal vez frentista, para conquistar las voluntades de quienes no simpatizan con la propuesta libertaria. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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