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En esta charla con Realpolitik el polímata cuenta de qué va “La conversación infinita”, el espectáculo filosófico que comparte con el pensador y donde ponen sobre tablas cuestiones medulares como la felicidad y la muerte a través de autores clásicos, cuestionamientos a preceptos universales, algo de humor y hasta payadas.
Alejandro Dolina cobija entre sus múltiples intereses la filosofía. No solo como acto de pensamiento y reflexión, claro está, sino también como conducta de lectura, tal como evidencian todas las menciones a autores que realiza desde hace década en sus textos y en sus programas.
Sin embargo, asegura que nunca en su vida hubiese hecho un espectáculo en vivo de la naturaleza de “La conversación infinita” si no se lo hubiese propuesto formalmente Darío Sztajnszrajber. “Me siento muy a gusto y me sale fácil, pero él es un filósofo profesional y yo apenas un aficionado en la materia”, asegura con cierta modestia.
“Todo surgió por iniciativa de Darío después una charla que tuvimos en su programa 'Demasiado humano', de Futurock. 'Demasiado humano, Futurock. Consiste en una conversación que, efectivamente, parece infinita. Especialmente para el público presente, que se retira subrepticiamente antes de que finalice, jaja”, cuenta Dolina a REALPOLITIK con su característica cuota de humor.
Fuera de ironía, el también escritor y compositor detalla: “Lo que hacemos es presentar temas clásicos de la filosofía, en este caso en particular la felicidad, o la posibilidad de ella, y la muerte. Entonces recorremos a los grandes filósofos que han pensado sobre estos dos asuntos.. ¿Para qué venimos al mundo? ¿Nos realizamos? ¿O no nos realizamos? Lo que hacemos es poner en entredicho las cosas que suelen admitirse como ciertas, como verdaderas, como posibles”.
“También hay un poco de humor, porque cuando uno pone las cosas en entredicho, el humor aparece incluso aunque uno no lo convoque —reconoce—. Pero, en el fondo, subyace de manera central el siguiente interrogante: ¿No será que todos los consejos o recomendaciones filosóficas son especies de trampas para que uno sea funcional a un orden que en realidad se abusa de nosotros?”.
“Entonces empezamos desde Aristóteles y la idea de que el hombre debe realizarse según sus capacidad. ¿Pero por qué? ¿Y para qué? Ahí también a los preceptos filosóficos de las religiones. De modo que surge esta sospecha de que todo parece acomodado para inducirte a una conducta”, amplía Dolina.
“Hasta la misma resistencia es puesta también en tela de juicio: no sé si quiero hacer lo que quiero, no sé si el cumplimiento del deseo es en realidad lo que me va a garantizar la felicidad. No estoy seguro de querer que todos mis deseos se cumplan con efectividad de pagaré. ¡No!. Por ahí estoy pidiendo otra cosa: estoy pidiendo la búsqueda, el anhelo de anhelar. Bueno, por ahí va la cosa”,
El espectáculo toma su nombre del libro del filósofo francés Maurice Blanchot y estará este domingo en el teatro Broadway de Buenos Aires (Avenida Corrientes 1155), mientras que el 1 de junio llegará al Espacio Quality de Córdoba. “Darío plantea los asuntos y yo soy una especie de objetor, mientras que al cierre de cada uno hay una de décima de milonga sobre el tema en cuestión, a modo de conclusión filosófica en forma de payada que yo escribo, canto y toco en el piano. En definitiva, el formato de payada no es otra cosa que una conclusión filosófica, jaja”.
RP.- ¿Las preguntas que se van planteando son sanadoras o perturbadoras a la hora de la reflexión?
¡Yo aspiro a que sean perturbadoras! El berretín de la sanación lo dejo para otros. Algunos juegos en la vida no son para ganar ni para sanar, sino todo lo contrario. El amor, por ejemplo: ¿Uno actuaría para ganarle a su pareja o ventajearla? No creo que sea la mejor manera. La filosofía es un poco eso. ¿Cómo empieza a filosofar uno? Cuando se opone a algo que está flotando en el aire, que todos están enunciando, pero que a vos no te parece verdadero. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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