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La capital jujeña fue escenario de una nueva movilización impulsada por familiares y organizaciones feministas, tras los crímenes de Angelina González y Paola Vargas. Exigen políticas reales de prevención y cuestionan la inacción estatal.
En solo ocho días, la provincia de Jujuy volvió a teñirse de luto por la violencia machista. Los femicidios de Angelina González, una adolescente de 15 años asesinada en Pampa Blanca, y de Paola Vargas, en Alto Comedero, encendieron nuevamente la alarma social en una provincia marcada por la falta de respuestas estatales. Ante el dolor y la impotencia, el colectivo “Padres y Madres del Dolor”, junto a organizaciones feministas y sociales, encabezó este martes una masiva marcha que partió desde Plaza Belgrano y recorrió las calles céntricas hasta llegar a Casa de Gobierno.
“Estamos viviendo una situación de extrema vulnerabilidad para las mujeres, jóvenes y adolescentes. Lo que nos está matando es la ausencia de políticas efectivas”, sostuvo con firmeza la abogada Mariana Vargas, referente de la Multisectorial de Mujeres. Desde la manifestación, denunció que la implementación de la Ley Iara, sancionada tras una larga lucha, no alcanza. “El Estado no da abasto. Necesitamos más que lo que existe, porque las muertes continúan. Si no se frena esto, seguirá habiendo víctimas”, agregó.
El caso de Angelina conmociona aún más por la edad de la víctima y las circunstancias del crimen. El presunto femicida, un hombre de 25 años, ya habría confesado el asesinato e intentado suicidarse tras los hechos. Para su madre, Evangelina Barraza, no hay consuelo posible, solo un grito desgarrador de justicia. “Desde el primer momento le dije a la Policía que sospechaba de él y me ignoraron. No escucharon mis pedidos, no secuestraron su celular, me trataron de exagerada. Recién actuaron cuando ya era tarde”, denunció.
La mujer también reveló el destrato institucional y social que sufrió durante la búsqueda desesperada de su hija. “Me dijeron que mi hija era callejera, igual que yo. Me encerraron en un lugar oscuro en la casa de él. Todos sabían lo que le habían hecho. Lo encubrieron. Y el celular de mi hija aún no aparece”.
El dolor de las familias, sumado a la bronca de un sector cada vez más movilizado, vuelve a poner a Jujuy en el centro de la escena nacional por su alarmante tasa de femicidios y la precariedad en las respuestas institucionales. Lejos de ser casos aislados, estas tragedias exponen la falta de prevención, escucha y atención efectiva por parte del Estado.
“Las muertes son porque el Estado deja que nos maten. Nos está fallando y lo necesitamos urgente”, resumió Vargas. En una provincia donde marchar es una forma de sobrevivir, el grito colectivo volvió a sacudir las calles: “Ni una menos, vivas nos queremos”. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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