
Judiciales
Una comerciante de Hurlingham perdió todo en un violento robo y, ante la falta total de respuestas, la gestión del camporista Damián Selci solo le hizo un llamado telefónico “para ver cómo estaba”.
“¿Saben qué hizo el municipio? La llamó para ver cómo estaba”. La frase, lanzada con indignación y dolor desde la puerta de un local destruido, resume la sensación de abandono que viven muchos vecinos de Hurlingham. Pamela, dueña de un Pago Fácil, y su empleada Rosario, fueron víctimas de un violento robo que redujo a cenizas años de esfuerzo y trabajo. Mientras ellas lloraban entre vidrios rotos y el olor a humo, desde la comuna que dirige el intendente de La Cámpora, Damián Selci, prefirieron levantar el teléfono antes que levantarse de la silla.
El hecho ocurrió a pocas cuadras del centro, pero la respuesta de la municipalidad de Hurlingham fue tan lejana como indolente. Una sola patrulla, un agente esperando a la Policía Científica durante horas y, según los testigos, “ni una autoridad presente”.
“El único que actuó como debía fue el bombero”, dicen en el video que se viralizó en redes sociales. Mientras tanto, la impotencia crece. “Pagamos impuestos, trabajamos todos los días, y cuando nos pasa esto, ¿qué hace el municipio? Nada. Un llamado”, resume una vecina entre lágrimas y bronca.
El robo fue ejecutado con precisión: una camioneta importada, cuatro delincuentes armados con un tubo de oxígeno para abrir el tesoro. Se llevaron una suma importante de dinero y dejaron el local en ruinas. Rosario y Pamela, “las chicas simpáticas” como las conocen sus clientes, hoy no tienen dónde ni con qué trabajar. Rosario tiene un hijo que mantener. Pamela, un negocio que ya no existe.
El reclamo es directo: “Selci, ¿dónde estás? No puedo creer que te sigan votando”, grita una vecina, señalando la ausencia total del jefe comunal y su equipo. “¡Un llamado, nada más! Vení, quedate con la gente. Preguntá qué necesitan, aunque no te importe. Mostráte”, exige otra.
La bronca es palpable. El hartazgo también. “Obras por todos lados, pero Bustamante sigue igual. ¿Obras de qué?”, cuestionan. Las cámaras municipales, ausentes. Las autoridades de seguridad, mudas.
Pamela no solo perdió plata: perdió su herramienta de trabajo, su lugar en el barrio, su rutina, su independencia. Y Rosario también. “¿Quién me devuelve lo que me robaron?”, pregunta la daminificada entre lágrimas.
El episodio deja al desnudo la fragilidad de los vecinos frente a la delincuencia y la falta de contención estatal. Y también pone en evidencia el estilo de gestión del intendente Selci, que ante una tragedia como esta solo atina a enviar un tibio llamado telefónico. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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