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Ramón Díaz, veterano de guerra y presidente de la Casa del Exsoldado Combatiente de Malvinas (CEMA), rememoró en RADIO REALPOLITIK FM su experiencia durante la guerra, el rol del Ejército en el silenciamiento de los soldados al regresar de las islas, y la importancia del trabajo de memoria que realiza actualmente la institución que preside.
"Cuando volvimos de Malvinas y nos llevaron a Campo de Mayo, nos hicieron firmar una declaración jurada para no contar nada de lo que había pasado allá. Ese fue el primer paso de la desmalvinización", explicó Ramón Díaz, que integró el Regimiento 7 de La Plata y fue desplegado en las islas el 13 de abril de 1982.
El excombatiente detalló las durísimas condiciones que atravesaron durante el conflicto. “Teníamos que dormir a la intemperie, nos mojábamos, pasábamos frío. Los chicos, cuando les damos charlas en las escuelas, siempre preguntan eso: cómo dormíamos, si comíamos, si tuvimos miedo, si matamos a alguien. Quieren saber lo humano de lo que vivimos”, contó.
Respecto al rol del CEMA, Díaz explicó: “Hace trece años fundamos la Casa del Exsoldado Combatiente de Malvinas para mantener viva la memoria de los caídos, homenajearlos y acompañar a sus familias. Buscamos dejar marcas territoriales en su honor: una escuela, una calle, una plaza. También damos charlas en jardines, primarias, secundarias e incluso cárceles. Malvinas no es solo guerra; es historia, cultura, identidad”.
En la entrevista, el veterano no esquivó las críticas al gobierno nacional por su postura frente a la causa Malvinas. En particular, apuntó contra el presidente Javier Milei por su admiración hacia Margaret Thatcher: “Es una locura. Que el presidente tenga un portarretrato de Thatcher en su oficina es una puñalada para todos los argentinos. No sólo nos excluye, nos ignora. Él ya decía en campaña que admiraba a Thatcher, pero sigue doliendo”.
Consultado sobre el trato que recibieron por parte de sus superiores, Díaz reconoció que hubo maltrato incluso antes del conflicto. “El estaqueo era una práctica habitual. Ya lo sufrimos durante la instrucción en San Miguel del Monte. En Malvinas se repitió. Era el calabozo de campaña. Y sí, hubo compañeros que fueron mejor tratados por los militares británicos que por los propios oficiales argentinos”.
Sobre la rendición, afirmó: “Fue un acto de gran tristeza, pero también de alivio. Nos tenían acorralados en Puerto Argentino, no había salida. No lo podíamos sostener más. Algunos le dicen cese de fuego, pero lo cierto es que firmaron un acta. Igual, entre los soldados, eso pesa mucho: nadie quería rendirse”.
Finalmente, Ramón Díaz subrayó el abandono estatal y la necesidad de políticas activas de memoria: “Los gobiernos, en general, no nos reconocieron. Nos trajeron escondidos, sin homenajes. Sólo en el 40° aniversario hubo algo más de presencia. Pero falta mucho. Si un presidente se anima a decir que admira a Thatcher, eso te muestra lo lejos que estamos todavía de valorar a quienes dimos todo por la Patria”. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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