
Historia
El psicoanalista, escritor y músico Iván Chausovsky conversó sobre las complejidades del amor, el deseo, los duelos, la idealización y las masculinidades en tiempos de redes sociales, algoritmos y vínculos líquidos. En una charla íntima y profunda desde su hogar, desplegó conceptos clave del psicoanálisis con humor, sensibilidad y crítica cultural.
“El amor es el tema”, sentenció Iván Chausovsky al iniciar el diálogo, y aclaró: “Cuando hablamos de amor, casi siempre hablamos de desamor. Amar es arder en preguntas es el diario de un duelo, escrito desde un lugar de angustia, sin estar en posición de analista”. La escritura, reconoció, fue su forma de elaborar el dolor: “No sé si escribir es terapéutico, pero sí es valiente. Sirve para ordenar la locura”.
Autor de los llamados aforrismos –aforismos que juegan con el lenguaje y el absurdo–, Chausovsky explicó que fueron naciendo de frases en redes sociales, muchas vinculadas al amor y el deseo. “La segunda ‘R’ es clave: puede ser una forrada. Me gusta la síntesis que interpela, que incomoda”, afirmó. Su libro A un click del amor recopila muchas de esas sentencias que, según confiesa, comenzaron como juegos lingüísticos y terminaron en textos y reflexiones más extensas.
“La vida sin riesgo es una amenaza para el amor”, sostuvo el psicoanalista. Y citando a Sigmund Freud, recordó: “El que ama sufre, el que no ama enferma”. Para Chausovsky, la idealización es uno de los principales obstáculos de los vínculos amorosos: “Estás enamorado de una idea, no de la persona. Ahí ya estás generando las condiciones para la traición”. En ese sentido, aclaró: “El amor es querer al otro por lo que le falta y por lo que le sobra. No por lo perfecto, sino por lo humano”.
Respecto a los inicios del amor, donde suele predominar esa “falopa” del enamoramiento, admitió que desearía poder enamorarse sin idealizar, aunque no está seguro de que sea posible. “Tal vez sin esa mirada adolescente no pase nada”, reflexionó.
Sobre el debate eterno entre amor y deseo, Chausovsky fue claro: “Yo apuesto a que sí pueden convivir. El deseo genera movimiento y con deseo se coge. El amor cuida, une. Pero también se puede decir ‘puta hermosa’, y eso es amor con deseo”. Citó a Freud y a la filósofa Florencia Abadi para pensar esta tensión histórica y social entre el erotismo y la ternura, especialmente en los vínculos duraderos. “Practiquemos hablar. La comunicación es erótica”, propuso, y agregó: “Los varones somos muditos. Nos cuesta poner en palabras lo que sentimos, y eso nos deja fuera del juego del deseo”.
Desde una perspectiva crítica, analizó también los modos en que los varones han sido socializados en el silencio y la represión afectiva. “A los hombres los erotiza más lo visual, a las mujeres lo auditivo. Hay que aprender a hablar”, insistió. En ese sentido, se refirió a las posiciones subjetivas en el sexo, sin dejar de reconocer el peso de lo cultural: “Más allá de la genitalidad, hay posiciones subjetivas que nos enseñan a actuar como varones o mujeres”.
Consultado sobre los vínculos posesivos y los nuevos modelos de relaciones, Chausovsky planteó: “El apego posesivo es muy problemático. Se sufre mucho. Para poder estar con el otro, hay que saber que también se puede no estar”. Cuestionó la idea de amor como propiedad, y sostuvo que el amor libre no es solo una moda, sino un proceso complejo de transformación emocional: “Hoy en los consultorios se ve mucho sufrimiento por no poder encajar en estas nuevas formas. Se multiplican las heridas emocionales, como el ghosting o la falta de responsabilidad afectiva”.
Finalmente, el psicoanalista propuso una síntesis que atraviesa toda su mirada: “El amor no es perfecto. Es contradictorio, incómodo, deseante. Y si no lo es, probablemente no sea amor”. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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