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5 de junio de 2025 | Nacionales

Frente Para la Derrota

Viva la libertad, carajo: Cristina Fernández de Kirchner y otro guiño a Javier Milei

Cristina Fernández de Kirchner reapareció públicamente en busca de respaldo político y judicial, dispuesta a subordinar al panperonismo a su cruzada personal para evitar la cárcel, aún al precio de encabezar un Frente Para la Derrota.

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Este lunes, Cristina Fernández de Kirchner reapareció ante las cámaras después de casi dos años. La audiencia fue numerosa, en los términos de las mediciones regulares de los medios, pero quedó muy lejos de aquellas apariciones suyas en la que se paraba el país para escucharla, algunos para celebrarla, otros para expresar su bronca y su condena. 

Cristina ya no es lo que era y lo sabe, pero su estrategia no ha variado demasiado desde su salida de la presidencia de la Nación en 2015: hacer todo lo que esté a su alcance para no terminar tras las rejas, tomando al Partido Justicialista y a sus seguidores como rehenes de su cruzada personal. Tiempo atrás trató de rebatir esta interpretación, afirmando que no era la “mascota del poder”. Hoy, crudamente, la realidad la desmiente. La desesperación se ha apoderado de la exvicepresidente, que pretende a toda costa mantener su protagonismo dentro del panperonismo incluso al precio de destruir sus mínimas chances electorales. Siempre creyó que si conservaba un respaldo más o menos significativo en la sociedad, la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina no se animaría a validar el fallo de Casación sobre la Causa Vialidad. Pero las informaciones que llegaron al Instituto Patria en las últimas semanas desmintieron esa hipótesis, por lo que se decidió a apostar a la última carta que le quedaba por jugar: tratar de conseguir el respaldo del gobierno de Javier Milei para retrasar lo inevitable. El oficialismo la precisa libre y en actividad para absorber los votos de todo el anticristinismo en las próximas elecciones, que resultan cruciales para mantener a flote un plan económico que se está cayendo a pedazos. 

Con la interna del pan peronismo bonaerense prendida fuego, la Corte Suprema decidida a actuar –hoy cayó el último escollo, al ser desestimada su recusación del supremo Ricardo Lorenzetti-, y un oficialismo que la precisa en libertad al menos hasta los próximos comicios, Cristina decidió presentarse ante las cámaras para tratar de recuperar centralidad dentro de la agenda política. No dijo nada nuevo: criticó con suavidad las políticas económicas del gobierno nacional, subrayó –sin nombrarlo- el error de Axel Kicillof de separar las elecciones nacionales de las provinciales, confirmó que será candidata a diputada provincial por la tercera sección y criticó a la “familia judicial” y su manipulación de la Justicia, tras lo cual convocó a la unidad.

Las críticas al gobierno fueron acotadas, y ni siquiera se atrevió a advertir que, en caso de una victoria electoral del panperonismo en 2027, se desconocerían las deudas tomadas por la actual gestión a intereses irracionales, lo que realmente hubiera generado un tsunami financiero. En frente suyo, un Gustavo Sylvestre jugando el rol del Luis Majul de Cristina, asentía con devoción ante cada palabra suya. Milei y Cristina se parecen demasiado: sólo dan notas a sus empleados y no admiten repreguntas, sólo manifestaciones explícitas de obediencia. 

El entrevistador no puso jamás el cuchillo en la herida. No preguntó sobre la interna provincial. Tampoco sobre la legitimidad de cuestionar a la “familia judicial” cuando ella había construido su propia “familia política” en el PJ, tomando por asalto el PJN con la colaboración de la ueza Electoral, María Romilda Servini de Cubría, y ubicado a su hijo Máximo Kirchner al frente del PJ bonaerense. Tampoco explicó por qué razón decidió competir en la elección provincial de la tercera sección, donde el peronismo históricamente se impone por amplísimo margen, en lugar de hacerlo en alguna otra más reñida. Cazar en el zoológico siempre es una tentación para los políticos en caída libre.

Satisfecha de su presentación, Cristina se limitó a esperar las repercusiones. En el gobierno celebraron con bombos y platillos la confirmación de su candidatura, por dos razones. La primera es que, con su participación electoral, lo que hubiera sido un plebiscito a favor o en contra de Milei se convirtió en otro, con Cristina como eje. En efecto, aunque se trate de una elección provincial, Cristina terminó nacionalizándola, por lo que logró unificar la agenda tal como quería a pesar de la disociación entre los comicios. La segunda razón es que su candidatura le permite a La Libertad Avanza (LLA) reclamar los votos de todos aquellos que la aborrecen y descalifican, aún incluso a quienes expresan resistencias y cuestionamientos al gobierno de Milei. 

El primer objetivo de su aparición parece haber sido cumplido: poner al oficialismo nacional de su lado en su disputa judicial. Pero la Justicia envió su señal también, y rechazó su recusación de Lorenzetti, por lo que ahora la Corte Suprema está en condiciones de tomar su decisión cuando le plazca.

El segundo objetivo, descalificar a Axel Kicillof y reclamar protagonismo total está en veremos. Al día siguiente a la entrevista Cristina llamó por teléfono al tibio gobernador para proponer la unidad, claro está que una unidad en las condiciones impuestas por ella. La conversación fue breve y no avanzó demasiado, pero ahora su pichón debe decidir si avanza con la construcción de su propio espacio y se presenta con listas propias a las elecciones de septiembre. No puede demorar demasiado esta decisión, porque si se dilata y lo que se ve como una guerra de egos continúa, podría provocar un incremento del absentismo electoral en los votantes del panperonismo, que incluso afectaría las chances de la propia Cristina en la tercera.

Hay otra razón que motivó la salida pública de Cristina: la información difundida por Carlos Pagni y por Marcelo Bonelli sobre la invitación de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) –conducida por Héctor Magnetto- a disertar al gobernador, y estos acercamientos también habrían incluido contactos desde Techint y otras empresas líderes del mercado argentino.  El poder económico es previsor y busca una alternativa de recambio dentro del panperonismo ante el probable fracaso de la gestión Milei, y Axel Kicillof aparece como una figura a tener en cuenta. Esta posibilidad shockeó a la exvicepresidente, que inmediatamente salió a marcar el terreno para dejar en claro que la jefa era ella. Pero a pocos seduce una jefatura que prepara el terreno para la derrota electoral, y que, en lugar de avanzar, retrocede constantemente. 

Cristina fue presidenta, vice y ahora aspira a ser diputada provincial. ¿Cuál sería su próximo objetivo?¨¿Ser consejera escolar? Y esto, siempre y cuando, siga en libertad. Sus acciones y decisiones transmiten con elocuencia su determinación de armar un Frente para la Derrota que le permita exhibir una masa de votantes fieles en la tercera sección. Modesto objetivo para quien supo ubicarse apenas un pasito por debajo de Dios. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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