
Gremiales
Karl Marx afirmaba que “los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio”. El pensador subrayaba que, aunque las personas pueden influir en el rumbo de la historia, sus acciones están condicionadas por el contexto social e histórico que las rodea, heredado del pasado o definido por las fuerzas en juego en su tiempo.
Este miércoles finalmente tuvo lugar el Lolapallooza de Cristina Fernández de Kirchner en plaza de Mayo. Con una nutrida asistencia, que según los organizadores no fue mayor por las detenciones de colectivos que se trasladaban desde distintos puntos del país hacia la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por parte de las fuerzas de seguridad, la frase del filósofo alemán quedó flotando en el aire: ¿Se trató del último vals de la exvicepresidente, quien ahora, debido a la clausura definitiva de su trayectoria institucional y condicionada por las restricciones impuestas a su prisión domiciliaria, irá perdiendo paulatinamente su lugar central en la política argentina, o, por el contrario, el canto de ”Vamos a volver” anticipa una resurrección de su liderazgo deteriorado, en condiciones de semiclandestinidad?
Para el gobierno y para los responsables de su proscripción la jornada terminó con alivio. En la Justicia hasta se había pensado en apelar a francotiradores para proteger la integridad física de sus autoridades para el caso de que la movilización de acompañamiento a Cristina, organizada inicialmente, se desmadrara. De ahí salió la convicción de mantenerla en su departamento, aprobar la prisión domiciliaria y hacer toda la tramitación a través de Zoom y de la asistencia de algunos funcionarios oficiales. Finalmente hubo movilización, pero a plaza de Mayo, en un clima de orden y paz sin alteraciones.
La domiciliaria puede ser leída como un triunfo pírrico de la exvicepresidente, pero no es necesariamente inamovible. Muchos piensan que, en caso de que el gobierno se imponga de manera contundente en las próximas elecciones, podría argumentarse la violación de alguna de las restricciones impuestas para trasladarla tras las rejas y realizar entonces un juego de escarnios similares a los que debió soportar Amado Boudou. Mientras tanto, lo que se discute es política: Cristina hizo llegar su mensaje a los asistentes, auguró un final catastrófico para el plan de Javier Milei y Luis Caputo y no olvidó denostar a la Justicia argentina. También se solazó con el “Vamos a volver” que se entonó en la Plaza. Todo muy lejos del comportamiento esperable en una proscripta política.
Si algo queda claro es que, a partir de ahora, sólo queda esperar emociones violentas. Cristina vio fortalecido su liderazgo dentro del panperonismo, pero no puede capitalizarlo personalmente por su proscripción. Cualquier figura que designe como sucesora, y más aún -como se advierte- si se trata de su hijo Máximo Kirchner, harán colapsar la precaria unidad alcanzada en la última semana. Más aún, a partir de mañana comenzarán las discusiones y tironeos por la composición de las listas. Cristina cree que le han recargado la lapicera y pretende diseñarlas a voluntad. Si no cambia de actitud, el reencuentro habrá sido una ilusión fugaz.
Volviendo al filósofo alemán, nadie sabe qué historia está haciendo. Ni el gobierno, ni la Justicia, ni los megaempresarios, ni los mercados, ni la oposición. Los cambios impuestos por decreto a las facultades policiales parecen adelantar que la violencia y la represión ocuparán un papel destacado y que el plan económico acabará, más temprano que tarde, en devaluación y rebote inflacionario. Las encuestas de los últimos días han confirmado que ya no es la inflación, que ha caído al séptimo lugar, sino la pobreza y el desempleo, los rubros principales de preocupación de los argentinos.
¿Tendrá ese cambio en las prioridades réplica electoral? ¿Cómo reaccionará la sociedad a su constante empobrecimiento? ¿Conseguirá mantener su protagonismo la exvicepresidente en un contexto de semiaislamiento?
Demasiadas preguntas y muy pocas certezas. La jornada de hoy seguramente será determinante para nuestro futuro. El problema radica en si nos conduce hacia Ushuaia o hacia La Quiaca. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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