FESPROSA: “La salud pública se está desangrando en silencio”

“La pandemia nos marcó. Pensamos que iba a ser la oportunidad para que se reconozca nuestro rol, pero no hubo más que aplausos vacíos de parte del gobierno nacional y los provinciales”, expresó María Fernanda Boriotti, visiblemente afectada por la falta de respuesta estatal ante una crisis sanitaria estructural.

La presidenta de FESPROSA señaló que hoy un profesional de la salud que recién ingresa al sistema público gana alrededor de 900 mil pesos, una cifra que está por debajo de la línea de pobreza: “Podés tener diez años de formación, ingresar al sistema y cobrar eso. Es indigno”.

Según explicó, la inflación devora los salarios y las actualizaciones llegan siempre tarde: “El año pasado, en todas las provincias quedamos al menos 30 puntos por debajo de la inflación. La pérdida real de poder adquisitivo fue del 25 por ciento”.

Además, cuestionó la narrativa oficial sobre el sistema público: “Nos venden a los países centrales como si fueran ejemplos de salud privada. Pero en Inglaterra, por ejemplo, hay movilizaciones en defensa del sistema público porque también se está deteriorando con privatizaciones. Nosotros vamos directo al colapso”.

Uno de los puntos más alarmantes de la entrevista fue el éxodo profesional: “Muchos se van. Canadá y Alemania buscan activamente médicos argentinos. En Mendoza, hay profesionales que trabajan una semana en Santiago de Chile y ganan en siete días lo que acá se cobra en un mes. Es insostenible”.

Boriotti también alertó sobre la precarización laboral extrema en algunas jurisdicciones: “En San Luis, los contratos se renuevan cada tres meses. No hay estabilidad. A nivel nacional pasa lo mismo. Por eso pueden despedir tan fácilmente”.

La falta de insumos se ha convertido en una constante, especialmente desde que el gobierno nacional dejó de proveer medicamentos y material médico a las provincias: “Ahora depende de cada gobernador o intendente decidir qué insumos se compran. Eso genera una inequidad brutal en el acceso a la salud”.

Esta situación genera además un fuerte impacto psicológico en los trabajadores del sector: “No poder operar, no poder entregar una medicación o conseguir un turno desgasta. Y ese malestar se convierte en violencia. Somos la cara visible de un sistema que ya no da respuestas”.

Por último, la dirigente sindical advirtió sobre un futuro desalentador: “Las matrículas en Medicina caen, cada vez menos jóvenes eligen esta carrera. Antes había 4 mil inscriptos, ahora 2 mil o menos. Es una profesión con años de formación, de enorme sacrificio, y que hoy no ofrece ni salario digno ni reconocimiento”.

“La salud pública se está desangrando en silencio. Y cuando no haya más médicos que atiendan, va a ser tarde”, concluyó con crudeza. (www.REALPOLITIK.com.ar)

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