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El riesgo país no baja y el gobierno debió suspender la licitación de bontes ante la falta de interés de los inversores.
Mientras que Javier Milei presenta resultados favorables del plan económico imposibles de comprobar y les exige a los “mandriles” que se disculpen en fila, los mercados internacionales respondieron con acciones de reprobación explícitas, que pusieron contra las cuerdas la estrategia diseñada por el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo.
El primer mal trago llegó de la calificadora bursátil Morgan Stanley que, echando por tierra las expectativas oficiales, mantuvo a la Argentina dentro del grupo de las economías standalone, la peor categoría de las disponible, incluso por debajo de las denominadas “economías de frontera”. De este modo, el riesgo país continúa por encima de los 700 puntos, lo que vuelve muy difícil conseguir dólares en los mercados voluntarios de deuda internacionales.
A pesar de que el ministerio de Economía de Argentina había hecho filtrar la especie de que la calificación de nuestro país iba a ser mejorada, la reiteración de la pobrísima valoración de nuestra economía por parte de la consultora internacional en su índice MSCI (Morgan Stanley Capital International) significó una clara señal hacia los mercados de la conveniencia de mantenerse bien lejos de tomar opciones en la Argentina, en vista de las altísimas probabilidades de impago de esos contratos ante la carencia dramática de dólares en nuestras reservas.
De este modo, el riesgo país se mantiene por encima de los 700 puntos, que no sólo lo condena a pagar tasas de interés prohibitivas sino también espanta a los potenciales inversores. Como prueba de esto, el gobierno debió suspender la licitación de bontes ante la falta de interés del mercado. El Bonte es un instrumento financiero que se suscribe en dólares pero se paga en pesos, a tasas que más que duplican la inflación esperada. En su primera emisión tuvo una recepción exitosa por 500 millones de dólares, en vista de los intereses excepcionales que promete, lo que animó al gobierno a lanzar una segunda serie por 3.000 millones en moneda estadounidense. Pero esta vez el mercado manifestó su desconfianza, y apenas recibió ofertas por 800 millones.
Mientras tanto, el gobierno se niega a comprar divisas hasta que no toquen el piso de la banda de flotación acordada con el Fondo Monetario Internacional (FMI), lo cual lo coloca cada vez más lejos de poder honrar los compromisos contraídos en esa negociación, que fijaba un incremento de 4.500 millones de dólares para el 13 de junio. Con la presencia de una delegación de supervisión del organismo de crédito internacional en nuestro país, al gobierno sólo le queda esperar el otorgamiento de un waiver (perdón financiero) para tratar de conseguir la aprobación de la revisión en curso y el giro de otros 2.000 millones de dólares que necesita de manera desesperada.
En las últimas semanas tanto los “mandriles” como el FMI se cansaron de aconsejar a las autoridades argentinas que aprovecharan la liquidación récord de exportaciones de cereales para adquirir divisas y así cumplir con los compromisos acordados. Tal como es su costumbre, Luis Caputo se hizo el distraído y Javier Milei salió a burlarse de sus críticos. Ahora tendrán que solicitar la clemencia del acreedor. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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