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Ante la desconfianza hacia La Cámpora y la falta de garantías en el reparto de listas, el entorno de Axel Kicillof no descarta armar un frente propio a último momento, pese a que públicamente impulsa la unidad del peronismo bonaerense.
El próximo viernes 9 de julio vence el plazo para la presentación de alianzas electorales para los comicios en la provincia de Buenos Aires. Diez días después, será el turno de las listas. De los tres espacios principales que parecen delinearse hasta ahora, el frente entre La Libertad Avanza y el Pro está prácticamente finiquitado, y sólo resta saber qué harán algunos intendentes amarillos: si sumarse a este acuerdo o al que encabezan Emilio Monzó y un sector importante de la Unión Cívica Radical (UCR), que constituye la tercera opción electoral.
En el panperonismo, en cambio, las dudas subsisten. Si hubiera que utilizar un término para describir el clima imperante, ese sería el de desconfianza. Las tres alternativas sobre la mesa siguen siendo la unidad negociando cada cargo, la unidad por distribución de lugares o la presentación de diversas listas representativas de los distintos sectores. En líneas generales, todos declaran que prefieren una lista de unidad, sin dar mayores precisiones, pero el temor a alguna jugada inesperada o desestabilizadora de parte de La Cámpora mantiene viva la alerta interna.
Las discusiones para definir los apoderados traduce la virulencia del malestar que atraviesa a todo el espectro. También se acepta que, en caso de alcanzarse, el acuerdo será “por conveniencia”, “para evitar la catástrofe de la división”, y que en nada mejorará el “clima hostil” imperante desde hace largos meses.
La opción de la unidad es presentada como la más apropiada, para comunicar a la sociedad una mínima señal de cohesión interna, aunque se tiene en claro que es una imagen difícil de recepcionar debido a la virulencia de una confrontación interna que no ha cesado de escalar. Desde La Cámpora se agrega que la división significaría emitir un mensaje muy diferente: la falta de respaldo a Cristina Fernández de Kirchner en su situación de prisión domiciliaria.
Hay otra cuestión adicional en favor de la unidad, y es que es la única alternativa que posibilitaría tener alguna chance de ganar las elecciones de medio término. Si las listas van por separado, aunque sumen más que la alianza entre LLA y el Pro, sería interpretado como una derrota. Con el agravante de que, en estas condiciones, sería muy probable que los discursos incendiarios se direccionen hacia la interna en lugar de hacia las políticas de gobierno nacional.
Hoy se reunirá el Congreso del Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires para definir los temas de la unidad, la composición de listas y el reparto de cargos. Allí estarán presentes, entre otros, Axel Kicillof, Máximo Kirchner y Sergio Massa, del lado del gobernador negocian Julio Alak (La Plata), el denunciado por abuso sexual, Fernando Espinoza (La Matanza), Andrés Watson (Varela) y Alberto Descalzo (Ituzaingó) y por el cristinismo Mayra Mendoza (Quilmes), Federico Otermín (Lomas), Leonardo Nardini (Malvinas) y Mariel Fernández (Moreno).
Pese a que se deberán afrontar dos instancias electorales diferentes, con plazos diferenciados, la idea que predomina es la de discutir todo en un solo paquete, asignándole una participación mayor al sector del gobernador en las provinciales y a La Cámpora en las nacionales. El massismo iría equilibrado en ambas. Según las evaluaciones preelectorales, se aspira a conquistar unas veintinueve bancas de legisladores provinciales y unos quince diputados nacionales. Y aunque no hay definido aún un método de reparto de candidaturas, el tema se complejiza, ya que deberán asignársele lugares a Patria Grande de Juan Grabois, a Nuevo Encuentro de Martín Sabbatella y a Principios y Valores de Guillermo Moreno.
Pero en el entorno de Axel Kicillof predomina la desconfianza. En la cumbre de este fin de semana exigirán la implementación de un esquema de “apoderados con firma cruzada” que garantice que no se oficializará ninguna lista sin el aval del gobernador. Pero, por las dudas, no han descartado la posibiiidad de presentar un frente propio sobre el cierre del 9 de julio –aunque haya acuerdo inicial este domingo- por si la composición de las listas no termina condiciéndose con lo negociado.
“Nosotros trabajamos para que haya unidad. Somos los que ponemos más voluntad para que eso suceda, pero no podemos arriesgarnos a que nos duerman y entonces miramos la elección por tele”, dejaron trascender. Carlos Biando, mano derecha de Kicillof recientemente detenido tras ser descubierto manejando un vehículo oficial en estado de ebriedad, no titubeó al denunciar las constantes “provocaciones” de que son objeto. ”Nos generan dudas las actitudes de Máximo y La Cámpora, pareciera que siempre están buscando romper”.
“Lo que estamos reclamando es una distribución equitativa. Nosotros tenemos la gobernación y somos cuarenta y cuatro intendentes, ellos son unos cuarenta contando a los de Massa. Después, cuánto vale la vigencia política de Cristina y el futuro de Axel es algo más difícil de medir”, confió un caracterizado intendente del kicillofismo.
La estrategia defensiva del espacio del gobernador fue bombardeada desde La Campora. “Sería una señal de mierda. Políticamente no es bueno”.
En estas condiciones se desarrolla el congreso provincial del PJ, que tendrá lugar en Merlo. Asistirán unos seiscientos congresales con el objetivo declarado de facultar al consejo para la conformación del frente con los partidos aliados. Pero allí, en realidad, sólo se discutirá poder entre interlocutores que detestan tener que presentar siquiera una imagen de unidad. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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