
Municipales
Después de transitar un fin de semana caótico, Fuerza Patria presentó sus listas unificadas. Unificadas y no de unidad, ya que los conflictos y la confrontación son las claves de un espacio en el que ninguno de sus integrantes se siente cómodo con su compañía, y todos desearían ver exterminados a sus socios antes que compartir un mismo espacio.
Para el sábado a la tarde estaba todo roto. Las negociaciones no avanzaban y, pese a que se había convenido repartir lugares sin vetar a candidatos propuestos por cada espacio, los vetos existieron y cómo. Cristina Fernández de Kirchner lanzó la ofensiva reclamando que no se presentaran candidatos testimoniales, sino que los postulados deberían asumir efectivamente sus cargos, lo que chocaba con la estrategia de Axel Kicillof y de los intendentes de su espacio, Movimiento Derecho al Futuro (MDF), de encabezar las boletas con autoridades municipales para garantizar el voto territorial en sus distritos.
Tal era el desconcierto que tanto Carlos Bianco -recientemente detenido conduciendo un vehículo oficial en estado de ebriedad-, como Gabriel Katopodis y Verónica Magario le indicaron a sus aliados municipales que armaran listas cortas, en previsión de una ruptura que parecía concretarse a paso agigantado. Ese sábado descolló la tarea de Sergio Massa para garantizar la supervivencia de las listas unificadas. Hacia la medianoche no había acuerdo, por lo que dos oportunos cortes de luz en la Junta Electoral permitieron solicitar una ampliación del plazo de presentación de listas. En lugar de autorizarse su extensión hasta las 14.00 del domingo, tal como se pidió, se lo hizo hasta la misma hora del día lunes 21.00. Pero esta ampliación excepcional no fue un alivio sino un problema, ya que lo que parecía acordado en la madrugada del domingo fue cuestionado en el curso del día por una inflexible Cristina, que volvió a la carga con su rechazo a las candidaturas testimoniales.
Mientras que los medios anunciaban que había acuerdo y que MDF encabezaría las listas de la primera, segunda y tercera secciones, y el resto quedaría en manos de La Cámpora, la virulencia de la negociación volvió a ponerlo en riesgo. Para la noche del domingo volvió a bajarse la orden de armar listas cortas desde la gobernación, y lo mismo estaban concretando los principales intendentes referenciales del espacio, como Jorge Ferraresi y Mario Secco. La alternativa de la ruptura generaba entusiasmo dentro del armado de Kicillof, ya que pocos eran los alcaldes dispuestos a compartir sus listas con La Cámpora, a sabiendas de que, más tarde o más temprano, encabezarán la rebelión contra su autoridad en sus propios distritos.
La orden de armar listas cortas no sólo se bajó de la gobernación: Máximo Kirchner hizo lo mismo con La Cámpora.
Se llegó así al domingo a la noche con una Cristina insistiendo en reemplazar a Verónica Magario con Mayra Mendoza a la cabeza de la tercera sección electoral, aunque finalmente desistió. Los medios próximos al gobernador destacaron su fiereza al discutir con su antigua jefa, que le habría permitido mantener a la vicegobernadora al tope de la boleta. Pero la realidad fue muy diferente, ya que Cristina coló a Facundo Tignanelli, responsable político de La Cámpora en la provincia y jefe del bloque de Unión por la Patria en la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires y a Mayra Mendoza en la tercera. De este modo, Mayra pasaría a ocupar el lugar de Magario –que no renunciará a su cargo en la gobernación- y ocuparía la presidencia del cuerpo legislativo, y Tignanelli pasará a competir por la sucesión de La Matanza. En síntesis: Kicillof y Magario pondrán la cara ante la alternativa de una eventual derrota, pero los frutos se los llevará La Cámpora.
En la primera sección electoral encabezará Katopodis, pero no renunciará, y la número dos en la boleta será Malena Galmarini. Mismo riesgo que en la tercera, apropiación ajena de la victoria en ambos casos.
Además de quedarse con la titularidad de las listas de la cuarta a la octava sección, La Cámpora acumuló muchos más lugares entrables en las listas de los negociados originalmente, a punto tal que podría conservar el número de legisladores que tiene actualmente. Kicillof debió resignar cargos para quedarse con la cabecera de las listas en la primera y la tercera, en negociaciones que implicaron el desplazamiento de candidatos propuestos por el MDF. La victoria simbólica de Kicillof implica una derrota política terminante y la generación de un malestar creciente dentro de su propio espacio que vuelve a poner sobre el tapete su falta de liderazgo.
En la octava sección electoral, la víctima fue Julio Alak, el encargado de solicitar la prórroga del plazo. Allí encabezará Ariel Archanco, actual diputado y presidente del Partido Justicialista (PJ) bonaerense capital, de La Cámpora, y sólo le corresponderá el segundo lugar a la diputada Lucía Iáñez por el MDF y referente del intendente. En lenguaje simple y llano, lo abrocharon.
Detrás de los fuegos de artificio que hablan de que Kicillof consiguió instalar a su espacio como tercer interlocutor en la interna, el resultado real muestra que tanto La Cámpora como el Frente Renovador se llevaron lo que buscaban en el reparto de candidaturas. El gobernador debió resignar lugares estratégicos y verá comprometida su gobernabilidad en los dos últimos años de su gestión, rodeado de una lista unificada que no le responde, a costa de haber instalado el descontento dentro del MDF.
Y eso no es todo: sus adversarios internos insisten en colocar como primer punto programático de la alianza la consigna “Cristina Libre”, en lugar de centrarse en la confrontación con el gobierno de Javier Milei. Habida cuenta de que el 65 por ciento de la sociedad cree que la ex vicepresidenta debe estar presa, queda en claro la debilidad del enunciado. Con una derrota de Kicillof que no sea humillante, Cristina conseguirá limpiarlo de la carrera presidencial, mientras que conservaría los cargos legislativos de la Cámpora y del FR.
Si esto no sucede, quizá le quede a Kicllof la satisfacción de una victoria simbólica, en caso de obtenerla, que le permitiría fortalecer sus pretensiones a una candidatura presidencial en 2027. Pero será un gigante de pies de barro, ya que los engranajes del poder real los continuarán manejando Cristina y Sergio Massa. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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