
CABA
Los fundamentos ideológicos de Juntos Somos Río Negro parecen haberse diluido, y el proyecto que alguna vez se propuso defender lo local se sostiene más en la concentración de poder que en los consensos.
En Río Negro, la política parece girar en círculos, repitiendo fórmulas ya conocidas: promesas incumplidas, lealtades descartables y acuerdos que duran lo que conviene. En el centro de esta dinámica está el actual gobernador Alberto Weretilneck, un dirigente que, a fuerza de pragmatismo y manejo personalista del poder, consolidó su liderazgo en la provincia, aunque no sin consecuencias internas.
La última fractura se hizo visible cuando el vicegobernador Pedro Pesatti, uno de los históricos aliados del mandatario, quedó desplazado de la lista de senadores nacionales. A pesar de tener la promesa de encabezar esa nómina, Weretilneck inclinó la balanza a favor de Facundo López, presidente del bloque Juntos Somos Río Negro (JSRN). Una decisión que generó tensiones que, aunque soterradas, se sienten en el gabinete provincial como una guerra fría silenciosa.
Esta no es una historia nueva. Desde su llegada a la gobernación tras la muerte de Carlos Soria —quien lo había convocado como vice—, Weretilneck ha protagonizado una sucesión de movimientos estratégicos donde antiguos aliados terminan convertidos en enemigos o relegados al olvido. Los “soristas”, empezando por Martín Soria, fueron los primeros en sentirse traicionados.
Más adelante, repitió el mismo patrón con Miguel Ángel Pichetto, referente del peronismo rionegrino que le brindó gobernabilidad en sus inicios, pero cuyos dirigentes también fueron gradualmente expulsados del esquema de poder. Ni siquiera su propio espacio original, el Frente Grande, escapó de su pragmatismo: cuando Weretilneck saltó al Frente Renovador de Sergio Massa, fue acusado de traición por sus compañeros de partido, lo que derivó en la intervención del Frente Grande a nivel provincial.
JSRN, fundado en 2015 como un proyecto de base amplia con referentes de distintas fuerzas políticas, prometía una construcción plural y provincialista. Sin embargo, en los hechos, las decisiones siempre han pasado por la figura del gobernador, quien impuso un liderazgo de estilo caudillesco, donde se espera obediencia y se desalienta la disidencia.
Hoy, los fundamentos ideológicos de Juntos Somos Río Negro parecen haberse diluido, y el proyecto que alguna vez se propuso defender lo local se sostiene más en la concentración de poder que en los consensos. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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