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La Unión Cívica Radical (UCR), en medio de una anarquía interna y sin conducción nacional, se alinea con Javier Milei en busca de conservar poder territorial, con Alfredo Cornejo como principal impulsor del giro ideológico en Mendoza.
Las últimas señales que dieron los máximos referentes federales de la Unión Cïvica Radical (UCR), léase gobernadores, hablan a las claras que las urgencias domésticas para resolver la continuidad en el poder quedaron en las primeras líneas de cuentas pendientes de la agenda.
La ausencia prolongada de debate en organismos nacionales pulverizó la posibilidad de unificar, al menos, un amplio criterio para definir el rumbo ideológico del partido centenario y, con ello, qué socios elegir para el armado de un frente que sea sustentable políticamente y coherente desde la ideología.
Por ejemplo, el comité nacional fue escenario para la asunción del titular Martín Lousteau y, salvo, la elaboración de algunos comunicados de coyuntura, no incidió demasiado en tópicos de una convulsionada realidad económica que merecía algunas repercusiones institucionales.
En tanto, la convención nacional, el máximo organismo de gobierno y que debe definir alianzas, tampoco muestra el más mínimo dinamismo y sólo se acordaron de ella por la renuncia del presidente Gastón Manes para, justamente, irse del partido hacia otra aventura política con su hermano Facundo.
Esta situación similar a la de una hoja desparramada al viento derivó primero en una situación de anarquía que ni siquiera Lousteau pudo controlar, para luego pasar a una suerte de conducción paralela que han venido ejerciendo, a manera de una poliarquía, los gobernadores del radicalismo, principales protagonistas del presente partidario.
Las pruebas de esto son palpables y visibles en las decisiones asumidas por distintos mandatarios provinciales en el armado regional, acorde a una disposición táctica de interes de preservar el poder personal, aún alíandose con quienes históricamente estuvieron en las antípodas ideológicas como es el caso de La Libertad Avanza (LLA).
El reciente caso de Mendoza es un claro ejemplo de cómo avanzar en una situación de relaciones carnales con la Casa Rosada, al acordarse una alianza entre la UCR provincial y los libertarios, cuyo máximo referente Javier Milei señaló siempre a viva voz que le gustaba desayunarse pegándole a un múñeco con la figura de Raúl Alfonsín.
Allí el gobernador y máximo jefe partidario, Alfredo Cornejo, avanzó en esa estructuración teniendo en cuenta varios factores o amenazas a su poder propio que se divisan en forma mediata hacia el 2027.
La amenaza externa es un peronismo que si bien quedó relegado a un segundo plano, ha sido gestión en más de un período, muestra vocación de poder y no dudaría en armar un frente opositor sustentable, aunque sólo le falta un candidato con un perfil descafeinado, desde el punto de vista de la imagen kirchnerista tradicional.
La más evidente amenaza proviene del plano más bien interno y está plasmada desde hace rato por un empoderado mendocino y correligionario como el ministro de Defensa, Luis Petri, quien en más de una ocasión se puso al servicio de la Casa Rosada para la sucesión de Cornejo.
Para cortar abruptamente con las fantasías incubadas en la cabeza de Petri y para perdurar en el poder, Cornejo -único mandatario en volver al poder provincial- demostró fortalezas propias, sellando una alianza que le permitiría “salvar las ropas”, es decir su propia estructura y la del partido.
Además, podría también mantener un estilo que en los hechos permiten advertir una diferencia con la filosofía extrema de La Libertad Avanza, en cuanto al papel del estado. De Cornejo, dicen, sigue creyendo en el estado como promotor de políticas públicas y en eso resaltan su influencia en la educación en su primera gestión y la paulatina y sostenida mejora en índices de calidad del aprendizaje, empezando por la promoción de la lectura y la compresión de textos.
En lo que hace a las diferencias o coincidencias con la política económica nacional, Mendoza se encuentra en un contexto distinto de las grandes ciudades de grandes conglomerados urbanos y eso le provoca otra percepción social de la economía. Además, cabe señalar que en esta provincia cuyana, por su situación regional, se concentran los escasos efectos del RIGI, con inversiones en minería que generan algún movimiento favorable en la economía.
Pareciera, así las cosas, que todo este conjunto de factores inducen a una visión conservadora del paisaje, donde un radicalismo moderado pacta para conservar su poder doméstico a costa de una concesión ideológica importante, donde debe aceptar políticas tales como el ajuste, aún a costa de un importante perjuicio social, o un viraje importante en materia de relaciones internacionales, con un importante acercamiento hacia los Estados Unidos.
Ahora, la prioridad será la de asociarse a los liberales para combatir fuertemente al kirchnerismo, subestimando, claro está, todo el retroceso que produjo la política económica nacional. Mendoza pasó a convertirse en una suerte de nuevo emblema de cambio de perspectiva, donde se priorizan intereses desde la táctica política, dejando o postergando principios de la historia radical desde hacía muchos años y que se habían fortalecidos desde la presidencia de Raúl Alfonsín
Claro está, es un nuevo experimento político que un caudillo federal, en el marco de una anarquía nacional partidaria, se puede dar el lujo de llevar adelante sin ningún escrúpulo. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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