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En los tiempos precisos de una cocinera de tortas, Karina Milei preparó con paciencia el terreno, sazonó la interna y en el momento justo sacó del horno a Patricia Bullrich, vaciándola de poder sin dejar de mostrarla como figura central.
La vendedora de tortas por internet preparó la cena. Reunió los ingredientes, los sazonó, y en el momento indicado, agregó a Patricia Bullrich a la cocción. Era el momento justo: había que expulsarla de cualquier lugar clave en el gobierno, ya que, en caso de que la estrella de Javier Milei profundice su órbita hacia la oscuridad, la ex montonera se convertiría en el recambio presidencial natural para el electorado de centro derecha.
La ministra de Seguridad trató de marcar el territorio en las semanas previas. Declamó y pataleó hasta el hartazgo, multiplicando sus apariciones en los medios amigos, para dejar en claro su pretensión de ocupar con nombres propios las listas de La Libertad Avanza (LLA) para las elecciones de octubre en Ciudad y provincia de Buenos Aires, y de retener el control de la cartera que le dio popularidad con una figura propia.
Pero Karina Milei, en el momento justo, salió a marcarle la cancha. Primero le aclaró que las candidaturas de LLA no serían testimoniales, por lo que no podría dar un paso al costado tras su proclamación como senadora nacional por la CABA. Y al momento del cierre, le dio el zarpazo decisivo: sólo le concedió un diputado en la provincia y otro en la Capital. Jugada maestra.
Ya le había dado un anuncio previo. En las elecciones de legisladores de la CABA, Patricia debía renovar tres escaños, pero sólo le concedieron un lugar entrable en la lista, el de Juan Pablo Arenaza.
Patricia es la figura que más mide del gobierno. Era indispensable tenerla a la cabeza de las listas porteñas, pero también, simultáneamente, vaciarla de poder. Para alguien tan curtido como Bullrich llama la atención lo mal que negoció los cierres, tanto de las legislativas porteñas como de las de diputados nacionales. Con habilidad el gobierno presentó como un premio el primer lugar de la ministra en la boleta de senadores, y también le ofreció seguridades de que sería ella quien eligiera a su sucesor. Pero todos sabemos que honrar sus compromisos no es una característica de esta gestión. Y además, de un plumazo, Karina también se sacó de encima a Luis Petri, quien irá en la lista de legisladores mendocinos. Con un simple pase de magia, “El Jefe” dejó en vacancia a dos ministerios clave de esta gestión: Seguridad y Defensa. Seguramente serán cada vez más importantes en la medida en que la protesta social vaya incrementándose en los próximos meses. Sería absurdo dejarle el crédito a una potencial competidora presidencial.
Pese al reconocimiento público a la tarea de Patricia Bullrich, Karina le vetó a cuatro candidatos que había propuesto en CABA y provincia de Buenos Aires: Pablo Walter, Gerardo Milman, Daniela Reich y Felicitas Beccar Varela, sin molestarse por darle alguna explicación razonable. A Walter le bajaron el pulgar por su condición de armador político, capaz de escalar dentro de la bancada. A Reich y a Milman, porque sus cónyuges estaban incluidos en las listas. De Beccar Varela se argumentó que no era bien vista por los dirigentes libertarios de su distrito.
En el caso de Beccar Varela, le explicaron a Bullrich que no podía ser candidata porque los dirigentes libertarios del distrito donde milita, no tienen un buen concepto de ella. Así, la ministra tuvo que echar mano de Marilú González Estevarena, legisladora porteña hasta diciembre.
Karina, con los Menem y Sebastián Pareja, manejaron los tiempos a la perfección. A Santiago Caputo sólo le dieron un lugar en las listas y a Bullrich, dos. Hasta ahora, los cierres de listas sirvieron para realizar el disciplinamiento interno y demostrar que la voluntad que realmente cuenta es la de “El Jefe”. Pero sus dudas y contradicciones ponen constantemente a su espacio al borde del cisma. Si la crisis se potencia, las salidas se multiplicarán provocando un efecto del tipo “Puerta 12”·
En realidad, lo que avanza no es la libertad, sino la desconfianza. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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