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El Mercado Central, pieza clave del abastecimiento de alimentos en Argentina, está controlado por Fabián Miguelez, hombre de confianza de Mauricio Macri, quien resiste dejar el cargo pese a su mandato vencido y enfrenta graves denuncias por corrupción, vínculos mafiosos y causas judiciales abiertas.
El Mercado Central de Buenos Aires, principal centro de abastecimiento de frutas y verduras de la Argentina, atraviesa una crisis que combina corrupción, internas políticas y el control de una de las cajas más jugosas del país. En el ojo de la tormenta está Fabián Miguelez, actual presidente del organismo, acusado de encabezar una red mafiosa con respaldo político de primera línea.
Miguelez, hombre de confianza de Mauricio Macri, volvió a ocupar la presidencia en diciembre de 2023, en los primeros días del gobierno de Javier Milei. Su desembarco generó ruido: no era la primera vez que ocupaba el cargo. Entre 2016 y 2018 ya había estado al frente del Mercado, hasta que debió renunciar en medio de graves denuncias por corrupción, gastos irregulares, contratos direccionados y viajes polémicos. Incluso el entonces gerente general, Fabio Fabri, elevó una denuncia formal en su contra, mientras la Oficina Anticorrupción, bajo la conducción de Laura Alonso, elaboraba un informe crítico sobre su gestión.
Pese a ese prontuario, Miguelez regresó al sillón presidencial del Mercado Central con el respaldo del macrismo. Su relación con Macri es estrecha: jugaban al golf en Bella Vista y compartían vínculos con José y Pablo Torello, dos hombres de confianza del expresidente. Hoy, según fuentes políticas y gremiales, sigue siendo el “cajero” de confianza del líder del Pro en una de las cajas más importantes del país.
El 31 de marzo de 2025 venció el mandato de Miguelez. Según el esquema rotativo del Mercado, debía ceder la presidencia al representante porteño, Leonardo Sarquis, ex ministro de Agroindustria bonaerense. Sin embargo, Miguelez se resiste a dejar el cargo. A pesar de que formalmente la presidencia ya no le corresponde, sigue operando con respaldo político.
El apoyo de Luis “Toto” Caputo, ministro de Economía de Milei y autoridad de la cual depende el Mercado Central, es clave en esta resistencia. También pesa el entramado de poder que Miguelez supo consolidar en el organismo: vínculos con gremios como Camioneros, ascendencia en la distribución de alimentos y relaciones con intendentes y punteros. Por día, ingresan al predio más de setecientos camiones, lo que convierte al Mercado en un nodo estratégico de negocios y política.
Miguelez no solo arrastra un pasado oscuro: tiene causas judiciales vigentes por abuso de autoridad, defraudación pública y negociaciones incompatibles en trámite en un juzgado federal de Morón.
A las causas penales se suman acusaciones mucho más graves. Denuncias del Sindicato de Trabajadores Rurales lo vinculan con la utilización del Mercado como pantalla para el tráfico ilegal de drogas y armas, un circuito que habría dejado al menos doce muertos, camuflados como peleas entre changarines.
En la misma línea, un informe de Capital24 publicado el 2 de agosto de 2025 describe al Mercado bajo la gestión Miguelez como una estructura mafiosa enquistada en el corazón del abastecimiento: extorsión, protección judicial, presión gremial y cobertura policial, sostenidos por una caja negra millonaria.
Aunque Mauricio Macri ya no ocupa cargos públicos, sigue moviendo los hilos de poder a través de hombres de confianza como Miguelez. El ex presidente mantiene bajo control un engranaje de recaudación paralelo que trasciende la política formal, y que encuentra en el Mercado Central una de sus cajas predilectas.
El estado actual del predio habla por sí solo: instalaciones abandonadas, trabajadores precarizados y una administración cada vez más cuestionada. Mientras tanto, Miguelez se enriquece y resiste a entregar el mando, sostenido por un entramado político, gremial y judicial que lo protege.
En definitiva, el Mercado Central, epicentro del abastecimiento alimentario argentino, se convirtió en mucho más que un espacio logístico: es el escenario donde confluyen negocios turbios, mafias enquistadas y la persistente sombra de Mauricio Macri. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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