
Interior
La estrella de Javier Milei se apaga. Sus arrebatos ya no son celebrados, sino que causan burlas y hastío, y hasta se le ha aconsejado que deje de insultar y cuide más sus formas en sus apariciones públicas. En síntesis, se le ha indicado que si quiere gobernar deje de ser Javier Milei.
Los audios difundidos en los últimos días denunciando casos de corrupción en la Agencia Nacional de Discapacidad -que invariablemente conducen a su hermana Karina Milei y a los primos Menem- han modificado decisivamente la ecuación mediática. Se trata, en principio, de registros de hace más de un año, e incluso hasta había sido archivada una causa sobre la ANDIS por entonces. Pero ahora fue “resucitada”, lo cual conduce a pensar que el problema no es la práctica de la corrupción en sí, sino un cambio sustancial en la consideración del establishment sobre Javier Milei.
En cuestión de horas, las espadas mediáticas más reconocidas que defendían su gobierno o sus políticas se volvieron en su contra. Incluso varios pronostican el inminente fin del actual gobierno, y recurren a criterios morales para defenestrarlo. Le echan en cara las causas que hasta ahora le ayudaron a ocultar: $Libra, fentanilo, contratos oficiales de la empresa de seguridad de los Menem, las valijas ingresadas al país sin control…
Milei está solo, le soltaron la mano, y no por algún acto de corrupción que involucra a su hermana, sino porque su política económica condena al fracaso a los bancos y a las grandes empresas del país, que han sufrido dos años de pérdidas considerables desde que asumió el gobierno.
También Milei fracasó en organizar un sistema de alianzas adecuado para sostener su programa económico. Viene de fracaso en fracaso en el Congreso de la Nación Argentina, los dos tercios que invalidarían cualquier veto se han conseguido en algunos casos y se le han anulado varias herramientas económicas que hasta ahora le habían sido concedidas. El presidente ya no es garantía para un mercado que duda sobre si estará en condiciones de pagar las deudas y compromisos que contrae cotidianamente. No por casualidad este lunes el dólar escaló a 1.370 pesos y acciones y bonos se desmoronaron: el Merval en dólares cayó un 5 por ciento y los bonos un 3 por ciento, que se suman a las bajas de la semana anterior.
El temor del impacto electoral de los audios de coimas y la expectativa de que Eduardo “Lule” Menem pueda ser detenido hacen el resto. En los mercados ya se especula con una derrota electoral del gobierno que, en la práctica, significaría su fin. Los jefes de varias bancadas se reunieron en el fin de semana para evaluar la alternativa del juicio político, mientras que Victoria Villarruel se reúne con gobernadores ofreciéndose como garantía de honestidad, compromiso institucional y recambio.
En el gobierno, para peor, no saben de dónde vino la bala. Para el sector karinista fue el kirchnerismo, aunque no se entiende por qué ahora debería generar un impacto mediático inédito. Del santicaputismo se apunta al tándem Macri-Villarruel y su intención de suceder más temprano que tarde a Milei en la presidencia. Otros aseguran que el hombre detrás de la grabación fue, ni más ni menos, Santiago Caputo. Lo peor es que nadie quiere poner el cuerpo para salir a bancar la parada: sólo los primos Menem, y aún en estos casos, sólo salen en su propia defensa.
El presidente Milei se ha convertido en un pato rengo: lento y vacilante en sus movimientos corporales y políticos. Lo abandonó hasta Luis Caputo, quien opera en los medios para dejar en claro que la debacle del último mes fue consecuencia de una decisión exclusiva del presidente que contó con su oposición.
¿El fin está cercano? Cada día se lo nota más próximo al abismo. Milei experimenta la soledad del poder cuando entra en su claroscuro. El tiempo dirá si será capaz de revertir un contexto tan crítico sin partido propio, sin el apoyo de los mercados y toda la prensa en su contra. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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