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25 de septiembre de 2025 | Nacionales

Swap con Estados Unidos

Si Milei es salvado, ¿se salvará también la Argentina?

En contraposición con el tono eufórico con que el gobierno celebró el anunciado salvataje de Donald Trump, persiste la desconfianza sobre el verdadero alcance de la ayuda y las duras condiciones políticas y económicas que podrían acompañarla.

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En su peor momento, el anuncio de la reunión bilateral entre Donald Trump y Javier Milei tuvo el impacto de una tabla de salvación que súbitamente le permitió esquivar lo que ya se comenzaba a aceptar como su destino inminente: la caída en default y el abandono de la primera magistratura, helicóptero salvador de por medio. Entonces apareció el “amigo americano” del libertario, a través de los primeros rumores y confirmaciones a medias de que el gobierno norteamericano estaría dispuesto a socorrer a su aliado aplicando un mecanismo que hace 30 años que no se ponía en práctica, y sólo entonces había sido activado durante una dura crisis financiera mexicana.

No hicieron falta mayores precisiones sobre el contenido ni los términos de ese apoyo, ni cuando comenzaron los rumores, ni varios días después, cuando tampoco sabemos demasiado. Se ha difundido que el “salvataje” de la Casa Blanca consistirá en tres líneas de auxilio al gobierno de Milei: un swap por 20 mil millones de dólares, la compra de deuda y títulos argentinos y un crédito de monto indeterminado. Por ahora no parecen importar tanto los detalles, sino la confirmación de que el Imperio occidental ha puesto bajo su ala al gobernante argentino. Para el mercado eso hoy basta y sobra.

Una columna de la agencia Bloomberg explicó cuál había sido el peor error del gobierno: “El mayor problema de Milei es su severo error de cálculo (en las últimas elecciones) y falta de una gran coalición política, lo cual ha alimentado las dudas de los inversores sobre el contexto macroeconómico argentino y condujo a una peligrosa espiral de volatilidad”.

El punto débil de la gestión Milei parece haber estado en su soberbia y en su propensión autocrática, que le condujo a dinamitar todos los puentes con las instituciones políticas y con las mayorías sociales a las que defraudó descaradamente. El gobierno norteamericano parece opinar de igual forma: “La administración Trump está decidida en nuestro apoyo a los aliados de EE.UU., y el presidente Trump le ha dado al presidente Milei un raro respaldo a un funcionario extranjero, mostrando su confianza en los planes económicos de su gobierno y la importancia estratégica geopolítica de la relación entre EE.UU. y Argentina.”, publicó Scott Bessent, Secretario del Tesoro americano. Pero esta noticia que sirvió para invertir el ciclo descendente de las variables financieras y que el gobierno celebró como una victoria definitiva, estaba acompañada de una conclusión amenazadora: "Inmediatamente después de las elecciones, comenzaremos a trabajar con el gobierno argentino en el pago de sus principales deudas".

¿Por qué razón ”después de las elecciones” y no inmediatamente? Muy simple, porque Trump antes quiere medirle el aceite a Milei. Saber con qué grado de gobernabilidad contará en el tramo final de su gestión y sus posibilidades de reelección, antes de tomar alguna medida efectiva en términos materiales que lo involucre en la escena internacional. Por ahora sólo son palmaditas y discursos.

Cierto es que la relación entre Milei y Trump comenzó a gestarse desde la etapa en que el norteamericano era candidato presidencial, y eso es valorado, pero el objetivo de las “tierras raras” es vital para el diseño geopolítico de los EE.UU. desde hace mucho, y así lo hizo saber en su momento la administración demócrata que envió a numerosos funcionarios y militares para marcar la cancha ya en tiempos de Mauricio Macri y de Alberto Fernández. También resulta esencial la expulsión –o debilitamiento extremo– de las posiciones chinas en América del Sur. En la actualidad, Trump y los EE.UU. tienen un solo aliado incondicional en las tierras de San Martín y de Bolívar: Javier Milei. De ahí los gestos exagerados y las promesas aún vacías.

De este modo, el “salvataje de Milei” es consecuencia de su importancia estratégica. Pero también preocupa su improvisación, su soberbia, su ignorancia, su incapacidad para generar consensos y gobernabilidad. Por eso, antes de darle el si le han pedido una ”prueba de amor”: un desempeño electoral digno y una alianza de gobierno que le permita imponer la segunda etapa de la motosierra sobre trabajadores y desplazados, y que también sea la garantía de que la “ayuda” norteamericana no será rechazada por el Congreso de la Nación Argentina o por una sociedad movilizada.

El pretendido “salvataje” no es neutro. A México se le exigieron como garantía sus activos petroleros. ¿Qué le pedirían a Milei? Queda en claro que la ayuda no es a la Nación, sino a su aliado. Por eso el condicionamiento electoral para la ayuda.

Si Milei es salvado, ¿se salvará también la Argentina? (www.REALPOLITIK.com.ar)


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