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Pese a su lema de austeridad y al préstamo de 20.000 millones de dólares recibido de Estados Unidos, el presidente Javier Milei aprobó una licitación de más de 40 millones para comprar microondas, cafeteras y hasta picadoras de carne para la secretaría General de la Presidencia, que conduce su hermana.
El presidente Javier Milei construyó su imagen política bajo una consigna clara: “No hay plata”. Esa frase, repetida en actos, entrevistas y redes sociales, le sirvió como justificación para aplicar un programa de ajuste drástico y una motosierra que recortó jubilaciones, subsidios y transferencias a provincias. Sin embargo, en paralelo y durante las últimas horas, su administración aprobó la licitación 23-0009-CDI25, que destinó más de 40 millones de pesos a la compra de electrodomésticos para la secretaría General de la Presidencia, que se encuentra en manos de su hermana, Karina Milei. La misma se encuadra en un sinfín de gastos incomprensibles en los que el gobierno nacional se ha embarcado.
El listado incluye hornos microondas, pavas eléctricas, tostadoras, cafeteras, multiprocesadoras, picadoras de carne, heladeras, jugueras, amasadoras, freidoras y selladoras. El gasto genera críticas no solo por lo superfluo de los bienes adquiridos en un contexto de crisis, sino también porque abre interrogantes evidentes: ¿Acaso no había electrodomésticos en la Casa Rosada y en las residencias oficiales? Y si los había, ¿por qué Karina Milei elige renovarlos en medio de un ajuste que exige sacrificios a los sectores más vulnerables?
Este episodio ocurre días después de que Milei recibiera un préstamo de 20.000 millones de dólares del Tesoro de Estados Unidos, una asistencia financiera que la prensa internacional describió como un “respiro” frente al colapso de reservas y a la pérdida de confianza de los argentinos en su moneda.
El diario alemán Handelsblatt advirtió que el salvavidas estadounidense recuerda al paquete de 57.000 millones que Mauricio Macri obtuvo del Fondo Monetario Internacional (FMI) en 2018 y que no impidió su derrota electoral. Otros medios europeos compararon la situación de Milei con la de un gobierno que “se endeudó hasta el último dólar” y advirtieron que su programa económico depende de recursos externos tanto como de un relato de austeridad.
En paralelo, el titular del ministerio de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, anunció la eliminación de trabas aduaneras para importar electrodomésticos de línea blanca. Hasta ahora, estos bienes estaban incluidos en un listado de objetos prohibidos junto a estupefacientes, armas y explosivos. La decisión oficial flexibiliza el ingreso de productos como heladeras y microondas, justo cuando la propia Casa Rosada destina fondos a equiparse con esos mismos artículos.
La contradicción entre el discurso de la escasez y el gasto en equipamiento doméstico golpea de lleno la narrativa libertaria. Mientras Milei asegura que “no hay plata” para salarios, subsidios o programas sociales, destina millones a bienes que difícilmente puedan considerarse de primera necesidad.
Más allá de la cifra, el gesto político es el que genera ruido: un presidente que reclama sacrificios colectivos pero que, puertas adentro, renueva con dinero público hasta las cafeteras. Una paradoja que, como ocurrió con otros gobiernos, puede volverse un símbolo incómodo de despilfarro en medio de la austeridad. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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