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El gobierno de Javier Milei enfrenta una creciente presión sobre el dólar, con ventas masivas del Tesoro que apenas contienen la devaluación, un panorama electoral incierto y expectativas de ayuda condicionada de Estados unidos y el FMI que definirán la estabilidad cambiaria a partir del 14 de octubre.
Este martes el Tesoro argentino volvió a realizar fuertes ventas de dólares para tratar de contener la corrida bancaria que parece no tener fin. De seguir con este ritmo de intervención, terminaría de perder los 2.200 millones de dólares que obtuvo con la retención cero, que le costaron a las arcas públicas alrededor de 1.800 millones de dólares adicionales por la baja en la recaudación que implicaron. A partir de entonces, sólo quedaría la alternativa de la intervención del Banco Central de la República Argentina cuando alcance la banda superior que hoy está en 1.484 pesos, algo a lo que explícitamente se oponen tanto el Fondo Monetario Internacional (FMI) como el gobierno de Donald Trump.
Por lo pronto, las ventas del Tesoro ya sumarían más de 1.600 millones de dólares en apenas unos días, con resultados bastante exiguo, ya que apenas si consiguió contener el mayorista en 1.430. El Banco de la Nación Argentina vendió el minorista a 1.455, mientras que el promedio que realiza el BCRA de las distintas entidades bancarias alcanzó los 1.460,62. Entre las cotizaciones de los paralelos, el dólar blue subió 0,7 por ciento, colocándose a 1.460 pesos; el MEP se incrementó 2,3 por ciento -1.533,95 pesos-, y el CCL 2,9 por ciento -1.560,11 pesos-. Así la brecha cambiaria trepó al 9,1 por ciento, el máximo en las últimas cuatro ruedas.
El viaje del ministro de Economía, Luis Caputo, a Washington, el fin de semana pasado, hasta ahora no ha obtenido resultado ni efecto de contención alguno sobre la presión de la demanda sobre la divisa norteamericana. Muchos se preguntan qué estará negociando, ya que los días pasan y apenas sí aparece alguna foto informal con Scott Bessent, secretario del Tesoro yanqui, o Kristalina Georgieva, la titular del FMI. Pero las publicaciones en X, sin el respaldo de anuncios concretos o envío de dólares crocantes, están muy lejos de calmar las expectativas de un mercado que se prepara para una de las devaluaciones más anunciadas de la historia. La exigen el FMI, el gobierno norteamericano, los bonistas, los productores y hasta las arcas estatales, que han perdido todo vestigio de superávit, incluido el dibujado aplicando contabilidad creativa durante la mayor parte del gobierno de Javier Milei.
Las autoridades argentinas esperan con desesperación la llegada del 14 de octubre, cuando Milei volverá a encontrarse con Donald Trump. Hasta entonces al menos permanecería Luis Caputo en los Estados Unidos, intentando cerrar un anuncio lo suficientemente potente como para modificar las expectativas cambiarias. Pero el gobierno norteamericano tiene las manos bastante atadas, tanto por las duras críticas internas que respondieron al aviso de salvataje de la administración argentina, tanto de la oposición como de su propio partido y de su base electoral de agrofarmers.
Por esta razón se especula con que lo poco que llegue de los Estados Unidos sea a través del FMI, a través de un swap o de derechos especiales de giro, la moneda que emite el organismo internacional de crédito. En ninguna de esas opciones se trata de dólares en efectivo, y en el caso del swap sólo vendría a condición de reemplazar al vigente con China. Por esta razón hay dudas sobre la reacción de los mercados en el tramo final de una campaña electoral plagada de papelones en los actos, la renuncia del principal candidato en la provincia de Buenos Aires, imputado por lavado de dinero, y los datos decepcionantes que arrojan las encuestas y que el gobierno dejó filtrar de manera informal.
Por si fuera poco, los bonistas que tienen que cobrar hasta enero alrededor de 8.000 millones de dólares han puesto el grito en el cielo al tomar conocimiento de que el gobierno argentino permitió que las empresas se llevaran del país alrededor de 9.500 millones de dólares a través de CCL, por lo que está en dudas que pueda afrontar los compromisos tomados.
La suma de estas circunstancias señala al próximo 14 de octubre como un punto de inflexión, que podrá ser positivo en el caso de que los anuncios de la administración norteamericana consigan seducir al mercado, o terriblemente negativos en caso contrario.
Casi sin divisas en el Tesoro, con la mirada fija del FMI y del gobierno de los Estados Unidos sobre las reservas alquiladas y siempre menguantes del Banco Central, y con un preocupante panorama electoral, el gobierno argentino afronta el tramo final de una campaña en la que viene deshilachándose desde hace tiempo. Y aún en caso de obtener un resultado satisfactorio, el panorama no será sustancialmente mejor, ya que deberá afrontar la segunda mitad de su mandato con las arcas vacías y con una casi segura intervención de su gabinete por parte de Mauricio Macri, el tutor designado por Trump para controlar al libertario y poner en caja sus irracionales iniciativas económicas. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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