
Cultura
En octubre de 1985 el grupo lanzó una obra llena de hits, de himnos y de señales de avanzada que cambiaría el rock argentino para siempre y lo volvería producto de exportación.
Hay varias maneras de abordar la obra de Virus. La primera -la más a mano- es a través de sus hits. También, claro, está la figura de Federico Moura como armonizador de todo el fenómeno que la banda catalizó en su tiempo y espacio. Pero también hay un camino más largo y profundo: el que fueron mojoneando sus discos, cada uno tan personal y distinto, complementario y superador. La aparición new wave con "Wadu wadu", la fiereza política de "Recrudece", el experimento distorsionado de "Agujero interior" y la explosión synth-pop de "Relax" se sucedieron año a año, de manera consecutiva, entre 1981 y 1984.
Dentro de este último contexto, "Locura" (publicado en octubre del 85) representa el momento de mayor éxito comercial y de máxima influencia para la eternidad: existen decenas de covers, versiones y rasgos ineludibles para artistas posteriores. Fue el instante en el que la banda -acaso sin saberlo- pasaba a convertirse en un clásico para siempre a fuerza de sellos distinguibles: el acorde de Fa mayor en piano que abre el álbum como inicio de "Pronta entrega" remite rápidamente a ese momento del rock argentino post Malvinas en el que se imbricaban el baile y la corporalidad (pero con pasiones más profundas que el mero hedonismo) y hasta cierto hálito dark. Technopop after postpunk apto para todo público bajo pinturas multicapa de sintetizadores y poesías que se hacen carne entre lo hondo y lo urgente.
1985 es la primavera alfonsinista en su expansión emocional con el Juicio a las Juntas, pero justo antes de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. La cumbre hacia algunas libertades negadas durante la Dictadura llegaba a un punto desde el cual solo quedaría ir barranca abajo rumbo a las asonadas militares, las presiones de los sectores rurales y económicos, la hiperinflación y el descontento social en un fadeout que daría paso a la aparición del menemismo.
Con Virus ese año ocurrió un fenómeno similar: si "Locura" marcó la desinhibición estético-sexual de un Federico Moura sin tapujos ni formalidades vetustas ("por un minuto abandono el frac / y me desnudo en lo espiritual... para amar"), "Superficies de placer", el disco siguiente, exuda en la entrelínea de su atmósfera mid-tempo la melancolía de una banda consciente de que su cantante iniciaba su despedida. El adiós después del amor.
En aquel año abrió Cemento, se inauguró la Rock&Pop, apareció el suplemento Sí de Clarín, Los Redondos publicaron su disco debut y "Rockas vivas" de Miguel Mateos se convertiría en el álbum más vendido por mucho tiempo. Cuando el rock argentino parecía establecer un punto de quiebre (casi como un mojón de partida desde el cual tomar envión hacia la masividad que se expandiría en los 90) Virus ya había sacado ventaja y aportaba con "Locura" su punto más alto de ventas (más de 200 mil copias vendidas de arranque), un manojo de hits inoxidables y objetos de consumo que resisten al paso de las décadas, los siglos y las tecnologías: cinco de las ocho canciones de ese disco están en su top ten de más escuchadas en Spotify, y tan solo "Pronta entrega" y "Luna de miel en la mano" (los dos éxitos encumbrados de esa placa) juntan más de 230 millones de reproducciones en esa plataforma. Una locura, literal.
A esta altura todos más o menos sabemos que "Luna de miel en la mano" habla de la paja, que "Sin disfraz" es un himno al orgullo y la diversidad y que el Lelouch de "Tomo lo que encuentro" no es otro que el cineasta francés que dirigió "Los unos y los otros", la película que consagró al bailarín argentino Jorge Donn en su hipnótica versión del Bolero de Ravel. También podemos advertir que "Pecado para dos" inspiró veinte años después el estribillo de "Fuego", de Intoxicados (y por eso Pity Álvarez fue invitado por la versión 2000 de Virus a cantarla en la grabación del DVD "Caja negra") y que "Dicha feliz" es un manifiesto eterno sobre el embobamiento al que nos someten dispositivos como en ese entonces era la televisión y hoy podrían ser los teléfonos supuestamente inteligentes.
Lo que en cambio nadie tiene noción es del origen de la primera frase cantada del disco. "'Recordando tu expresión' tiene que ver con que estábamos hablando de nuestro hermano Jorge", sorprende más cerca en el tiempo el guitarrista y compositor Julio Moura. Jorge, el mayor de los seis hijos que tuvieron Pico Moura y Velia Oliva, era militante del ERP, fue secuestrado por un Grupo de Tareas el 8 de marzo de 1977 en la casa familiar de City Bell y aún permanece desaparecido. Sus hermanos ya le habían "dedicado" una canción más explícita en el disco "Agujero interior": "Ellos nos han separado". "No tenía ningún sentido decirlo en aquel momento, ya que fue algo íntimo. Lo importante es la interpretación de la gente, que le da a la música la apertura para que cada uno lo entienda a su manera", le dijo por teléfono Julio al autor de esta nota hace cinco años, acaso buscando bajarle cierto dramatismo. "En una entrevista le preguntaron a Federico si la letra significaba esto o aquello, y él simplemente dijo: 'Solo me acuerdo de que mientras la hacíamos yo lo puteé a Julio, y Julio a mí'. La interpretación de la letra es personal. Uno puede tener el concepto con el que la hizo, que hasta puede ser abstracto. 'Recordando tu expresión' fue lo primero que escribí, pero luego empezamos a tirar y a tirar con Fede... y eso desembocó en la letra final". Efectivamente "Pronta entrega" tomó en su tiempo (y en los posteriores) numerosos significados, aunque nadie haya percibido el detalle de la frase inicial.
Como sea, la resultante de este disco (el quinto de Virus en cinco años desde el iniciático "Wadu wadu" de 1981) fue la yuxtaposición de un montón de influencias e inquietudes, de sonidos y de contribuciones. Una evidencia clara está en el aporte letrístico de dos personas que ni siquiera eran parte orgánica de la banda: el pintor Eduardo Costa (autor de "Luna de miel en la mano") y el sociólogo Roberto Jacoby, quien escribió canciones en prácticamente todos los discos de Virus y varias de las emblemáticas de "Locura". "Según me han contado, ciertos muchachos de renta consideraban a 'Sin disfraz' como un himno profesional", contó Jacoby en una biografía sobre Federico Moura que se repartió gratuitamente en ocasión de un show homenaje. En efecto, la línea "en taxi voy, Hotel Savoy y bailamos" habilitaba esa apropiación tan solo cambiando la primera vé corta por una bé larga y descubrieron que el otrora lujoso hospedaje sobre avenida Callao había devenido en una suerte de alojamiento de renta por hora para ocasionales parejas gays durante los años 80.
En esa misma publicación, Costa explicó que un día Federico Moura le dijo sin rodeos: "¿No querés escribir una canción sobre masturbación?". El artista plástico tomó como punto de partida la frase "todo hombre es su propia esposa o luna de miel en la mano" de Ulysses, novela del escritor irlandés James Joyce. Eduardo Costa jamás había escrito una letra en su vida, aunque luego volvería a hacerlo en "Encuentro en el río musical", esa suerte de canción-despedida de "Superficies de placer", el siguiente y último disco de Virus con Federico en voz. Con la poética resuelta, el grupo redondeó la música casi a último momento en Nueva York, adonde habían ido a hacer la mezcla final del disco.
"En las canciones había una fase de laburo grupal en la que cada cual iba aportando cosas, o bien se adaptaba. Incluso podían sacarse cosas porque no nos gustaban", explica Julio Moura. Guitarrista de alma y vocación, Julio reconoce que en esa época apelaba a los teclados a la hora de la creación "porque me resultaba un poco más amplio para el trabajo de armonías y de acompañamiento de una base para una línea melódica de voz".
En sus manos, más que caramelos de miel, había una ductilidad que le permitió aportar la mitad de las composiciones de "Locura": "Tomo lo que encuentro, "Destino circular", "Lugares comunes" y la mentada "Pronta entrega", probablemente la canción que Virus más rápido se resolvió. "Hay una historia que cuento siempre: lo llamé a Federico diciéndole que había armado verso y estribillo de un tema, pero nos puteamos porque ninguno de los dos quería ir a la casa del otro a terminarlo. Finalmente vino Fede a la mía e invirtió la parte del puente. Hicimos la letra ahí y en cuarenta minutos terminamos. Después le dimos algunos toques más adelante, en el pulido final, pero creo que es la canción que más rápido nos salió. Él creía que 'Pronta entrega" iba a ser el hit de 'Locura', aunque terminó siendo 'Luna de miel'... lo cual demuestra que nosotros no estábamos muy encima sobre qué canciones convenían pasar en las radios. Y, luego, claro, las cosas simplemente suceden y quedan para siempre".
"A partir de 'Agujero interior' no parábamos de tocar en vivo. Por supuesto que las giras son devastadoras, ameritan un esfuerzo muy grande. Y eso nos limitaba el tiempo para preparar un disco, porque cuando volvés a tu casa medio que no tenés ganas de componer. Sin embargo tu ego te manda a querer que salga perfecto", sostiene Julio Moura. "El concepto de éxito no tiene que ver con la venta de discos ni con la convocatoria masiva, sino con el hecho de lograr hacer lo que más te gusta. Eso nos hacía entender que todo era un esfuerzo, pero en pos de hacer algo que amábamos. La clave del éxito es hacer música y que se comparta. Y, de repente, cuarenta años después, entrar a un supermercado y escuchar que está sonando nuestra música". (www.REALPOLITIK.com.ar)
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