Interior
Fuerza Patria tomó las calles del centro de la capital bonaerense a la espera de un triunfo que lo catapulte a las presidenciales del 2027. El uso y abuso del espacio público y el origen incierto de los fondos como común denominador.
Mientras los platenses intentan transitar un domingo electoral con normalidad, el centro de la ciudad se transformó en un auténtico campamento militante. En la manzana comprendida entre las calles 9 y 10, y 51 y 53, el kirchnerismo tomó por completo el espacio público para montar el escenario de los festejos que Axel Kicillof sueña convertir en trampolín hacia las presidenciales de 2027.
Desde el sábado por la tarde, comenzaron a colocarse baños químicos, puestos de choripán y gazebos partidarios, además de un imponente escenario frente al Teatro Argentino, justo frente al hotel Gran Brizo La Plata, donde funciona el búnker de Fuerza Patria. En paralelo, se desplegó un fuerte operativo de tránsito y seguridad con agentes municipales y provinciales que mantienen cortadas varias arterias del microcentro.
El despliegue, que avanza pese a las quejas de vecinos y comerciantes de la zona, se da en un contexto de optimismo blindado dentro del oficialismo bonaerense, que ya huele el triunfo. “Ganó el peronismo”, se escuchó decir a economistas cercanos al gobierno nacional, en línea con las encuestas de boca de urna que comenzaron a circular durante la jornada.
En los alrededores, banderas, bombos y militantes movilizados por Andrés "Cuervo" Larroque y de La Cámpora se mezclan en una puja interna por adueñarse del protagonismo en la foto final.
El propio Kicillof, que votó temprano en La Plata acompañado por su esposa, dejó entrever que incluso un resultado ajustado sería presentado como una victoria. “Perder por 2 puntos sería un resultado favorable”, había dicho el sábado, en un mensaje que buscó moderar expectativas.

Más allá del resultado, lo cierto es que el gobernador bonaerense apostó todo: separó las elecciones provinciales de las nacionales, organizó su propio búnker y montó una escenografía digna de cierre presidencial. Los fondos con los que se financió la estructura siguen siendo inciertos, y los platenses –una vez más– pagan el costo de la política con calles cortadas, ruidos, humo de parrillas y tránsito colapsado.
La gestión de Kicillof siempre estuvo atravesada por la misma postal: militancia, escenario, choripán y un ojo puesto en el sillón de Rivadavia. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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