Martes 04.11.2025 | Whatsapp: (221) 5710138
4 de noviembre de 2025 | Nacionales

Improvisación

Chatarra naval: La Armada Argentina y la polémica compra de fragatas Huitfeldt

La Armada Argentina evalúa adquirir fragatas danesas Iver Huitfeldt para reemplazar sus destructores dados de baja, aunque las graves fallas técnicas de esos buques y la crítica situación presupuestaria y operativa de la fuerza naval ponen en duda la viabilidad de la operación y exponen la profunda crisis estructural de la Defensa Nacional.

facebook sharing button Compartir
twitter sharing button Twittear
whatsapp sharing button Compartir
telegram sharing button Compartir
print sharing button Impresión
gmail sharing button Correo electrónico
por:
Jorge Suárez

En diversos medios especializados trascendió el presunto ofrecimiento de dos fragatas de defensa aérea (AAW) por parte de Dinamarca, clase Iver Huitfeldt, con el objetivo de ocupar el vacío dejado por la baja de los destructores tipo 42 que operó la Armada Argentina. El jefe de la Armada Argentina, almirante Carlos Allievi, en una entrevista a un reconocido portal sobre temas militares, reconoció el interés por adquirir fragatas en el mercado europeo. Estas aspiraciones chocan con la dura realidad de una fuerza afectada por el bajo presupuesto, entre otros problemas.  

En una entrevista brindada en julio de 2024, el jefe del Estado Mayor General de la Armada, almirante Allievi, señaló el interés de la Armada Argentina de buscar un reemplazo para los destructores de defensa aérea tipo 42 (ARA Hércules y ARA Santísima Trinidad, este último construido bajo licencia en astilleros Río Santiago). Estos buques no solo fueron dados de baja no solo por su edad, sino que vieron su carrera operativa afectados por el embargo de armas británico desde 1982. En su momento gracias a sus sistemas de armas, especialmente el misil antiaéreo Sea Dart, permitió a la Flota de Mar, tener un paraguas antiaéreo eficaz junto con el grupo aéreo embarcado de aviones de combate en el portaaviones ARA 25 de Mayo.

A partir de la década del 90, por recortes de presupuesto y las restricciones británicas para la venta de repuestos (afectando la operatividad de los destructores Meko 360, con turbinas Rolls Royce británicas), la Armada paulatinamente fue perdiendo capacidades. Y a partir de 1995, el programa de construcción de submarinos quedó paralizado con la liquidación del astillero constructor (hoy conocido como Astillero Almirante Storni), donde duerme el sueño de los justos el submarino ARA Santa Cruz (gemelo del ARA San Juan, perdido en 2017), esperando una modernización que nunca llegará y los cascos en diversos estados de construcción desde hace décadas. 

La larga agonía de la Armada significó la pérdida de capacidades en materia de guerra de minas (con la baja de barreminas de origen británico), elemento de importancia para mantener libre las denominadas “áreas focales” donde se concentra el tráfico marítimo; vigilancia marítima; exploración y reconocimiento (con la salida de servicio de los aviones P -3 B Orión); transporte anfibio (baja del buque de desembarco de tanques ARA San Antonio); defensa aérea y ataque (salida de servicio por falta de modernización de los Dessault Super Etendard); limitaciones para la campaña antártica (pérdida del buque polar ARA Bahía Paraíso) y luego de la tragedia del submarino ARA San Juan, el arma submarina, de alto valor estratégico, dejó de existir en los hechos. 


El ARA San Juan.

Las escasas adquisiciones de importancia realizada por la Armada en los últimos años fueron cuatro buques de patrulla oceánica (OPV por sus siglas en inglés) clase Gowind franceses. Compra no exenta de polémicas, en atención a los costos (60 por ciento más caro que otras ofertas en el mercado internacional de reconocidas firmas), financiado por un crédito externo, agregándose que la industria naval argentina quedó marginada del proceso, eludiendo la aplicación de la legislación argentina de “compre argentino”. Y un dato curioso: la Armada decidió contraer deuda para construcción de buques de escaso valor militar, dejado de lado la esperada modernización de sus destructores y corbetas.

En este contexto, la conducción naval llevó a cabo la compra de un lote de aviones dados de baja en Francia: 5 Dessault Super Etendard SEM 5, sin soporte del fabricante original y con componentes de origen británico (los asientos eyectores), se transformaron un despilfarro de 14 millones de dólares. La construcción de los buques de patrulla en Francia se llevó a cabo con los plazos previstos, incrementando la deuda externa del país en unos 325 millones de dólares. No se adquirieron los helicópteros para operar en los nuevos buques, limitando sus capacidades. Recién en 2025 se concretaron los pasos finales de cara a la adquisición de cuatro helicópteros Leonardo AW109M (gestiones iniciadas en 2023 con la firma de la carta de intención de la mano del entonces ministro de Defensa de Argentina, Jorge Taiana). 

El titular de la Armada Argentina, en la entrevista mencionada sobre estudios relativos como potenciales candidatos para ser incorporados a la flota de mar, señaló a las fragatas franco italianas FREMM o las españolas Alfa 3.000 (modelo presentado especialmente para el concurso australiano sobre nuevas fragatas para su marina). En el caso de las primeras, tienen un costo aproximado de 670 millones de euros. Grecia adquirió cuatro fragatas FREMM a Italia de segunda mano, por 1.200 millones de dólares. En este contexto, en julio de 2025, el secretario de Asuntos Internacionales del ministerio de Defensa, Juan Battaleme, habló de un presunto ofrecimiento por parte de Dinamarca de las fragatas Iver Huitfeldt como también de los buques clase Absalon, también provenientes del citado país nórdico


La fragata danesa Iver Huitfeldt.

Las fragatas danesas y su lado “B”

Los buques Iver Huitfeldt, al parecer, sobre los cuáles habría un interés por parte tanto del ministerio de Defensa argentino como de la Armada, es una clase formada por tres fragatas de 138 metros de eslora, 6600 toneladas de desplazamiento y una autonomía de unas 9000 millas náuticas. Estas son medios de defensa antiaérea (buque especialmente diseñado para defender a una fuerza naval de ataques aéreos tanto de aeronaves como de misiles o drones).

El armamento consta de dos piezas OTO Melara de 76 mm, sistemas de defensa de punto de 35 mm, cuarenta y cuatro lanzadores de misiles antiaéreos RIM -66 SM -2 y RIM -162 ESSM de tecnología estadounidense. El armamento antibuque consta de dieciséis misiles Harpoon y torpedos antisubmarinos MU 90. Los buques operan helicópteros Sikorsky MH-60R. Las fragatas cuentan con módulos StanFlex, concepto que permite el rápido reemplazo de los sistemas de armas. Estamos teóricamente ante un barco con un importante poder de fuego, gran capacidad de defensa antiaérea, larga autonomía y tripulación reducida (ciento diecisiete efectivos). En su proceso de construcción fueron utilizados sistemas de armas como también componentes de buques más antiguos, a los fines de reducir costos de construcción. 

Las fragatas Huitfeldt son los medios con mayor capacidad militar de la Real Marina de Dinamarca, como también los más modernos (construidos en 2011). En marzo de 2024, quedaron en evidencia fallas en la construcción, especialmente la integración de los sistemas de armas y de combate de estos navíos. En el marco de la Operación Guardián de la Prosperidad en el Mar Rojo, el sistema de combate de la Iver Huitfeldt, cabeza de la serie, tuvo problemas. La tripulación demoró más de media hora en poder subsanar los problemas del sistema de combate ante un ataque con drones desde Yemen. A pesar de haberlo rechazado (agregándose que buques de combate de la OTAN estaban presentes y contribuyeron al rechazo del ataque), las fallas obligaron que el buque tuviera que regresar a Dinamarca. En el hipotético caso de un ataque misilístico o de un ataque con drones de mayor magnitud, situación factible dado las capacidades de las fuerzas de los hutíes, dicha demora hubiera sido fatal. Los problemas no solo se limitaron a los sistemas de defensa antiaérea, sino que también quedaron inutilizados los cañones de 76 mm, que opera como sistema de reserva para derribar drones

Los radares de detección y control del tiro del navío, junto con otros sensores, el sistema de comando, las armas y el sistema de propulsión, debían funcionar de forma coordinada y simultánea. El radar de búsqueda debía detectar la amenaza -dron o misil- transmitir la información al radar de control de tiro, que fija el objetivo y el sistema de misiles requiere dicha información. En este proceso hay un operador humano por un plazo breve de tiempo. El misil debe lanzarse y adquirir la amenaza, sea empleando los “reflejos” del radar de control de fuego o su propio radar activo, o ambos en diferentes momentos. En otras palabras, el misil puede ser guiado por comandos en red, utilizando información del buque o de una aeronave. Mientras tanto, el sistema de generación debe alimentar y refrigerar todo este equipo de manera eficiente y muchos casos controlar la propulsión. En atención que muchos componentes son “trasplantes” y no estar diseñados para funcionar en conjunto, por eso las fallas. 


Mar Rojo.

La situación vivida en el Mar Rojo llegó a los medios daneses. El comandante del buque, capitán Sune Lund en una entrevista dada a un importante medio de prensa de Dinamarca, dijo que el problema técnico vivido en el buque bajo su mando frente a la amenaza hutí era recurrente, pero intentó minimizar la emergencia vivida frente a las costas del Yemen.

Desde el mismo Folketing, como se lo denomina al parlamento danés, fueron requeridas explicaciones: "Es completamente escandaloso. No debería ser posible", afirmó Mai Mercado, portavoz de defensa del Partido Conservador.  En cuanto al titular de la cartera de defensa, Troels Lund Poulsen, señaló que no estaba al tanto de las fallas de los buques Huitfeldt. Esto le costó el cargo al comandante de la Defensa de Dinamarca (máxima autoridad militar) general Flemming Lentfer, por no revelar las “novedades” de las fragatas Huitfeldt.  

La prensa de Dinamarca tuvo acceso a informes clasificados, que fueron publicados parcialmente, donde resaltan el grado de desactualización de los sistemas que operan las armas de los buques cuestionados. El ministerio de Defensa inició una investigación y dado la situación vivida en el Mar Rojo, Copenhague se retiró del acuerdo de participar de la fuerza naval permanente de la OTAN (SNMG 1) por no estar en capacidad los buques para lidiar con las amenazas de los hutíes.

El nuevo comandante de la Defensa, general Michael Wiggers Hyldgaard señaló al respecto: “Es característico de las unidades de las Fuerzas Armadas de Dinamarca que se ponen en acción y siempre están dispuestas a cumplir la misión. Sin embargo, en este caso concreto, he tomado la decisión colectiva de no recomendar el despliegue de la fragata como unidad de combate mientras existan cuestiones sin resolver respecto a la composición y el armamento del buque. He actuado así ante el empeoramiento del panorama de amenazas y porque las unidades que enviamos deben estar preparadas para cumplir la misión. Se lo debemos a nuestros empleados, a nuestros socios y a la población danesa”. 


El general Michael Wiggers Hyldgaard.

En abril de 2024, otro buque de la serie la fragata Niels Juel, sufrió un incidente en el cual las autoridades danesas ordenaron el cierre del tráfico aéreo y marítimo alrededor de la base donde estaba amarrado, al no poder desactivar el propulsor del motor de uno de los misiles antibuque Harpoon. 

La imposibilidad de los técnicos de resolver los problemas de varios sistemas de los navíos de la clase Huitfeldt, llevó a la Marina danesa a emplear los buques de la clase citada como fragatas de patrulla y entrenamiento, e iniciar los estudios previos para buscar una nueva clase de fragatas de defensa antiaérea. El costo de la actualización de los sistemas de control de fuego y sensores se estima en unos 150 millones de dólares por buque, algo económicamente inviable.

En junio de 2025 el comandante de la Defensa, general Michael Hyldgaard, por medio de un comunicado, consideró la reconversión en buques de patrulla oceánica, reduciendo las capacidades de armamento y sensores, descartando la idea de modernización como de su venta, dado la necesidad de incrementar las capacidades de patrulla y vigilancia de los espacios marítimos daneses. El ahorro resultante de no modernizar las citadas fragatas -a juicio de Hyldgaard​​​​​​- debe ser orientado a la adquisición de una serie de navíos de defensa antiaéreo.

En cuanto a los buques clase Absalon -sobre los cuáles, según lo trascendido desde el ministerio de Defensa argentino, habría posibilidad que fueran puestos a la venta-, el informe del actual jefe de las fuerzas armadas de Dinamarca rechaza esa posibilidad y, dada la tensión con Rusia, cobran especial valor por sus capacidades de guerra antisubmarinas

El amateurismo, muy presente en el área de Defensa, no solo no evaluó el duro informe que la prensa danesa hizo de los buques en cuestión y que no serían puestos a la venta, sino que tampoco ponderó las declaraciones de la máxima autoridad militar de dicho país, donde las fragatas clase Absalon no estarían disponibles, dado las necesidades que tiene Dinamarca en materia de defensa de sus intereses como los compromisos asumidos en la OTAN, especialmente ante las tensiones crecientes con Rusia.  

La crisis naval argentina 

En septiembre de 2024, en diversos medios, fue dado a conocer la adhesión de la Argentina a la Fuerza Marítima Combinada (CMF, por sus siglas en inglés). Esta es una alianza multinacional, con funciones de seguridad marítima, centrando su esfuerzo en la lucha contra la piratería, contrabando de armas, terrorismo, narcotráfico, como también actuar en situaciones de crisis humanitaria y/o ambiental. Los países participantes, despliegan sus medios especialmente el Golfo Pérsico, Mar Rojo y el Índico. Esta organización la encabeza un vicealmirante de la Marina de Estados Unidos, secundado por un comodoro de la Marina Real británica. Los estados parte contribuyen desde oficiales de enlace a buques de diverso tipo y aeronaves. En atención a la situación de la Armada Argentina, genera serias dudas sobre el nivel de compromiso que pueda asumir en dicha coalición internacional, agregándose el interrogante que intereses nacionales están en juego para participar en escenarios como el Mar Rojo, Golfo Pérsico, el Golfo de Adén o las costas de Somalia


Javier Milei no aprendió la lección con los F-16 comprados a Dinamarca.

Desde el ministerio de Defensa especulan con enviar un avión P-3 Orión para apoyar la CMF -ignorando que el requerimiento para una eficaz patrulla marítima de nuestros espacios marítimos exige como mínimo seis aviones de ese tipo- y el jefe de la Armada Argentina, en diversas entrevistas, nos habla de planes sobre fragatas y submarinos nuevos (incrementando la deuda externa en 2.000 millones de dólares si se lleva a cabo el contrato con Francia). Mientras tanto, existe una realidad en materia de escaso presupuesto para inversiones y mantenimiento, carencia de bases adecuadas (desde fines de los 90 se espera poner activar la base Caleta Paula o la Base Naval Integrada Ushuaia), la falta de motivación que provoca la salida de cuadros calificados, sin buques de transportes navales, fuertes limitaciones en capacidad para búsqueda y rescate (la Argentina es signatarias de convenios internacionales al respecto); la infantería reducida a la mínima expresión; patrullado marítimo con limitaciones para tiempos de paz; ausencia de capacidad antisubmarina moderna; y los principales medios de la flota cargados de años (más de treinta y cinco años promedio) y sin vistas adoptar medidas para garantizar cierto nivel de operatividad. 

En la región el camino es muy distinto al seguido por nuestro país.

Chile aprobó el Plan Nacional de Construcciones Navales por decreto del presidente Gabriel Boric, con el objetivo de generar sinergias entre sectores público y privado, además del mundo académico, contribuyendo tanto a fortalecer la defensa nacional, como al desarrollo nacional. La Armada chilena cuenta con el astillero estatal ASMAR, una empresa competitiva gracias a una visión de largo plazo.

Perú, a pesar de la inestabilidad política, el astillero SIMA, también de la Marina de Guerra, en alianza con astilleros surcoreanos, lleva a cabo adelante, un programa de construcciones de patrulleros oceánicos, buques logísticos, buques anfibios, fragatas y posiblemente submarinos.

En Argentina, en cambio, las capacidades de la industria naval y el talento de su personal se encuentra desperdiciado, dado que la dirigencia política parece no entender que la Defensa Nacional no es un gasto sino una inversión, que no solo provee seguridad al país, sino que puede ser motor del desarrollo nacional y generación de miles de puestos de trabajo. (www.REALPOLITIK.com.ar)


¿Qué te parece esta nota?

COMENTÁ / VER COMENTARIOS

¡Escuchá Radio Realpolitik FM en vivo!