Cultura
En contraste con las proyecciones que anticipaban un derrumbe político, Javier Milei emergió fortalecido tras las elecciones de octubre, consolidando poder interno y neutralizando a sus adversarios. Karina Milei reaparece como figura clave del armado libertario, mientras la marginación de Mauricio Macri reconfigura el mapa de poder.
Nada quedó en pie de los pronósticos que se formularon antes de la elección del 26 de octubre. Antes de la compulsa, el gobierno de Javier Milei estaba al borde del colapso, y en distintas conspiraciones empresariales los nombres de Santiago Caputo y de Juan Schiaretti aparecían como los nuevos hombres fuertes para la segunda mitad del mandato. Las estimaciones sobre los resultados de los comicios le daban una bajísima intención de voto al oficialismo, y así fue que Karina Milei fue ocultada en el tramo final de la campaña y ya aparecía separada de su cargo y, con ella, los primos Menem. Se le cuestionaban sus oscuros manejos como recaudadora pero, sobre todo, haber adoptado una estrategia electoral errada.
Pero la política enseña que nadie debe ser velado en las vísperas: los resultados electorales convalidaron el diseño elaborado por Eduardo “Lule” Menem y respaldado por la hermanísima presidencial; el gobierno consiguió cumplir la exigencia de victoria formulada por Donald Trump, las acciones y los títulos públicos rebotaron y el gobierno alcanzó, con la migración de los diputados de Patricia Bullrich al bloque de La Libertad Avanza, el tercio deseado para evitar juicios políticos y convalidar vetos, sin necesidad de negociar un solo voto externo. Más aún, con los aliados habituales que, tras rebelarse, volvieron al redil libertario, se alcanzarían las mayorías para aprobar proyectos de ley. Tal como afirmaba Javier Milei meses atrás, en las elecciones de medio término, La Libertad Arrasa.
El pobre Juan Schiaretti debió archivar una vez más el anhelado traje presidencial, derrotado sin piedad en su propia Córdoba. Los gobernadores de Provincias Unidas sólo obtuvieron una victoria en Corrientes, por lo que debieron agachar la cabeza y someterse nuevamente a la voluntad del ejecutivo. Y el "Mago del Kremlin" se encontró de golpe sin trucos. Su sueño de convertirse en jefe de Gabinete todopoderoso con el aval de un sector de la administración de los EE.UU. colapsó sin atenuantes. Karina, una de las grandes vencedoras de la jornada electoral, impuso a Manuel Adorni como jefe de Gabinete, y prestó su acuerdo para que Diego Santilli ocupara el ministerio del Interior. Este último cargo se lo habían ofrecido a Santiago Caputo en condiciones que hubieran acotado sensiblemente el poder que vino detentando durante los dos años iniciales de gobierno. Una burla lisa y llana. Santilli, en cambio, las aceptó. Para él es todo ganancia, aunque deba limitarse a convertirse en una especie de comunicador, sin manejo de fondos y con facultades sensiblemente recortadas.
Curiosamente tanto Adorni como Santilli terminaron siendo candidatos testimoniales, algo que el oficialismo fustigó al analizar las listas de la oposición en las elecciones provinciales, calificándolo de “farsa”. Pero el gobierno no tiene memoria: la historia es un abismo de olvidos que no le conviene sacar a la luz. Nadie se lo echará en cara: los opositores porque hicieron lo mismo; el blindaje mediático porque ahora le conviene.
Por último queda Mauricio Macri, un constante derrotado en su competencia habitual con Javier Milei. Se enteró en la breve reunión del viernes de la renuncia de Guillermo Francos, con quien tenía muy buen diálogo. La vicepresidenta Victoria Villarruel quedó borrada de la escena. Y el capital político reducido enormemente del histórico jefe del Pro evanesció: ya no lo precisan para conseguir votos en la Cámara de Diputados de la Nación, y lo poco que le queda será objeto de apropiación por parte de LLA en los próximos meses.
Mientras tanto, Cristina Fernández de Kirchner baila en su balcón celebrando la derrota de Axel Kicillof, mientras que Máximo Kirchner hace morisquetas a espaldas del gobernador. El panperonismo implosiona y corre riesgo de desaparecer. Quedaron aferrados a la nave del pasado y del olvido, mientras que Javier Milei señala el futuro. Aunque, una vez más, los pronósticos sobre ese futuro no permitan concebir racionalmente ningún escenario optimista. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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