Nacionales
Después de la inesperada y contundente victoria del oficialismo en las elecciones nacionales de medio término, Javier Milei se lanzó a construir, ni lerdo ni perezoso, su nueva coalición política, atendiendo a las exigencias del Fondo Monetario Internacional y del gobierno de los Estados Unidos.
Profundamente empoderado por los guarismos electorales, Javier Milei pretende articular sus nuevas alianzas sobre los ejes de las reformas laboral, tributaria y penal, apuntando a los gobernadores como componentes indispensables, no sólo por su dominio territorial sino también por las bancas legislativas nacionales que manejan. Ante la magnitud del triunfo nacional del Ejecutivo, los gobernadores agachan la cabeza y acuden, solícitos, a las convocatorias oficiales, sobre todo en los casos de quienes intentaron explorar una tercera vìa con Provincias Unidas, y fracasaron espantosamente en el intento.
Llama la atención la rapidez con la que el gobierno definió un plan de acción para construir un nuevo diseño hegemónico y lo puso en marcha inmediatamente, teniendo en cuenta que los pronósticos electorales anticipaban un horizonte mucho más sombrío y hasta ponían en duda la continuidad de Milei. Así, todos los que habían tomado distancia de la gestión especulando con la obtención de beneficios de una derrota electoral oficialista fueron fidelizados nuevamente desde una posición de poder de la gestión. Tales son los casos de Santiago Caputo, quien conserva aún las áreas a su cargo pero no fue incluido en el gabinete y fue degradado en su influencia en el proceso de toma de decisiones, o de los gobernadores dialoguistas, que ahora deberán resignar aún más sus pretensiones y subordinarse al plan de acción del oficialilsmo. Las reformas en curso, prima face, no parecen ser demasiado beneficiosas para ellos, pero se verán obligados a acompañarlas.
Los grandes vencedores, por el contrario, fueron naturalmente Javier Milei, su hermana Karina Milei y Luis “Toto” Caputo. La hermanísima presidencial ubicó a Manuel Adorni al frente de la Jefatura de Gabinete, y a Diego Santilli, en el ministerio del Interior; mientras que el “Messi de las Finanzas” colocó a Pablo Quirno, en la Cancillería Argentina. Otros vencedores, aunque en menor grado, fueron Patricia Bullrich y Luis Petri, quienes están a punto de coronar la designación de sus propios sucesores ministeriales, Alejandra Monteoliva y Luciana Carrasco.
Karina, además, consiguió confirmar a Martín Menem en la presidencia de la Cámara de Diputados de la Nación, y muy probablemente instalará a Nadia Márquez en la presidencia provisional del Senado de la Nación Argentina. Gabriel Bornoroni seguirá en la conducción del bloque libertario en la Cámara Baja, mientras que Bullrich presidirá el bloque del Senado. De ningún modo le concederían la presidencia provisional de la Cámara Alta a “la piba”, ya que conocen tanto sus ambiciones como su falta de códigos para alcanzar sus objetivos.
Con su nueva alianza, que se complementará con una agenda mucho más activa de viajes de Javier Milei por las provincias argentinas, el gobierno pretende mostrar músculo para debilitar aún más la disposición del sindicalismo a confrontar para tratar de hacer colapsar la reforma laboral. Cada vez más fracturada internamente, la Confederación General del Trabajo (CGT) teme que le aguarde un destino similar al del movimiento piquetero, que fue literalmente demolido por el gobierno actual. Es sólo el tramo final de un largo proceso de declinación sindical que parece estar transitando sus horas decisivas.
Con Cristina Fernández de Kirchner presa y alejada del ejercicio de cargos públicos de manera vitalicia, intendentes y gobernadores peronistas han abandonado su respaldo, preocupados por su capacidad de daño interno que dificulta toda posibilidad de diálogo y de debate de nuevos proyectos y programas. Más aún, las recientes movidas en el Senado han permitido confirmar la existencia de un pacto entre “La Jefa” y su primogénito con Javier y Karina Milei que reconoce como enemigo común a Axel Kicillof.
El gobernador bonaerense, por su parte, transita horas oscuras. El cristinismo pretende responsabilizarlo de la derrota de octubre, pese a que las listas provinciales fueron confeccionadas por la propia Cristina. Pero el vuelco electoral le significó un giro copernicano negativo, ya que de gran vencedor y obligado candidato presidencial en 2027 pasó a convertirse en una especie de cadáver político en octubre, gravemente debilitado además por su precaria instalación en la Legislatura provincial.
El peronismo no cristinista, por su parte, considera seriamente su acercamiento al gobierno, mientras que el sindicalismo trata de hacer control de daños, el cristinismo ensaya un pacto con el oficialismo nacional y Axel se encuentra cada vez más aislado y debilitado. La contracara es el gobierno nacional, que consiguió avances sorprendentes en su respaldo institucional en apenas quince días post elecciones. El problema que podría presentarse es la reacción social, hasta ahora aletargada, ante la destrucción de la economía real, la caída constante de ingresos y el incremento permanente de la desocupación y la precariedad laboral, cuestiones que se agravarán en caso de que el gobierno tenga éxito con su programa de reformas.
Por ahora no significa una cuestión urgente a resolver, pero el absentismo electoral de casi el 50 por ciento de la población demuestra que la escisión entre política institucional y sociedad no deja de incrementarse. ¿Se limitará a dar la espalda a los comicios, o en algún momento pasará a la acción? Por ahora el gobierno no lo ve como un problema, por su tendencia a actuar sobre la coyuntura. Pero se trata de una cuestión que no debería ignorar, sobre todo si la reelección de Milei pasa a convertirse en el eje de las políticas oficiales. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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