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17 de noviembre de 2025 | Cultura

Misterio, clasicismo y distorsión

Rata Blanca y la historia de "Magos, espadas y rosas" a 35 años de su publicación

Después de su disco debut, la banda editó en 1990 la obra que haría del metal argentino algo popular pero sofisticado, agresivo pero también romántico. Walter Giardino y compañía lo refrendarán este miércoles en el Movistar Arena.

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por:
Juan Provéndola

Para 1990 la cultura alrededor de la música pesada en Argentina ya tenía su propia prehistoria (primero El Reloj, luego Riff), su banda fundacional (V8), un grupo que estaba penetrando en los barrios populares (Hermética), una pequeña escena con cultores de distintas escuelas (la NWOBHM de Kamikaze, el thrash de Lethal, el glam y el hard rock de Alakrán) y hasta algún que otro epicentro geográfico de encuentro como los puestos de discos del Parque Rivadavia o el boliche Halley del microcentro porteño.

Parecía que en ese breve tiempo ya estaba todo dicho. Pero no: Rata Blanca vino a demostrar que el género también podía ser un producto masivo, televisado y con hits radiables. Después del homónimo disco debut, "Magos, espadas y rosas" -su sucesor- rompió con todo lo conocido hasta ese entonces: vendió 300 mil copias en los primeros meses y trepó a los cinco millones en lo sucesivo. Tres décadas y media años después sería difícil explicar y entender a la cultural metálica criolla sin ese disco clave que zanjó un hito, un antes y un después que hizo escuela y expandió los límites de lo que entonces podía considerarse como heavy metal.

La banda de Walter Giardino y compañía había instalado novedades con su primer disco a caballo de canciones largas, solos pirotécnicos y líricas de ficción y fantasía, orientaciones no del todo transitadas en la escena pesada doméstico. Pero "Magos, espadas y rosas" dio otro paso más con un cambio sensible: el del cantante Adrián Barilari en lugar del de Saúl Blanch. Su estilo de voz más pulcro y melódico contribuyó a que Rata alcanzara una imagen más ATP frente a la impronta rockera y exigida de Blanch (quien, además, era diez años más grande que el resto de sus compañeros).

"Saúl era más grande, tenía una familia y debía mantenerla. Y nosotros, en cambio... estábamos en cualquiera. Solo queríamos tener una banda de rock y salir a tocar por donde sea. Él no podía estar en esa posición y el grupo lo fue dejando atrás, esa es la verdad. Pero no hubo problemas, sino algo estrictamente generacional", reconoce Giardino. "Adrián, por su parte, vivía en un mundo completamente diferente al de Rata. Había tenido un hijo, estaba prácticamente retirándose de la música y su ingreso a la banda fue una hecatombe mental y personal para él. Hoy vive de Rata, como todos nosotros, pero en ese momento no estaba muy claro lo que podría suceder. Había que jugarse el cuero".

Antes de la aparición de Adrián Barilari, Walter Giardino ya había creado varias canciones. "Cuando terminamos de grabar el primer disco, ya tenía temas como para hacer otro. Estaba en un estado de gracia supremo", confiesa el guitarrista nacido y criado en el Bajo Flores. La principal prueba de aquello es un video de Rata todavía con Saúl Blanch haciendo "La leyenda del hada y el mago", composición que en "Magos, espadas y rosas" naturalmente grabaría Barilari.

"La leyenda" fue el primer corte del disco y también el primer gran hit de Rata Blanca. Al mismo tiempo, es la muestra del estilo compositivo predilecto de la banda en esos tiempos, donde se combinaban aires neoclásicos, riffs picantes, varios tramos de solos de guitarra, la omnipresencia del teclado a través de colchones o de intervenciones melódicas, una base monolítica, agudos insondables en la voz y duraciones por encima de lo que se acostumbraba escuchar no solo en el metal argentino, sino también en las radios. El video clip fue grabado en La Plata.

En los créditos de la letra de "La leyenda del hada y el mago" aparece la dupla Giardino-Giardino. Se trata de Walter acompañado por su hermana Roxana, quien también figura en "El beso de la bruja", tema 3 del disco e inicio de un tándem continuado con "Haz tu jugada" y "El camino del sol", algo así como un bloque progresivo de "Magos..." con poéticas medievales y progresivas (rubricado por la impronta operística de "El camino..." y sus casi diez minutos de duración). Rata Blanca exhibió en esa tríada sus ambiciones artísticas, su universo literario y ese imaginario en el que letra y música van de la mano hacia terrenos inexplorados no solo en la escena heavy local, sino en toda la cultura rock argentina.

La idea inicial era lanzar como segundo corte de difusión a la canción que le seguía a ese bloque, "Días duros", un hard rock mid tempo que Walter Giardino había coescrito antes del primer álbum con Carlos Périgo, cantante platense de paso fugaz por Rata. El propósito era claro: después de la intensidad y el medievalismo de "La leyenda del hada y el mago", convenía contrapesar con una canción más afable. Sin embargo, un inesperado episodio se interpuso en este plan.

La banda entregó a Polydor las canciones grabadas durante octubre de 1989 y febrero de 1990 en los estudios Buenos Aires y la compañía respondió que todas ellas no totalizaban el tiempo mínimo indispensable para producir el vinilo. Adrián Barilari había escrito una letra de amor a la que Walter Giardino le hizo algunos arreglos y luego le agregó música, aunque el resultado final en ese entonces no convenció. Sin embargo, la urgencia impuesta por la discográfica obligó a rever la decisión. Así fue como "Mujer amante" volvió del inicial descarte y entró al disco en el segundo lugar del lado A, precisamente luego de "La leyenda del hada y el mago", dando como resultado algo fuera de los cánones del metal argentino: un disco que comienza con dos letras románticas. El resto, claro, es historia conocida.

Si bien la factura técnica y artística de "Magos, espadas y rosas" por sí misma misma aumentaba las perspectivas de convocatoria y respeto de Rata Blanca, "Mujer amante" rompió el techo y le habilitó caminos por encima de las expectativas propias del heavy metal. Es cierto que el grupo ya venía experimentando un ascenso en su popularidad (antes de la salida del disco habían llenado dos veces el teatro Ópera luego de una intensa gira por la Patagonia), aunque esa balada abrió puertas impensadas.

De repente, Rata Blanca empezaba a sonar en todos lados, se sucedían las giras por el interior del país y aparecía en el prime time de la televisión de aire a través de programas en los que nunca nadie hubiese imaginado a una banda de metal argentino. Eso, claro, de la mano también de cuestionamientos y polémicas, la primera de ellas por un motivo que hoy sonaría insólito: el video original, con pequeños cameos de Adrián Barilari en una cama con la actriz Amalia Pinetta, tuvo que ser reemplazado por otro en el que simplemente aparece la banda tocando en un estudio vacío.

"Algunos nos criticaban por tocar canciones que pasaban en las radios, ¿y cuál es el problema? Tal vez seamos muy duros para los tranquilos y muy blandos para los duros, pero no pertenecemos a ninguna tribu y además me gustan las canciones de amor: en el heavy a veces hay un culto tan machista que se termina volviendo misógino", banca Giardino. "Siempre pusimos toda la leña en lo que somos: una banda de rock sobre el escenario y nada más. Pese a lo que digan, ocupamos nuestro lugar de forma legítima y nunca nos vendimos". La muestra de cómo envejeció "Magos, espadas y rosas" está en la reversión que Rata Blanca hizo en 2011 de manera cruda y directa con la formación de ese entonces. Y en el homenaje que la banda le está haciendo es esta gira mundial con escala en Buenos Aires

El disco salió en mayo de 1990, lo presentaron por primera vez el 14 de julio en Obras y en el resto del año hicieron solo cinco shows. El agite llegó en 1991, donde tocaron un total de 120 veces de enero a noviembre, hasta que editan el disco "Guerrero del arco iris", compuesto en medio de la gira maratónica. Para ese entonces "Magos, espadas y rosas" ya había entrado en la historia. La misma que ahora Rata Blanca refrendará a 35 años de su publicación en el último gran aforo techado de Buenos Aires que les faltaba llenar: el Movistar Arena. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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