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Un cuidador del hipódromo de La Plata denunció por estafa a los funcionarios Alejandro Marozzi y Fabián Rivero, acusándolos de manipular frascos en controles antidoping para provocarle falsos positivos, quitarle la patente y quedarse con su estudio, en medio de una crisis creciente en la gestión del hipódromo.
Un expediente recientemente ingresado en la Oficina de Asignación de Causas de la Cámara Federal de La Plata destapó un escándalo que vuelve a sacudir la gestión de Mariano Cowen en el hipódromo de La Plata, ya golpeado por internas, malestar laboral y cuestionamientos a su gestión. La causa, caratulada por “estafa”, tiene como principales demandados a Alejandro Marozzi, gerente General de Actividad Hípica, y Fabián Antonio Rivero, presidente de la comisión de Carreras y pareja de Alejandra Sturzenegger, subsecretaria de Coordinación de la municipalidad de La Plata.
El expediente, registrado bajo patrocinio de la abogada Silvana Victoria Peralta, tiene como primer actor al denunciante Alberto Ramón Correa, quien acusa a ambos funcionarios y a un grupo de empleados del organismo bonaerense de haberle provocado perjuicios económicos y profesionales mediante la supuesta manipulación irregular de frascos testigo en controles antidoping, entre otras maniobras.

Según fuentes consultadas, habría al menos “varios casos de doping muy extraños”, con indicios de manipulación de frascos, una de las acusaciones más graves en el ambiente hípico, donde la transparencia de los controles es un pilar central de la competencia.
En diálogo con este medio, Correa describió una serie de episodios que, según afirma, conforman un engranaje destinado a perjudicarlo y quitarle su sustento laboral. “No solo a Rivero, yo denuncié a Marozzi y a un grupito de empleados infieles al hipódromo, que se dedican a arruinar gente”, aseguró el denunciante, quien detalló que la causa incluye por ahora a siete personas.
Correa sostiene que los controles antidoping que le imputaron fueron fraguados: “Me clavaron cuatro doping que no eran míos. Primero dos, que pedí la contraprueba y no me dejaron acceder al ADN de los caballos para justificar si eran míos o no”.
Asegura además que fue engañado al laboratorio: “Me llevaron engañado, y cuando llegamos allá no me dejaron reservar las muestras para el ADN. Esa es la primera estafa que me hacen”.

El denunciante explica que las irregularidades derivaron en la suspensión de su patente como cuidador: “Con esos doping a mí me inhabilitan la patente, me descalifican como cuidador, siendo que la droga que sale es de categoría C, que no es cocaína, no es nada. Esa ya es la primera falta de ellos”.
“Yo tengo un estudio en la villa hípica, lo alquilo y está a nombre mío. Ellos salieron a buscar studs para los amigotes de ellos, entonces me encajaron estos doping para descalificarme la patente y después poder vender el estudio”, agregó respecto al supuesto trasfondo económico detrás de los hechos.
Correa sostiene que el contrato del establecimiento contiene una cláusula que habilita la rescisión en caso de suspensión del cuidador, lo que —según su denuncia— habría sido aprovechado para intentar desplazarlo. Incluso asegura que recibió amenazas y tres intentos de desalojo, todos firmados por Alejandro Marozzi: “Me hicieron una banda de chanchadas. Suspendieron los caballos, no me dejaban trabajar… Buscaron la vuelta para que los patrones se lleven los animales y yo me quede sin trabajo”, relató.
Las maniobras denunciadas, afirma, fueron ejecutadas por “este grupo que está denunciado”.
El escándalo judicial se suma a la profunda crisis que atraviesa el hipódromo de La Plata, donde crecen las quejas de trabajadores y profesionales del turf por la gestión de su administrador político, Mariano Cowen. La situación quedó nuevamente expuesta durante el Premio Dardo Rocha celebrado esta semana, cuando el gobierno bonaerense organizó un operativo para garantizar una ovación controlada al gobernador Axel Kicillof.
Tal como confirmó REALPOLITIK, más de cien butacas de la tribuna principal fueron bloqueadas para un “corralito de aplaudidores”, trasladados en micros desde Tolosa y Ringuelet. La medida provocó malestar entre asistentes habituales, que fueron desplazados para asegurar la escenografía buscada por la administración. “Fue todo demasiado obvio. Una ovación artificial”, describió un jockey.
La maniobra se inscribe en un contexto de creciente tensión interna, con empleados que denuncian malas condiciones laborales, falta de mantenimiento y decisiones cuestionadas por parte de Cowen.
Mientras el clima interno del hipódromo se deteriora, la denuncia por estafa contra Marozzi y Rivero promete profundizar la crisis. La causa ya ingresó formalmente al circuito judicial federal, con acusaciones graves, testimonios directos y la sospecha de irregularidades en uno de los sistemas más sensibles del turf: el control antidoping.
Resta ahora que avance la investigación para determinar si existió manipulación de frascos, fraude administrativo y un armado deliberado para perjudicar a un cuidador y beneficiarse de la cesión de un estudio hípico.
Pero mientras tanto, en el hipódromo se respira un clima enrarecido que ya ni los “corralitos de aplausos” pueden disimular. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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