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27 de noviembre de 2025 | Nacionales

Costa Pobre

En contraste con los relatos oficiales, crece la alarma por una economía en caída, un endeudamiento que asfixia y un clima social que el gobierno intenta tapar con disputas en la Asociación del Fútbol Argentino, mientras se agravan la recesión, la pérdida de ingresos y la dependencia externa que condiciona decisiones estratégicas para el país.

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La Argentina continúa viviendo en su realidad virtual, con una economía que no para de achicarse, un endeudamiento que no deja de crecer y niveles de precariedad y de exclusión social aterradores. Algunos indicadores nos acercan a las realidades de Venezuela o de Perú, con niveles de desigualdad social y de ruptura de los hilos comunitarios que parecen ser ya irreversibles. Mientras tanto, las oposiciones se deshacen y el gobierno celebra su victoria electoral incrementando su gobernanza, mientras que las noticias financieras y económicas nos ubican en el filo del abismo.

Los amañados arbitrajes y las decisiones ejecutivas de la Asociación del Fútbol Argentino que premian con campeonatos inventados tras finalizar una competencia o definen ascensos, clasificaciones a torneos internacionales o cambios de categoría, han puesto contra las cuerdas no sólo a Claudio “Chiqui” Tapia, sino también a varios de los campeones del mundo de fútbol a los que, tres años atrás, cinco millones de personas recibieron en la mayor movilización pública de la historia. El gobierno ahora pretende montarse en ese malhumor social para embestir contra el presidente de la AFA y, de paso, asociarlo con el kirchnerismo y relanzar su ofensiva en favor de las Sociedades Anónimas Deportivas. Ahora deberá pagar el costo de sentirse impune y obrar en consecuencia.

Al “Chiqui” le salió un competidor en las últimas horas, nada menos que el titular del Instituto Nacional de Estadística y Censos de la República Argentina (INDEC), Marco Lavagna, quien tuvo que salir explicar sin poder convencer su manipulación de los indicadores de inflación y de actividad económica para tratar de ocultar la recesión y una caída de los ingresos de la población muy superior a la admitida en las estadísticas oficiales. La comparación con el capo de la AFA fue inmediata. Más aún cuando los bancos españoles BBVA y Santander hablan de "recesión" y decidieron cortarle el crédito a los argentinos: "La situación es más complicada de lo que pensabamos". La semana anterior los cuatro gigantes bancarios norteamericanos decidieron, por la misma razón, archivar el trámite para el otorgamiento de un nuevo crédito por 20.000 millones de dólares. Mientras tanto, el rojo del Banco Central de la República Argentina excede largamente todo lo conocido, sumando casi 17.000 millones de dólares.

También quedó en claro que el gobierno no cuenta con los fondos para afrontar los pagos al Fondo Monetario Internacional por 4.000 millones de dólares a inicios de 2026. Gracias al apoyo de Donald Trump y el “Tío Scottie” Bessent conseguirá esa suma para no caer en default, pero la crisis económica y financiera no deja de incrementarse. ¿Qué pasaría si los depositantes argentos decidieran retirar sus dólares de los bancos? Simplemente, no habría divisas “crocantes” para responder a esa eventual demanda.

El gobierno insiste en no comprar dólares para no disparar aún más los indicadores de inflación manipulados por Lavagna, desoyendo las indicaciones del FMI, del gobierno norteamericano y de cualquier economista más allá de su alineamiento ideológico. La dependencia del auxilio exterior es cada vez mayor, e impone alineamientos y concesiones económicas y políticas estratégicas de incalculables consecuencias a futuro, como el traslado de la Embajada argentina a Jerusalén o la entrega de recursos estratégicos como tierras raras, energía, litio, etc., o incluso los mismos glaciares o el establecimiento de bases norteamericanas en diversos puntos estratégicos del país, que implican archivar todo reclamo de soberanía sobre las Malvinas o la Antártida. Los mares argentinos son depredados por embarcaciones de todo tipo y factor. En síntesis, ninguno de los acuciantes problemas existentes previos a las elecciones nacionales se ha corregido: más bien todos ellos se han agravado, y no dejarán de hacerlo de aquí en adelante.

¿Alcanzará con asociar al “Chiqui” Tapia con el kirchnerismo para ocultar una realidad desgarradora? Es muy probable que el aparato de prensa aceitado del gobierno consiga hacerlo por breve tiempo, pero es recetar una aspirina para un enfermo de cáncer.

Mientras tanto, la política sigue con su dinámica desgajada de la realidad. El gobierno conseguirá tener mayoría en la Cámara de Diputados de la Nación, desplazando a un kirchnerismo al que se le están escapando los soldados de los gobernadores como ratas por tirante, Cristina Fernández de Kirchner baila en su balcón para celebrar la derrota electoral en provincia y Axel Kicillof no consigue la aprobación para endeudarse y así afrontar la deuda contraída por María Eugenia Vidal por la negativa de los legisladores provinciales que, justamente, acompañaron a la exgobernadora durante su gestión.

Lo más determinante de todo esto es que el pueblo se hastió de los políticos y de la política, incluyendo al mileismo en la bolsa de la “casta”. La corrupción de retornos, criptomonedas, asociación con el narcotráfico y demás rubros redituables ya no conmueven a nadie: todos son lo mismo, si hasta Marco Lavagna parece la versión renovada de Guillermo Moreno.

Tanto para oficialismo como para la oposición parece no haber otro camino que profundizar la dependencia y ceder ante las presiones externas e internas para destruir los derechos laborales, el sistema previsional, la educación y la salud. Por eso, aún en medio de la cubierta de un Titanic impactado, consigue consolidar su gobernanza. En definitiva, las expectativas de ingresos que genera una economía primarizada, con los salarios más bajos de toda América en dólares, les conviene a todos. A los que están en gestión para demostrar que el cambio y libertad se han instalado en la Argentina. O los otros, para que, en el caso de conseguir retornar a la gestión, con muy poco puedan recuperar respaldo social.

Es la realidad de Costa Pobre. Un país que supo llamarse Argentina, pero que fracasó en el intento. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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