En relación al presupuesto, Francisco Gliemmo remarcó la importancia central de esta herramienta para el rumbo del país y cuestionó la ausencia de una mirada integral. “Evidentemente, si es la ley madre y si está bien confeccionado, es la guía que tiene que tener el gobierno nacional para ejecutar las políticas que el país necesita y que la sociedad necesita”, señaló. Sin embargo, advirtió que cuando el presupuesto se aleja de las demandas sociales, “evidentemente perdemos”.
En ese sentido, sostuvo que la responsabilidad recae en los representantes legislativos: “Son los señores que nos representan los que tienen que estudiar en detalle cada uno de los ítems para que realmente sea distribuido de forma lógica, ecuánime e inteligente, priorizando la salud, la educación, la justicia y el sistema productivo, porque si no hay trabajo tampoco tenemos destino como sociedad”.
Gliemmo vinculó esta situación con un problema estructural que atraviesa décadas. “Ese es el problema que tiene nuestro país desde hace décadas”, afirmó, y recordó que la Argentina supo ocupar lugares de privilegio a nivel mundial. “Hasta fines de la década del 60 estábamos en tercer lugar en desarrollo de energía atómica, en quinto lugar en desarrollo de medicamentos y en primer lugar en educación. Prácticamente no había pobreza”, contrastó.
Desde su perspectiva, el quiebre se produjo cuando el país dejó de planificar su futuro. “A partir de ahí la Argentina no planificó su futuro y así es como nos va”, reflexionó, y llamó a una revisión colectiva: “Deberíamos entre todos preguntarnos qué hicimos mal y empezar a corregirlo”.
Al referirse a YPF, Gliemmo la definió como un ejemplo de lo que debería ser un proyecto nacional de desarrollo. “YPF es un ejemplo de la proyección y la planificación del país que uno quiere”, sostuvo, aunque advirtió que el problema no es solo producir energía sino transformarla. “No hablamos de instalar petroquímicas para tener productos de valor agregado o de mucho más valor que vender petróleo o gas”, cuestionó.
En esa línea, fue contundente: “El drama que tenemos es exportar materia prima e importar producto final. ¿Dónde está la inteligencia?”, se preguntó, y remarcó que el verdadero desafío es transformar los recursos naturales en trabajo calificado. “Ese valor agregado es trabajo de calidad bien remunerado”, explicó.
Para Gliemmo, la ausencia de políticas de estado es una de las principales falencias del país. “No tenemos un modelo como país, no tenemos políticas de Estado como país”, lamentó, y subrayó que esa carencia se traduce en problemas cotidianos. “Por eso seguimos sufriendo las consecuencias que padecemos todos los días”.
El dirigente también puso el foco en la educación y el conocimiento como pilares del desarrollo. “Uno de los temas básicos es el conocimiento, es la educación”, afirmó, y recordó el deterioro sufrido en las últimas décadas. “En la década del 60 éramos el país número uno en Sudamérica en educación y hoy estamos en el puesto treinta y cinco. Algo hicimos mal”, sentenció.
Desde su experiencia personal, defendió con énfasis la educación técnica y su vínculo directo con el empleo. “En los 90 prácticamente destruimos la educación técnica y después una pyme necesitaba un técnico y no lo tenía”, señaló, y criticó que muchas leyes se hayan aprobado sin una implementación real. “La instrumentación de esas leyes fue cero”, agregó.
En cuanto al debate económico actual, Gliemmo sostuvo que sin una reforma tributaria orientada al desarrollo no hay salida posible. “Si usted no hace la reforma tributaria, no hay reforma laboral ni nada que valga”, aseguró. Pero aclaró que no se trata de subir impuestos, sino de incentivar el valor agregado. “La reforma tributaria no es un problema de impuestos, es un problema de priorizar la producción de valor agregado”, explicó.
En ese esquema, planteó premiar a quienes transformen la materia prima. “Usted va a premiar a quien produce con valor agregado y eso es lo que va a permitir inclusión y equidad en la sociedad”, indicó, y fue gráfico: “Vendemos cuero y compramos zapatos”.
Finalmente, definió qué entiende por trabajo de calidad. “Cuando hablo de trabajo de calidad me refiero a trabajo bien remunerado. Cuanto más especialización tiene, más calidad tiene y más ingresos tiene”, precisó, y concluyó con una reflexión de fondo: “Un país se defiende cuando defiende el trabajo, aplicando conocimiento a sus materias primas para transformarlas en productos finales con alto valor agregado”. (www.REALPOLITIK.com.ar)