Sábado 27 de diciembre de 2025

Provincia

Con la mira puesta en 2027

Con el declive de Axel Kicillof, los intendentes bonaerenses toman carrera

27/12/25 | Tras el sacudón electoral bonaerense, el peronismo entra en una interna feroz que debilita a Axel Kicillof y empodera a los intendentes rumbo a 2027.


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El resultado de los comicios del 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires amenazó con provocar un vuelco decisivo en la política argentina que puso en jaque al gobierno de Javier Milei, al punto de poner en duda su continuidad en caso de existir una reafirmación de esos números en el mes de noviembre. Finalmente eso no sucedió, por obra y gracia de la intervención de Donald Trump y Scott Bessent, y por las debilidades y confrontaciones dentro del panperonismo bonaerense, que casi no hizo campaña para las elecciones nacionales y se dedicó a profundizar su disputa interna. 

Sin embargo, y de cara a lo que vendrá, esos comicios provinciales permitieron convalidar el respaldo y la gobernanza de los intendentes, que en su mayoría recibieron un amplio apoyo de sus vecinos.

En el caso del peronismo, dos elecciones cruciales aparecen en el horizonte: la de renovación de autoridades partidarias en el mes de marzo de 2026, y las de renovación de la gobernación en 2027. Por estas razones, el fin de año en el peronismo provincial fue caótico y amenaza continuar durante el verano con mayor intensidad, al desatarse una interna desenfrenada para posicionarse ante estos dos desafíos. Sin posibilidades de reelección y muy escaso de apoyos legislativos, el gobernador Axel Kicillof ha quedado reducido a la condición de “Pato Rengo” que sólo puede aspirar a terminar su mandato, condenado a hacer concesiones y malabares para alcanzar ese objetivo.

Por cierto que todo podría haber sido diferente si después del espaldarazo electoral de septiembre hubiera asumido un protagonismo significativo frente a las elecciones de octubre. Pero su estilo consiste en procastinar, tratar de armonizar lo imposible y evitar los choques frontales. Tal vez formalmente pretenda mantener sus ilusiones presidenciales y proyectarse a la escena nacional, pero no tiene sostén sólido en la provincia, ni en lo institucional ni en lo financiero, ya que precisa como el viajero en el desierto al agua el respaldo legislativo de La Cámpora, que ya consiguió la hegemonía en la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires y avanza en una lucha sin cuartel por el Senado bonaerense.


Fernando Espinoza y Verónica Magario.

La agrupación estrella del cristinismo se ha convertido en un aceitado mecanismo de acción burocrática stalinista que, aún sin contar con mayor arraigo en la sociedad y con la mayoría de sus dirigentes repudiados públicamente, consigue imponer el control de sus kioscos institucionales e incrementarlos a través de campañas de destrucción de enemigos internos y alianzas subterráneas con el gobierno de Javier Milei y un sector de la Justicia. Así las cosas, Máximo Kirchner sabe que no podrá reelegir en la presidencia del PJ Bonaerense, pero aspira a seguir controlándolo mediante otra figura de su agrupación o bien de algún aliado amigable. Cuenta, además, con la disposición suicida de Axel Kicillof de llegar a un acuerdo para evitar unos comicios competitivos, alcanzando una candidatura de unidad que sólo terminaría de hundirlo.

En medio de este juego entre ambiciones ilimitadas y conmovedora inocencia política se levantan las figuras de los intendentes aliados del gobernador, que son los únicos que pueden demostrar arraigo y respaldo popular. Varios de ellos aspiran al sillón de gobernador en 2027, entre los que se destacan Mayra Mendoza (Quilmes) por La Cámpora; Mariel Fernández (Moreno) por el Movimiento Evita; y Gabriel Katopodis (exintendente de San Martín), más próximo a Sergio Massa, o Jorge Ferraresi (Avellaneda), uno de los principales inspiradores del kicillofismo. Todos ellos muestran un amplio apoyo en sus distritos, pero dificultades para transcender las fronteras de sus municipios. No queda aún muy en claro cómo, pero ante la ausencia de un liderazgo sólido dentro del panperonismo, se dibuja en el horizonte un escenario inédito para su proyección.

Por ahora, quien deberá tomar una decisión trascendental es Axel Kicillof, aunque, debido a su debilidad extrema, todas las soluciones tienen un alto costo. Si acuerda con Máximo Kirchner perderá a los intendentes y quedará preso de La Cámpora y de Cristina Fernández de Kirchner. Si opta por la ruptura y el apoyo a los propios, corre el riesgo de quedarse sin apoyo legislativo. Finalmente, si no hace nada y sólo dilata su decisión, puede perder todos los apoyos y quedar totalmente aislado. La experiencia invita a pronosticar que la última es la opción más probable, habida cuenta de su tradicional incapacidad para aprovechar las situaciones favorables para incrementar su poder político. No tiene mucho tiempo: marzo está a la vuelta de la esquina y su control del Senado de la provincia de Buenos Aires se está cayendo a pedazos.

No opinan lo mismo los sectores más vinculados a CFK, quienes afirman que fue esa estrategia la que generó que se pierda la elección nacional y que vienen sosteniendo que no se puede tener un proyecto de provincia desentendido de un proyecto nacional. Lo repitió Máximo Kirchner días atrás cuando manifestó que quienes quieran ser candidatos a presidir el PJ bonaerense deben contar “qué proyecto de país quieren”, ya que, dijo, “es muy difícil tener un proyecto de provincia diferente al del país, siendo la provincia de Buenos Aires, por el peso propio de su aparato productivo, por el peso propio del aporte de sus votantes, en la lógica de la definición de las elecciones nacionales a la hora de las definiciones del presidente”.

Demostración de poder

Lo cierto es que el 7 de septiembre los intendentes de la provincia de Buenos Aires hicieron una fuerte demostración de poder. En La Matanza, Fuerza Patria se impuso con el 52 por ciento de los votos frente al 28 por ciento de La Libertad Avanza, en Florencio Varela el resultado fue 55 a 23 por ciento, en Moreno 54 a 29, en Malvinas Argentinas 68 a 22, y la lista podría seguir.

Los intendentes ganaron de forma contundente en sus distritos siendo las caras de la campaña, algunos con sus nombres en las boletas distritales en formato de candidaturas testimoniales, otros en las listas a legisladores provinciales y en otros casos sin candidatearse pero incluyendo sus caras en los afiches y poniéndose las campañas al hombro.

No se vio en todos los casos el mismo ímpetu cuando llegó la elección nacional en octubre. El resultado, inesperado, fue una derrota por apenas unas centésimas, con el agregado que CFK definió que en la lista nacional no habría ni intendentes ni representantes de los municipios.

Las ventajas del contexto

Según analizan dirigentes del peronismo bonaerense, el contexto actual favorece la posibilidad de que un intendente llegue en 2027 al sillón de la gobernación. A la demostración de poder que pudieron hacer en la elección bonaerense se suma una situación particular del peronismo: no gobierna a nivel nacional, no hay una sucesión “natural” o establecida de Kicillof, ni quedó ninguna figura por fuera de los territorios, al menos por ahora, lo suficientemente instalada como para ser número puesto en la grilla de candidatos.

Es más, todos los nombres que suenan para competir por la gobernación en 2027 son jefes territoriales.

El conocimiento, un problema

Sin embargo, no todas son a favor para los jefes comunales. Una fuente de trato cotidiano con intendentes del conurbano bonaerense, explica que uno de los problemas recurrentes es el bajo nivel de conocimiento que tienen más allá de su territorio y sus municipios vecinos.


Axel Kicillof.

“Es difícil que un intendente llegue a la gobernación porque están alambrados y es difícil generar consensos con otros pares; son caudillos, territoriales, con poca mirada más allá”, señala alguien que asegura querer que un jefe comunal llegue a la gobernación.

En la misma línea, otra fuente desde el sur del conurbano remarca las limitaciones del nivel de conocimiento de los intendentes. “En Ezeiza no tienen idea de quién es Ferraresi, menos en Pilar, pero tampoco en Moreno saben quién es Federico Achával (Pilar) o Nicolás Mantegazza (San Vicente), es así para todos los casos, son conocidos entre los vecinos de sus municipios, no más”, afirma y analiza que por esa razón en ocasiones anteriores se eligieron opciones como Daniel Scioli, que venía de ser vicepresidente, María Eugenia Vidal, vicejefa de Gobierno porteño o Kicillof, ministro de Economía.

“La exposición es otra, pero lo bueno es que ahora esos nombres no están, quizás sea justamente por ese motivo que esta vez sí les llegó la hora”, cierra. (www.REALPOLITIK.com.ar)