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20 de septiembre de 2017 | Provincia

Panorama REALPOLITIK

La Unión Soviética en la Provincia: Reconocimientos Médicos, un sistema que atrasa cincuenta años

El escándalo estalló pocos días atrás, cuando la contadora Iris Legarreta, perteneciente a Contaduría General de la provincia, sufrió un delicado caso de gastroenteritis, agravado por una hepatitis medicamentosa...

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En la era de la tecnología y la información, donde uno puede enviar datos al instante hasta la otra punta del mundo, calentar su comida en 3 minutos, hacer video llamadas como ocurría en las series futuristas de la década del 60, inocular vacunas a distancia mientras se fabrican vehículos eléctricos y amigables con el ambiente, el sistema provincial de Reconocimientos Médicos para el empleado estatal mantiene una estructura similar a la de la Unión Soviética en la década del 50.

En cualquier empresa privada o incluso dentro de la misma estructura estatal nacional, de la ciudad Autónoma de Buenos Aires o en provincias como Mendoza o San Juan, cuando un empleado se siente indispuesto, ya sea con una enfermedad grave o una simple indisposición estomacal, puede pedir una carpeta médica, y un médico de la dependencia a la que pertenece se presentará en su casa, confirmará su afección, le recomendará un tratamiento y los días que podrá tomarse haciendo reposo en su casa.

Con este simple método, el empleado que está indispuesto puede resolver todo desde la comodidad de su casa. Si, por el contrario, ha mentido o simulado una enfermedad para faltar al trabajo, el médico asignado identificará la situación y se le descontará el día.

En las antípodas de este práctico sistema se encuentra el servicio de Reconocimientos Médicos de la provincia de Buenos Aires. Allí, cuando un empleado no puede asistir al trabajo por un problema de salud y solicita una carpeta médica, debe especificar si su enfermedad le permite “deambular” o si necesita que el médico se acerque hasta su domicilio. Al que opte por la segunda opción, más le vale que se esté muriendo o que acabe de ser amputado de una pierna. Si se trata de un caso de fiebre alta, diarrea, vómitos, embarazos, fracturas, etcétera, el médico determinará que se trata de un caso ambulatorio, y la persona tiene hasta las 13.00 horas de ese mismo día para dirigirse a las salas de Reconocimientos Médicos en la calle 14 de la ciudad de La Plata.

Allí, en un subsuelo oscuro y pobremente higienizado, se rejuntan personas con diarrea, vómitos, mujeres embarazadas, con infecciones, personas con muletas, con heridas recién suturadas, y otras con picos de fiebre. El escenario es digno de una película de terror de Hollywood, sólo que en vez del loco con la máscara de hockey y la sierra eléctrica, hay un cansado profesional médico que con mala cara y un notable cansancio, hace un revisación de rutina y casi sin prestar atención, firma un papel y envía al indispuesto paciente nuevamente a tu casa.

El escándalo estalló pocos días atrás, cuando la contadora Iris Legarreta, perteneciente a Contaduría General de la provincia, sufrió un delicado caso de gastroenteritis, agravado por una hepatitis medicamentosa. En ese estado, la contadora decidió pedir carpeta médica desde su domicilio llamando a la oficina de Personal, dado que desde su computadora es imposible acceder al sistema del SIAPE.

Entrada la tarde llegó a su casa el doctor Esteban Pérez Role, enviado por el departamento de Reconocimientos Médicos. Sin llevar adelante un examen médico exhaustivo le entrega un papel con indicaciones que traía preparado desde el consultorio y le ordena dirigirse a las oficinas de la calle 14 entre 56 y 57, bajo la amenaza de perder el día.

Pero el calvario de Iris Legarreta no terminó allí. Al llegar a las oficinas de Reconocimientos Médicos en un deplorable estado de salud, tuvo que esperar más de una hora para ser atendida y, finalmente, le dijeron que la carpeta estaba mal hecha por el médico y tenía que volver a hacerla.

Ante la desesperación de la paciente, el director de Reconocimientos Médicos, el doctor Aníbal Towstyka, le informó que poco y nada podía hacer para ayudarla. Como si de una película de Woody Allen se tratara, le aseguró que para analizar su protesta por exceso de burocracia ante un caso de mala salud, primero debía presentar un expediente, con el reclamo y los antecedentes médicos. Así como usted lo lee.

Aquel que no atraviesa el calvario como lo hizo Iris Legarreta, por más que deba hacerlo en pésimas condiciones de salud, no podrá justificar su ausencia al trabajo y perderá el día, con la consiguiente penalidad económica. Cada día que pasa, se suman nuevas quejas por este acuciante proceso que, emulando al sistema burocrático soviético, no hace más que acumular trastornos en los que lo sufren, y un sinfín de carpetas, papeles y expedientes que nunca nadie lee y que, con toda seguridad, serán alimento para las ratas del depósito provincial. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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