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Informe REALPOLITIK
El Partido Justicialista comienza una etapa de renovación resistida por la vieja guardia
El peronismo bonaerense ha entrado en un período de renovación. Esto mismo afirmó Martín Insaurralde, intendente de Lomas de Zamora, refiriéndose a las elecciones en las que, con algo de suerte, el Partido Justicialista encarará una renovación histórica con vistas a darle espacio a las nuevas generaciones.
El peronismo bonaerense ha entrado en un período de renovación. Esto mismo afirmó Martín Insaurralde, intendente de Lomas de Zamora, refiriéndose a las elecciones en las que, con algo de suerte, el Partido Justicialista encarará una renovación histórica con vistas a darle espacio a las nuevas generaciones, compuestas mayormente por intendentes que no superan los 50 años de edad.
No será tarea sencilla, existe aún un ejército de Espinozas, Magarios, Duhaldes e Ishiis dispuestos a dar batalla. “No es que no estén de acuerdo con la renovación. Lo que pasa es que no saben hacer otra cosa que intentar estar en el poder. Si dejan su lugar a los más jóvenes, ¿qué harán ellos? A sus casas no se van a ir”, comenta un joven asesor político de la sede de la calle Matheu.
Parece haber leído la mente de Fernando Espinoza, que intentó hasta el último suspiro mantenerse como presidente del partido a pesar de la reticencia de los intendentes de mayor peso de la provincia. Incluso cuando La Cámpora decidió quitarle su apoyo y, con ello, la candidatura del intendente de Moreno, Walter Festa, el matancero se mantuvo en su postura. “Si me dejan solo, les gano igual con los votos de La Matanza”, amenazó al llegar a la sede del partido.
Amenazas a parte, lo cierto es que gran parte del peronismo determinó, sea esto correcto o no, que están frente a un cambio de era, y que el Partido Justicialista debe saber adaptarse a los cambios si pretende recuperar el poder. Su fundador fue, tal vez, el mejor referente en ese sentido. Atento y perspicaz, supo fluctuar entre la derecha militarizada y la izquierda idealista como pocos y en la medida en que las circunstancias lo requerían. Esa virtud para ganarse el favor de propios y extraños, diciendo siempre lo que su interlocutor de turno quería escuchar, fue una de las claridades personales más importantes que ostentaba Juan Domingo Perón. Una que sus actuales representantes necesitan ensayar para sobrevivir en la arena política.
No son pocos los que insisten en las viejas fórmulas. Para ellos, señales de cambio tan potentes como el rechazo social o las derrotas electorales, significan poco y nada. Tal vez, incluso, sólo sirvan para reforzar sus posturas e insistir en más de lo mismo. De otro modo, no se entiende como Andrés “El Cuervo” Larroque, cuya agrupación La Cámpora se redujo a menos de un 10 por ciento de lo que era en los años en los que había dinero para repartir, se acercó con un colorido grupo que incluyó a Héctor Recalde; Edgardo De Petri y Carlos Castagneto a saludar a Julio de Vido, hoy por hoy, el emblema nacional de la corrupción, a la cárcel de Ezeiza.
Del mismo modo, es imposible imaginar qué fue lo que pensó Florencia Saintout, que viene de perder por goleada en todas las elecciones –políticas y universitarias- a las que se presentó, cuando fue a saludar a Amado Boudou por el día de la militancia.
El furcio no pudo haber sido mayor. Boudou, que no es un hombre formado en el peronismo kirchnerista sino en la conservadora UCeDé, se caracterizó por evitar la militancia y hasta se recuerda una tarde en la que decidió faltar a un acto para ir a comprarse una moto. A él, que desde su lujoso departamento de Puerto Madero miraba los actos de Cristina Kirchner por televisión, la decana de la facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata lo fue a saludar por el Día de la Militancia.
Difícil de entender, pero es lo que hay, qué se le va a hacer. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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