Interior
Dicen que dicen
Para amortiguar su crisis, el diario El Día propondrá retiros voluntarios a sus periodistas
Su última gesta fallida fue la de intentar digitar la elección a intendente del año 2015 en La Plata. Al contrario de lo que esperaba, el ignoto Julio Garro, que no contaba con su apoyo, obtuvo el preciado sillón y lo dejó, por primera vez, mirando el espectáculo desde la vereda de enfrente.
Su última gesta fallida fue la de intentar digitar la elección a intendente del año 2015 en La Plata. Al contrario de lo que esperaba, el ignoto Julio Garro, que no contaba con su apoyo, obtuvo el preciado sillón y lo dejó, por primera vez, mirando el espectáculo desde la vereda de enfrente.
Aquel escenario, nuevo para Raúl Kraiselburd, fue no obstante todo un símbolo del momento que atravesaba el tradicional diario El Día. Lejos de sus años de liderazgo indiscutido, cuando desde las oficinas de diagonal 80 se vanagloriaban de poner y sacar intendentes a su antojo, el vetusto edificio se fue viniendo abajo inexorablemente y la edición impresa, incapaz de mantenerse a la zaga de la tecnología, se volvió una herramienta cada vez menos rentable.
Luego vendrían los intentos de buscarle un comprador, en los que el legendario propietario del matutino se paseó por las oficinas de Gustavo Elías, Francisco Fascetto, Marcelo Balcedo y hasta del mismísimo Héctor Magnetto, sin lograr acordar un precio con ninguno de ellos.
Al peso sobre sus espaldas que suponen las deficitarias estructuras de La Redonda y La Diez, se le sumaron las viejas máquinas del diario que, a excepción de una rotativa recientemente traída desde California, son financieramente imposibles de recomponer adecuadamente. Algo similar ocurre con su cuerpo de periodistas. En una primera etapa, se purgó de recursos humanos con la vieja máxima de que “periodista que se va, no se reemplaza”.
Recientemente, aseguran sus propios empleados, se lanzó lo que abiertamente se denominó un proceso de retiros voluntarios. Hoy, los 216 trabajadores conforman una estructura demasiado pesada para ser sostenida por un medio cuya principal herramienta es el formato papel, en el apogeo de la era digital.
La redacción del diario, pletórica en rumores y viejos pupitres de escuela, es la atmósfera en la que se tejen las más creativas teorías. Motorizados por la reducción de personal y la falta de fondos para áreas claves como la de fotografía y diseño, ya son pocos los que dudan que el diario El Día tiene las horas contadas.
La única incógnita, hoy por hoy, es si será comprado por un digno postor, o rematado, cuando llegue el momento, por los hijos de Raúl Kraiselburd. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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