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Continúa el negociado y la inseguridad: La comuna eliminó el sistema de GPS para colectivos
Parece una escena de Esperando la Carroza. En un almuerzo de domingo, mientras el asado humea en la parrilla y el anfitrión, ajeno al calor abrasante, distribuye generoso un vino tinto tibio para acompañar la carne, alguien señala algo que no funciona o un acto de corrupción que leyó en el suplemento de Política en el diario...
Parece una escena de Esperando la Carroza. En un almuerzo de domingo, mientras el asado humea en la parrilla y el anfitrión, ajeno al calor abrasante, distribuye generoso un vino tinto tibio para acompañar la carne, alguien señala algo que no funciona o un acto de corrupción que leyó en el suplemento de Política en el diario. Entonces otro comensal, distraído mientras toma el pan acompañar la provoleta, exclama: “¡Esto en el primer mundo no pasa!”.
Lo que el improvisado comentarista pareciera no notar es que este “mundo en vías de desarrollo” en el que desenvuelve su existencia diaria pareciera construirse –o destruirse –cada vez que su sociedad toma la decisión de mirar para el costado ante un acto de corrupción.
Fue exactamente esto lo que ocurrió con el sistema de GPS, de creación platense, que daba por terminada la estafa de las empresas de colectivos al estado y aportaba una herramienta vital para combatir la inseguridad en las paradas.
Acorde a una investigación del año 2012, las compañías de colectivos utilizan diariamente entre un 27 y un 31 por ciento de los vehículos que tienen en planta. En la mayoría de los casos, aquellos que no están en viaje son detenidos en la central para reparaciones o, simplemente, se los deja estacionados para no gastar en nafta. Sin embargo, cuando la empresa firma la planilla que indica la cantidad de colectivos que están circulando y llevando adelante sus recorridos, suele incluirlos a todos. Los que efectivamente están trabajando y los que no. De este modo, cobran el canon por todos los vehículos, mientras solo utilizan un 30 por ciento de ellos.
Fue Diego Barral, ex funcionario de la comuna, quien dedicó varios años de su vida a crear un sistema que elimine estas distorsiones y, de paso, agregue seguridad a las paradas de colectivos. De este modo, diseñó un programa que permite ver en tiempo real a todos los colectivos de la compañía, ver cuáles están trabajando y cuáles en la central, y conocer con una exactitud de pocos segundos cuánto falta para que una unidad arribe a la parada.
De este modo, se eliminaba la estafa de las compañías de colectivos y les permitía a los usuarios no estar mucho tiempo en las paradas expuestos a robos y acosos. Por ejemplo, si una persona tenía que tomar un micro en medio de la noche, no tenía que estar esperando en la oscuridad durante cuarenta minutos, sino que sabía de antemano el momento exacto en el que pasaría su colectivo, y de ese modo podía llegar a la parada uno o dos minutos antes.
Sin embargo, el municipio decidió eliminar el sistema de GPS y llevar adelante un nuevo acuerdo con las compañías de colectivos, que ahora están libres para continuar falsificando las planillas con datos apócrifos y continuar cobrando mucho más dinero del que debieran. Además, decidieron llevar a cabo una denuncia sobre Diego Barral, sin pruebas y que terminó en la nada, pero que al ex funcionario le provocó un disgusto tan grande que terminó internado con daños cerebrales. Hoy tiene 48 años y está jubilado por discapacidad.
Mientras tanto, el negociado continúa, la estafa se mantiene en pie y el dinero que ingresa a la comuna en concepto de impuestos, tasas y servicios, se distribuye entre las avaras manos de unos pocos. Sólo falta Luis Brandoni, observando la decadencia de la ciudad de La Plata adentro de su lujoso BMW, exclamando: “¡Tres empanadas!”. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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