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25 de febrero de 2018 | Judiciales

Entrevista REALPOLITIK

Luis Árias: “No me veo como candidato, pero los caminos están llevando a eso”

El suspendido juez en lo Contencioso y Administrativo Nº 1 de La Plata, Luis Federico Árias, dialogó con REALPOLITIK sobre su historia de vida junto a su padre, la inesperada llegada al juzgado, los enfrentamientos que tuvo con todas las administraciones que le costaron denuncias armadas en su contra y la corrupción en el Poder Judicial.

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por:
Jerónimo Larsen

El suspendido juez en lo Contencioso y Administrativo Nº 1 de La Plata, Luis Federico Árias, dialogó con REALPOLITIK sobre su historia de vida junto a su padre, la inesperada llegada al juzgado, los enfrentamientos que tuvo con todas las administraciones que le costaron denuncias armadas en su contra y la corrupción política en complicidad con la policía y el Poder Judicial. También, se animó a hablar de una posible candidatura: “Los caminos me están llevando un poco a eso, pero deberían cambiar muchas cosas. Por lo pronto quiero volver a mi cargo para seguir haciendo lo que siempre hice porque me apasiona”, aseguró.

A continuación, lo más destacado de la entrevista.

RP.- ¿Usted es un juez militante?

Hay que diferenciar la ideología de la militancia. Todos tenemos ideología, no podemos escaparnos de ella, y el militante es un activista de sus ideas. Hay sutiles diferencias y es importante aclararlo, porque cuando el gobierno habla de “jueces militantes” se refiere a los magistrados que opinan distinto, es decir, que tenemos una manera diferente de interpretar las leyes.

Yo siempre fui un defensor de la Justicia. Mi padre vino a estudiar a La Plata desde Salta, su primer par de zapatos lo recibió de la Fundación Eva Perón y cuando accedió a la movilidad social ascendente conoció la dignidad. Mis raíces están ahí y no puedo no reconocerlo, sobre todo porque no tiene que ver con mi ideología, sino con mi identidad. Pero eso no me convierte en un “juez militante”.

RP.- ¿Estudió en la universidad pública de La Plata?

Sí, estudié mi carrera de grado en la Universidad Nacional de La Plata, el posgrado en Derecho Administrativo y el doctorado. Todo en la universidad pública.

RP.- ¿Cómo llegó a ser juez en lo Contencioso y Administrativo?

Desde los dieciséis años ya colaboraba con mi papá. A él le costaba escribir, por eso me pedía ayuda. Nos pasaba que redactábamos algo, nos olvidábamos de un testigo y no podíamos hacer todo de vuelta, por eso terminábamos haciendo casi un collage y sacábamos fotocopias. Antes se pensaba mucho cuando se escribía, hoy eso se perdió porque rápidamente se puede borrar con una sola tecla. En esa época aprendí mucho, sobre todo lo que la facultad no enseña: la práctica. Yo acompañaba a mi padre a Tribunales y le decía que ahí “no iba a trabajar ni loco” porque era un ambiente con gente que te trataba mal y te miraba por arriba. Ejercí diez años la profesión de abogado, estuve de ese lado del mostrador y también me sirvió.

Yo me propuse que el Fuero sea conocido luego de estar peleando cuatro años para que funcione, allí también se creó una enemistad con la Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Buenos Aires que no quería largar su poder. La legislación nos permitía actuar ante hechos, pero también frente a la omisión del Estado en la garantía de derechos sociales, por ejemplo, el derecho a la vivienda, la educación o la salud. En su momento nos pusieron a disposición sólo cinco empleados y las estudios jurídicos me pedían que ubique a alguno de sus hijos, pero a todos les dije que ya tenía los cargos cubiertos. Recibí currículum de toda persona sin padrinazgos políticos y seleccioné a cuatro desconocidos. Siempre me manejé de manera transparente e intenté demostrar que puede haber un Poder Judicial cerca de la gente.

RP.- ¿Recuerda algún caso en particular? ¿Con qué gobierno tuvo más conflictos?

Hubo muchos casos, pero sin dudas con el gobierno de Daniel Scioli tuvimos una relación muy conflictiva, por eso recibimos mucha oposición por parte de las estructuras de poder y apoyo de la ciudadanía. En su momento tuvimos problemas con Santiago Montoya, quien violaba la Constitución de manera sistemática en su afán recaudatorio. El caso más lamentable fue la inundación de La Plata, un hecho trágico que nos conmovió a todos, no distinguió clases sociales ni ideologías políticas. A la tragedia se le sumó la mentira del poder político, desde el gobernador pasando por el ministro Ricardo Casal que cortó el conteo de las víctimas, hasta el ex intendente Pablo Bruera que subió fotos ayudando a las víctimas mientras estaba en Brasil. El engaño dejó una huella muy importante en la ciudadanía plantense, y fue muy duro. Sufrimos embates que no nos permitían desarrollar nuestro trabajo, con una impunidad avalada e impulsada desde el poder. Cuando fui a secuestrar el libro de la morgue porque no querían exhibirlo tuve que hacerlo personalmente, hasta ese punto debimos llegar porque nos lo negaban.  A los pocos días se apareció en mi despacho el fiscal Álvaro Garganta pidiéndome el libro y me dijo “yo tengo que cumplir con el ministro Casal”. Ahí le dije que me iban a sacar el libro con los pies para adelante porque no iba a dar marcha atrás con mi decisión. Lamentablemente el día ocho de abril encontramos a la primera víctima no oficial, Juan Carlos García, un empleado que falleció ahogado en la vía pública y que una médica forense firmó su certificado de defunción con un supuesto cáncer de hígado. El cadáver estuvo cinco horas tirado en la 32 y allí lo encontró su hija que la obligaron a velar a su padre en un sepelio de manera particular para que no contabilice. El día miércoles 10 de abril, encontramos otro caso y el juez Guillermo Atencio me plantea un conflicto de competencias. Eso posibilitaba que la Corte se tome hasta un año para que me permita seguir investigando. Por eso convoqué a una conferencia de prensa para transmitir que querían correrme. Luego de tanta repercusión, a los veinte días me otorgaron la competencia pero ya era tarde. Tenía pensado un rastrillaje en el Arroyo Maldonado pero resultaría inútil porque en tanto tiempo se podía borrar todo tipo de evidencia.

RP.- ¿Por qué lo acusan de kirchnerista si enfrentó de esa manera a Daniel Scioli y a Pablo Bruera?

Uno puede tener su pensamiento, pero cuando hay que cumplir una función es la prioridad. Yo fui gerente del Ceamse y una de las primeras causas que me ingresan cuando yo asumo mi función como juez es el cierre del relleno sanitario de Ensenada. Voy a un cumpleaños, me encuentro a un grupo de personas hablando portugués, me siento con ellos y casualmente eran los empresarios que querían el negocio del basural. Este hombre me ofreció a pasear por todo el mundo y yo ponía cara de póker. Cuando me estoy yendo me acompañan hasta la puerta pidiéndome que revise mi decisión, me niego y me responden “uh, cómo se le explico a Felipe”, por Solá, el gobernador de ese entonces. Allí le di a entender que era un problema de él. Lamentablemente la causa llegó a la Corte donde la presión política es otra, y lograron que se siga explotando el relleno sanitario hasta que se genere uno nuevo, es decir, nunca. Hoy sigue funcionando. A lo que voy, es que yo no tenía ni tengo una cuestión personal con Daniel Scioli, sino que cumplí con mi trabajo.

RP.- ¿Y con María Eugenia Vidal?

De ninguna manera. La gobernadora Vidal tiene una concepción de cómo gobernar la provincia que podemos discutir, pero ella tiene su posición ideológica y yo la mía. Aunque creo que detrás de ella hay otros sectores con intereses superiores.

RP.- ¿Qué intereses cree que hay detrás de los tarifazos?

Yo fui muy crítico de los tarifazos, hubo excesos en cuanto a la razonabilidad, a la falta de audiencia pública e incluso la violación del derecho a la vivienda porque, según estándares internacionales, el acceso a la energía es parte de ello. Siempre tuve el mismo criterio. En el gobierno de Scioli suspendí el aumento de ABSA y, aunque la Corte convalidó mi sentencia, nunca devolvieron el dinero.

RP.- ¿Cómo repercutió su intervención en el conflicto docente?

La protección de los derechos de los trabajadores también es competencia de nuestro Juzgado, por eso también intervenimos cuando Daniel Scioli quiso desdoblar el aguinaldo.

RP.- Se lo tilda de “juez piquetero”…

Dentro del juego del poder hay todo tipo de calificativo, yo no participé de ningún piquete ni aliento eso. Desde el punto de vista formal, todo está sujeto a interpretación, entra mucho en juego lo ideológico. Un juez puede decir que debe prevalecer el derecho a circular libremente y es válido. Otro juez, puede basarse en el derecho social a la protesta, superior al derecho individual y opinar lo contrario. Incluso en la declaración de los derechos del hombre y el ciudadano, en su Artículo 35, dice que la población tiene el derecho y el deber de reaccionar frente a una ilegalidad. Pero también puede haber un juez ecléctico, que intente armonizar ambos derechos, manteniendo la protesta, liberando un carril. Ahí tiene que ver la subjetividad de cada uno. Imaginate un caso de violencia de género, la definición no sería la misma para una jueza que sufrió violencia económica, física, psicológica, que la de un juez que no lo padeció.

RP.- ¿Bajar la edad de imputabilidad reduciría el índice de delitos?

Esas medidas responden a una demagogia punitiva que aparece siempre que hay elecciones con el afán de ganar votos. El índice de delitos cometidos por menores es ínfimo, ronda el 3,5 por ciento, por eso la medida es innecesaria. El tema es que no hay políticas destinadas a los jóvenes que pueden caer en la delincuencia. Aquí hace falta mucha prevención porque, si un chico tiene 39 entradas a una Comisaría es porque fracasamos como Estado y sociedad. La primera vez ya nos tendría que haber llamado la atención.

Las situaciones de abandono físico, afectivo o económico no salen en televisión porque no vende, distinto a las manchas de sangre. Este tipo de violencias se hacen carne, duelen, son sistémicas y estructurales. El sistema educativo está sobre explotado, los docentes saben qué chicos pasan hambre, cuáles viven en malas condiciones socio-sanitarias, pero no saben qué hacer con eso, por eso son necesarios equipos interdisciplinarios. Por ejemplo, nosotros dispusimos paradores para que los jóvenes tengan un lugar donde sentirse contenidos, que se peguen un baño para poder abordarlos, porque sabemos que si un pibe elije la calle es porque su familia responde a un ambiente aún más hostil. Esos aspectos que no se cubren como Estado, los termina cubriendo una organización delictiva.

En 2009 denunciamos con Julián Axat el arrendamiento de chicos por parte de la Policía para cometer delitos. El ministro Carlos Stornelli nos trató de locos. Sin embargo, al mes lo admitió y tuvo que renunciar. En los barrios todos saben dónde se vende droga, menos, casualmente, la Policía. Claramente el narcotráfico cuenta con la protección de la Policía de la provincia de Buenos Aires.

RP.- Quien lo escucha o lee puede dudar si es tan bueno como dice porque por algo se encuentra suspendido en sus funciones como juez…

Yo estoy muy orgulloso de lo que hice, no tienen causales de remoción. Juntaron 21 denuncias, la mayoría por cuestiones de competencia. Es decir, porque no aceptan mi poder de decisión desde el Juzgado en lo Contencioso y Administrativo. Por ejemplo, en plena inundación cuando requiero, no ordeno, al fiscal Romero que se abstuviera de oficializar víctimas porque teníamos que seguir investigando. Él lo tildó de abuso de autoridad y me armaron una causa.

RP.- ¿Cuáles son los factores que incidieron para que, quienes integraron el tribunal que decidió su suspensión, votaran de manera unánime en su contra?

Ese tribunal estuvo armado a gusto y piacere. La mitad, integrado por legisladores de Cambiemos, el resto del Massismo y el Randazzismo. Lo particular, es que terminaron su mandato y continuaron en esos cargos. Todo demasiado irregular. Generaron un hecho mediático para que la gente diga “algo habrá hecho” y es muy difícil defenderse porque es un absurdo. Me armaron una causa por una comunicación a un fiscal en medio de delitos de estrago y adulteración de documentos, pero eso no lo investigaron. El único imputado por la inundación soy yo, increíble. Mi familia no me vio casi un año por todo el cuerpo que le puse a la causa.

RP.- ¿Por qué esos legisladores de Cambiemos, del Massismo y el Randazzismo no votaron a su favor?

Por una cuestión política. Sacaron a un juez que les resulta incómodo. El 13 de marzo tenemos la audiencia pública para definir mi futuro, yo entiendo que la gente puede no creerme, pero hay que estar porque está en juego dos modelos de justicia muy diferentes. Hace cinco años que nos vienen votando como el mejor Juzgado. Eso da cuenta de un trabajo, lo mismo que la solidaridad que me expresa la gente en la calle. Yo nunca pateé para algún lado en particular, desde un amparo contra IOMA hasta por el aumento de los servicios públicos. No me encontraron in fraganti en ningún delito y votaron por unanimidad, precisamente, en un momento clave donde se estaba aprobando el presupuesto para este año, una instancia donde siempre se negociaron cargos.

La corrupción no es solo llevarse plata al bolsillo, sino también cambiar cargos por voluntades. Por ejemplo, poniendo a Pablo Bruera en el Banco Provincia a cambio de los votos de sus legisladores. Lo mismo que Sebastián Galmarini.

RP.- ¿No pasaba eso durante el gobierno de Daniel Scioli?

Sí, pasó. Pero no a esta escala. Los dos presupuestos de María Eugenia Vidal están marcados por una profunda corrupción. Lo mismo que la designación de Julio Conte Grand como Procurador de la Provincia que hasta La Cámpora votó a su favor. Lo votaron a cambio de viajes, módulos, cargos, contratos. Que se dejen de embromar. Es una corrupción que no se ve.

RP.- Si pasa esto, ¿por qué cree que la aceptación de Vidal es tan grande por parte de la ciudadanía?

Yo creo que su gestualidad, su lenguaje no verbal, su forma de expresarse, eso es muy importante. Su estilo marcó su política.

RP.- ¿Se ve como candidato?

No, a pesar que los caminos me están llevando un poco a eso. No siento que haya un contexto para que sea candidato. Deberían cambiar muchas cosas y, al menos, se debería generar un consenso con las fuerzas populares. Como está la situación, no sería útil de ninguna manera. Por lo pronto, quiero volver a mi cargo como juez para seguir haciendo lo que siempre hice porque me apasiona. Ese lugar me marcó en lo personal porque me permitió mostrar otra forma de administrar justicia. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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