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7 de marzo de 2018 | Municipales

LA PLATA | Panorama REALPOLITIK

Darwinismo político al palo: Hugo Mársico y Juan Amondarain se acusaron mutuamente de panqueques

Cuando Groucho Marx, reconocido autor y humorista estadounidense, advirtió que “estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros”, pintó de cuerpo entero la conducta de dos ignotos dirigentes de la arena política local: Hugo Mársico y Juan Amondarain.

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Cuando Groucho Marx, reconocido autor y humorista estadounidense, advirtió que “estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros”, pintó de cuerpo entero la conducta de dos ignotos dirigentes de la arena política local: Hugo Mársico y Juan Amondarain. Reconocidos trovadores de la calle 12, paseadores oficiales por las cámaras legislativas y el palacio municipal, catadores de café, prodigios del fino arte de la supervivencia, nunca se caracterizaron por una inquebrantable postura política sino, por el contrario, por la habilidad para pasar entre bambalinas, bajo el velo de la oscuridad, de un bando al otro. Representan, de algún modo, una visión darwiniana de la política, en donde el dirigente evoluciona o muta en función de las nuevas necesidades, manteniéndose siempre en el bando ganador.

Mársico supo recorrer los pasillos del Concejo Deliberante de la mano de Julio Alak, pero luego apoyó las iniciativas de Pablo Bruera quien, a poco tiempo de asumir, lo nombró presidente del Consejo de Producción y Empleo Regional de la municipalidad de La Plata, aunque el Sindicato de Trabajadores Horticultores y Floricultores (AATHF) se cansó de repetir que desconocía por completo la cartera que administraba. Aun manteniendo su cargo, comenzó a militar para Sergio Massa, pero luego de la debacle del candidato tigrense comenzó a sacarse fotografías con los dirigentes de Cambiemos. Hoy, se saca fotos tomando mate en la esquina de 44 y 197, vestido siempre con los mismos bermudas y prometiendo “una palabra franca y un oído fraterno para quienes se acercan”.

Mientras Mársico construía, cambio a cambio, su poli-ideológica carrera política, Juan Amondarain no tenía tapujos en convertirse en el adalid del darwinismo político. Amigo personal del ex intendente Julio Alak, supo aprovechar al máximo los contactos del dirigente de Benito Juárez para posicionarse como legislador provincial y, más adelante, nacional. De relaciones cercanas con Pablo Bruera, abrazó finalmente al massismo financiando personalmente una lista de candidatos locales encabezada por José Arteaga, cuyo resultado fue una estrepitosa derrota. Con el resultado sobre la mesa, abandonó a sus candidatos a su suerte y trazó un acercamiento con María Eugenia Vidal, ofreciéndose incluso como uno de los “armadores” de la lista, aunque su propuesta fue rechazada por el oficialismo.

Corrían las últimas horas del 2017 cuando Hugo Mársico decidió formalizar su nuevo traspaso con un brindis con la diputada oficialista e ingeniera agrónoma Carolina Barros Schelotto, con foto incluida para la ocasión. Con la sonrisa de siempre, amplia y generosa, y un sándwich de miga en la mano, el dirigente platense publicó la imagen de la reunión en su cuenta de Twitter.

Menuda sorpresa se habrá llevado cuando, unos dos meses después, Juan Amondarain le dejó un mensaje debajo de la fotografía: “Caradura”. Simple y conciso. Como cuando el muerto se ríe del degollado, Mársico retrucó con un: “Mirá vos, yo caradura. Caradura vos que hundiste al Frente Renovador La Plata ninguneando a los compañeros en el cierre de listas”.

Para sorpresa de los cuatro seguidores que se interesaron por la disputa, dos viejos darwinistas comenzaron a sacarse mutuamente los trapitos al sol. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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